Mentiras peligrosas

El regalo perfecto

Edith:

Las grabaciones habían finalizado poco antes de navidad, lo que era bueno ya que deseaba pasar la fecha con mi familia y amigos.

- Me encanta este adorno papá ‒escucho la voz de Luc mientras terminan de decorar el árbol, no puedo evitar sonreír. Ambos habíamos hablado con Tatiana y estaba demás decir que mis redes se habían vuelto locas al contar la historia de amor, habíamos omitido todo sobre nuestro trato y así.

- Eso es porque los escogí pensando en ustedes ‒le extiende a Bras el suyo y este lo coloca feliz.

- Es un gran hombre ‒escucho a mi padre decir viendo la escena.

- Lo es ‒él se gira para verme con una sonrisa. La cena de navidad era en casa de Ancel, habían venido mis padres, mi abuela, también estaría Noud, Rose, Omar, Lilia y sus bebés, Monique, el personal de la casa además del señor Adam y su esposa.

Mi madre, mi abuela y yo habíamos hecho toda la cena sin dejar que Susana o Melinda hicieran algo, era una tradición de mi abuela que al parecer, había adoptado mi madre también aunque durante el tiempo que no estuve con ellos no la hicieron.

- Espero les guste ‒estábamos todos sentados mientras mi madre terminaba de poner el último plato.

- Bueno, lo hicieron tres excelentes cocineras, no dudo de eso ‒estábamos en el jardín, habíamos dispuesto varias mesas juntas así todos podíamos estar en la misma mesa.

- Por eso eres mi yerno favorito ‒dice mi madre haciendo a todos reír, después de todo era el único.

- Yo digo que hagamos un brindis agradeciendo ‒la que habla es Rose, ya no se sentía tan apenada cuando miraba a Ancel.

- Es una excelente idea ‒por sugerencia de Ancel, los primeros en hablar fueron su gente, luego siguieron mis amigos y familia.

- Por las segundas oportunidades, quiero agradecer por mi hija y mis nietos, también por el hombre que decidió hacerla feliz ‒trago saliva evitando llorar mientras mi padre dice aquello.

- Tengo tanto por lo que agradecer que no sé por donde comenzar ‒todos miramos a Ancel atentos‒. Gracias a Eleonor y Benedict por la preciosa hija que tuvieron, a la señora Elaine por haberla cuidado y ayudado a crecer, a todos los que la han cuidado y permitido ser ella misma ‒ahora sí que estaba llorando‒, pero gracias a ti Edith, por dejarme ser parte de tu vida y por darme dos maravillosos hijos y una gran familia ‒lo veo ponerse de pie antes de colocar una pierna en el suelo‒, Edith Astor Gastrell, desde la primera vez que te vi supe que eras diferente y especial, me hechizaste en cuerpo y alma, frente a todas estas personas que son importantes para nosotros, te pido con todo mi corazón que aceptes casarte conmigo ‒al instante veo como saca una pequeña caja de terciopelo negro, al abrirlo puedo ver un precioso anillo con mi gema favorita, un diamante rosa en forma de lágrima bordeado de pequeños diamantes blancos, el anillo era de oro blanco con dos pequeños infinitos a los lados del diamante, era precioso.

- Sí, sí ‒no sé de donde me había salido la voz, pero agradecía que fuera claro. Rodeo su cuello ocultando mi rostro lloroso.

- Gracias al cielo ‒rio al oírlo decir aquello, me separo suave, toma mi mano y coloca el anillo con suavidad, era aún más precioso.

Tras ponernos de pie se habían levantado para felicitarnos, supe que todos ya sabían de esto y que habían conspirado para mantenerme en las sombras.

Rose le había dado la medida de mi dedo, Monique había preparado con esmero mi vestido para esta noche, y los demás me habían mantenido ocupada para que no viera el misticismo de Ancel. También supe que él le había pedido permiso a mi padre y a nuestros hijos.

Esta demás decir que el resto de la noche me la pasé flotando de la felicidad, había tomado una foto de nuestras manos, él sosteniendo suave la mía mientras mostraba el anillo. Lo había colgado con la leyenda: los milagros de navidad si existen, eres el regalo perfecto después de mis hijos. Presiono enviar y dejo que el internet se vuelva loco.

Ancel:

Para año nuevo nos habíamos reunido de nuevo, al igual que Edith había posteado una foto, sólo que mi mensaje era más corto: ella dijo que sí, y supe que en todas las vidas había ganado.

A diferencia de las reacciones y comentarios en las redes de Edith, en las mías algunas personas habían dejado comentarios desagradables, había dado la orden para silenciarlos, nadie opacaría la felicidad que sentía.

A mis hijos les había dado todo lo que pidieron y creo que más, lo que me gano un regaño de mi prometida, me encantaba esa palabra, aunque más me gustaría la de esposa.

- ¿En qué piensas, prometido? ‒no puedo evitar sonreír cual idiota cuando ella me llama, habíamos bebido hasta bastante tarde, así que todos se habían quedado en las diferentes habitaciones que había en la casa, por una vez me alegraba que fuese tan grande.

- En todo lo que el año que se fue me trajo ‒la atraigo hacia mi y sonrío‒, una preciosa prometida, dos hijos increíbles ‒beso su cuello, aspiro su aroma.

- Gracias Ancel, no sólo por estar ahí para mí cuando más lo necesitaba, sino por hacerme ver que merezco poder amar y ser amada de la misma manera, por hacerme confiar en que sin importar que decida, estarás ahí para mí ‒alzo el rostro y la miro atento.




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