Ancel:
Escucharla gemir y gritar mi nombre era la mejor música de todas, jamás pensé que se sentiría atraída por los castigos, pero era delicioso verla y oírla estremecerse por el placer que el dolor le provocaba, ella no sabía el efecto que eso tenía en mí, sobre todo porque era el primero y el último con el que experimentaría todo esto.
El castigo a la constructora Miller debía aumentar, en realidad quería ir tras Duncan y eliminarlo, pero eso no sería suficiente, lo destruiría de a poco hasta dejarlo en la nada misma.
Bloqueo mi teléfono viendo dormir a mi mujer, sonrío viendo las marcas en su espalda, aunque también le había dejado en las piernas, abdomen y cuello, quería que ese idiota de Noud las viera y supiera que era mía.
Suspiro y sin querer hacerlo, me pongo de pie tras besar su cabeza, tenía una reunión importante.
Tras bañarme y vestirme salgo cubriéndola bien, tras salir de la habitación encuentro a Melinda.
- Buenos días señor Baure-Fiore ‒seguro iba por los niños.
- Buenos días Melinda, te encargo a los niños ‒le digo suave, ella asiente antes de caminar hacia la habitación.
En cuanto bajo, Susana se acerca a mí con una taza de café, la tomo y me lo bebo de un trago.
- ¿Estarás fuera todo el día? ‒esa mujer era como de mi familia.
- No, espero volver para el almuerzo, por ahora no vayas a mi habitación, Edith está durmiendo ‒ella asiente sin preguntar nada, no era necesario de todos modos explicar.
- Muy bien, tendré listo el almuerzo ‒le sonrío antes de salir, Carson ya me esperaba.
- Buenos días Carson, ¿cómo estás? ‒me mira con sorpresa y no puedo evitar reír por su cara de sorpresa, supongo que la estúpida sonrisa en mi cara me delataba.
- Bien señor, ¿y usted? ‒veo que su mirada se fija en mi cuello, sabía que ella me había mordido un par de veces, había visto las marcas tras terminar de bañarme y por decisión, decidí no ocultarlas y mostrarlas con orgullo.
- Estoy muy bien, como nunca ‒él asiente apartando la vista, él sabía que no solía ocultar cuando pasaba la noche con alguien, y mucho menos lo haría ahora que era ella.
- Me alegra mucho señor ‒él se sube tras de mí, había sido una noche deliciosa.
Edith:
Me había despertado sintiéndome muy adolorida, me había sentado cuidando no apoyarme mucho, recordaba de manera muy vaga a Ancel aplicarme algo ayer, al girarme a la mesita de noche vi una pomada, me cubro el rostro, ese hombre era un demonio que me tentaba a pensar y querer cosas que nunca imaginé antes.
Me apresuro a bañarme, en el espejo del baño noto las marcas en mi cuello y pecho, al girarme miro las de la espalda. No fue hasta que me bañé que noté que también tenía en las piernas, Dios santo, esto era mucho para cubrir con maquillaje, aunque podía usar un cuello alto aprovechando que estaba fresco el día.
Termino de bañarme y salgo envuelta en la bata de él, que dicho sea de paso me quedaba bastante grande. Ahora, la cuestión era salir de aquí sin encontrarme con alguien de servicio, me daría mucha vergüenza.
Levanto mi ropa y tras echar una mirada rápida para cerciorarme de que no haya nadie, una vez que veo que está libre el camino salgo y comienzo a correr, suspiro de alivio cuando llegó a mi habitación, me visto rápido antes de salir para ir a desayunar algo.
- Buenos días señora Gastrell ‒me sobresalto al oír la voz de Susana saliendo de la cocina.
- Buenos días Susana ‒le sonrío calmándome, no había hecho nada malo, éramos una pareja, debía calmarme.
- Ancel vendrá para el almuerzo, ¿gusta esperarlo o quiere desayunar algo? ‒dice con cariño, según me había dicho Ancel, la mujer llevaba mucho tiempo con él.
- Comeré algo de fruta y lo espero ‒ella me sonríe y asiente, camina de vuelta y decido seguirla.
Estaba tranquila comiendo mi fruta con yogurt cuando oí los gritos de Rose, ella no necesitaba anunciarse en la entrada.
- Traga eso o te vas a ahogar con la noticia que te traigo ‒hago como pide y tras tragar ella se acerca‒. Bueno, sé que querías tomarte un tiempo y así, y sé que es inesperado pero te conviene ‒frunzo el ceño al tiempo que alzo una ceja‒, ya, ya, se puso en contacto conmigo el productor Iñigo Maltes para ofrecerte protagonizar la segunda temporada de la dama de las almas perdidas ya que la protagonista tuvo que salir ‒la miro con sorpresa‒, aunque dicen que es porque ella es bastante especial y la producción no pudo más con su actitud, también supe que fue Jake quién te recomendó.
- Vaya ‒es todo lo que digo, intentaba procesar lo que estaba pasando.
- Lo sé, ¿no es genial? Luc te pidió ser una detective, y mira ‒por ese lado tenía razón, podía cumplirle el deseo a mi pequeño.
- ¿Cuándo comienzan las grabaciones? ‒la veo revisar su teléfono.
- No hay fecha de eso, pero si para que te reúnas con el director para hablar ‒suspiro, había estado dos meses fuera.
- Creo que deberías ir a la entrevista ‒la voz de Ancel me hace dar un respingo.