Odessa:
- Espero que podamos contar contigo en otra ocasión ‒dice Damiano en la pequeña celebración que habían hecho al finalizar de grabar.
- Claro que sí, estaré más que encantada ‒asiento sonriendo emocionada.
Una vez que finalizó todo, era bastante entrada la madrugada, sin embargo el señor Adam estaba listo para cuando lo llamamos.
- Señorita Odessa, señorita Atwater ‒me giro a ver a Ancel, no había escuchado cuando se acercó a nosotras‒, si gustan, puedo llevarlas a sus casas ‒a pesar de hablarnos a ambas, sólo me veía a mí, lo que me ponía nerviosa.
- Le agradezco señor Bauer-Fiore, pero ya vienen por nosotras ‒gracias al cielo, Rose es la que había hablado.
- Es una pena, la persona que viene por ustedes pudo haberse ahorrado el viaje hasta acá, pero bueno ‒se encoge de hombros.
- No queremos importunarlo señor Bauer-Fiore, pero gracias por su amable ofrecimiento ‒le dedico una sonrisa falsa, por ningún motivo le dejaría saber dónde vivía, la vez anterior había registrado una dirección diferente que fue la que él eliminó.
- Buena noche señor Bauer-Fiore, nuestro transporte llegó ‒dice Rose de manera educada, me acercó al auto del señor Adam y entro sin más, suspiro una vez estoy dentro, Rose entra después de mí y arranca en cuanto entra.
Una vez que estamos algo lejos, procedo a quitarme la peluca, tenía sueño pero por suerte, mañana no tenía nada que hacer salvo pasar el día con mi hijo, pasaría por él al finalizar las clases y lo llevaría al parque, era su lugar favorito y siempre que podíamos íbamos ahí, comeríamos un helado y después iríamos a la casa para comer con la abuela, un plan más que perfecto.
Mi casa quedaba primero así que el señor Adam me dejó y luego fue el turno de Rose.
Entré a la casa en silencio, eran cerca de las tres de la mañana y todos debían estar dormidos y no quería despertar a nadie.
Al entrar a su cuarto notó que su pequeño no estaba, entendiendo que debía estar durmiendo en su cama lo que era bueno, así podría dormir un poco tarde. Se quita la ropa y se pone el pijama con rapidez, se deja caer en la cama y el sueño la vence por completo.
Edith:
Me había despertado cerca del mediodía, tras bostezar me pongo de pie y voy al baño, mi vejiga estaba por reventar, Dios, que placer era cuando podías vaciarla.
Tenía mucha hambre, así que primero desayunaría y después tomaría un baño.
Una vez que desayuno y tomo un baño me siento como nueva, miro mi teléfono y veo un mensaje de Noud, al parecer la junta que tenía esta semana se había cancelado y quería pasar tiempo con su hermano, le había respondido que pasaría por él pero que podía unírsenos en el parque cerca de la escuela, le había dicho que estaba bien y ahí finalizó la conversación.
Cerca de las dos me dirijo a la escuela, estaba cerca así que podía ir caminando sin ningún problema. Saludo a otras mamás, esas mujeres sabían que era la tía pero entendían porque mi pequeño me llamaba mamá, creían que era un acto muy noble el que lo criara, había tejido toda una red de mentiras para poder protegerlo en caso de que descubrieran mi otra identidad, además, no quería que me relacionaran a la familia Miller, eso en el supuesto de que por alguna extraña razón me estuvieran buscando, que no creía que eso llegará a pasar porque él se había encargado de borrar cualquier información acerca de nuestro matrimonio, pero era paranoica y no quería dejar ningún cabo suelto.
- Mamá ‒mi pequeño grita cuando me ve, me arrodillo para recibir el abrazo de mi pequeño, beso su cabeza.
- ¿Cómo te fue querido? ‒me pongo de pie y tomo su mano, caminamos al parque mientras él le cuenta sobre su día y todo lo que aprendió‒. Es porque eres muy listo, como yo ‒su pequeño ríe bajito y asiente.
Caminamos hasta llegar al parque, ahí vamos directo a un pequeño puesto de helados.
- Hola hermano ‒la voz de Noud me hace dar un salto, estaba muy concentrada en como servían los helados.
- Hermano mayor ‒chilla emocionado Brassen mientras alza los brazos para que lo alce y abrace, cosa que hace‒. Mamá me compra helado, ¿quieres uno? ‒este asiente, procedo a pedir otro, una vez que tenemos todo listo nos vamos a sentar a una banca.
Mientras Brassen le contaba su día, yo observaba a la gente, con sus miradas para nada discretas; revelaban lo que pensaban, un matrimonio pasando tiempo de calidad con su hijo, y no podía culparlos, Brassen y Noud eran copias exactas así que nadie dudaría que eran padre e hijo, y bueno, estando yo en la foto, era inevitable vernos como una familia.
Tras una media hora decidimos volver a casa, Brassen necesitaba hacer su tarea y pronto sería hora de la comida.
- Tía Rose ‒veo a Brassen correr hacia mi amiga, miro mi teléfono pero no tenía ninguna llamada o mensaje.
- Hola Bras, ¿cómo está mi pequeño príncipe? ‒le dice besando su cabeza.
- Bien, venimos del parque, comí un gran helado ‒le cuenta emocionado.
- No me avisaste que venías Rose ‒ella se gira a verme, ríe negando.
- Te dije anoche que vendría, ahora veo que no me prestaste atención ‒achico los ojos intentando recordar, pero nada.