Mentiras peligrosas

Especial Emma

No era un secreto para nadie que era adoptada, fui acogida por los Baure-Fiore a los 3 años, aunque en realidad parecía de 10 meses.

Había sido un proceso largo y cansado para ellos lograr que me recuperara, sin duda alguna el doctor Solon hizo un gran trabajo junto al resto de su equipo médico, decían que era un milagro, fue poco después que oficializaron la adopción, en realidad mi madre estaba muy feliz ya que de mi hermana Elaine la pasó fatal y no pudo tener otro bebé.

- Eso es todo doctor ‒solía ver a un psicólogo cada cierto tiempo a modo de prevención. Por suerte aún era joven y mi desarrollo físico y mental pudo seguir sin problema, pero la parte emocional era otra cosa.

Durante mi crecimiento hubo dudas, los niños eran malos y sobre todo, teniendo en cuenta la fama de mis padres, fue mucho peor.

- Bueno, ¿has hablado con tus padres de contactar a tu madre biológica? Sé que siempre has tenido dudas, pero ahora que ya eres mayor, es normal que quieras respuestas más claras, sin embargo, creo que tus padres deben saber para que puedan prepararse para lo que sea que ella te diga ‒asiento, a veces me sentía como una malagradecida con mis padres, ellos me amaban mucho, junto a mis hermanos, abuelos y tíos, pero quería enfrentarla y preguntarle porque, ¿qué pasaba por su cabeza al esconderme como lo hizo?, ¿sentía algo por mí?, ¿por qué no me dejó en algún lugar?

- Lo sé, pero al mismo tiempo siento que decirles que quiero verla, es ser una malagradecida con todo lo que hicieron por mí ‒muerdo mi pulgar.

- Es normal que te sientas así, tanto culpable como curiosa, y estoy segura que tus padres no se lo van a tomar a mal, y si te ayuda, puedo estar ahí cuando les digas ‒le asiento agradecida.

Tras salir de ahí decidí ir a caminar un poco por el parque, necesitaba aclarar mi mente, si hubiese sido abandonada porque no me querían o cualquier otra cosa, creo que no me interesaría saber, pero había algo muy grande aquí y sentía que no podría seguir hasta que no tuviera mis respuestas.

Cuando se lo dije a mis padres, fue como el psicólogo había dicho, ellos no se lo tomaron a mal y estuvieron dispuestos a ayudarme, mi padre podría rastrearla y llevarme delante de ella. Hacerlo no le tomó más de una semana, se había ido del estado y cambiado su nombre, así que fui acompañada de mis padres.

Cuando llegamos, me sorprendió ver un barrio bastante bonito, según sabía tenía un hermano mayor pero de ahí en más, nada, mis padres habían intentado buscarlo pero había sido puesto en custodia de los padres de nuestra madre biológica y se lo llevaron del país.

Bajo del auto, camino seguida de mis padres, me detengo y llamo a la puerta, trago saliva. Seco mis palmas sudorosas en mis pantalones, sentía mi corazón latir muy rápido, y sentía que se me saldría del pecho cuando la puerta se abrió revelando a una mujer que se parecía mucho a mí, sólo que muy mayor, sus ojos cansados.

- ¿Qué necesitas? ‒trago saliva armándome de valor.

- ¿Marie Fisher? ‒la veo dar un respingo por la pregunta.

- ¿Cómo sabes eso? ‒me apresuro a sostener la puerta evitando que la cierre.

- Soy Emma, y soy tu hija biológica ‒eso la hizo congelarse en el lugar. Me miraba como si se hubiese dado cuenta por primera vez del parecido.

- Mi bebé ‒da un paso hacia el frente y veo su intención de abrazarme, pero me hago hacia atrás dejándole claro que no quiero.

- Quiero hablar contigo, hacerte unas preguntas ‒ella alza la vista y mira a mis padres‒. Ellos son el matrimonio Baure-Fiore, mis padres adoptivos ‒ella asiente dejándonos pasar. La casa se sentía pequeña y no porque yo viviera en una mansión, sino, por el ambiente.

- Tomen asiento, ¿gustan algo de tomar? ‒los tres negamos mientras nos sentamos, el lugar estaba limpio y tenía muchas fotos de ella con el que imagino es su nuevo esposo e hijos.

- Quiero que sepas que la pase muy mal cuando niña, estuve en el hospital por tanto tiempo y doy gracias al cielo no tener secuelas, salvo emocionales, por eso he venido aquí ‒ella baja la vista‒. ¿Por qué me hiciste eso?, ¿por qué esconderme?

- Tu padre era un hombre abusivo, tenía miedo que te hiciera algo ‒la miro alzando una ceja, ¿cómo meterme en un cajón era mejor?

- Entonces, ¿por qué no dejarme en protección a menores, en la puerta de alguien o en la estación de bomberos? Estuve ahí tres putos años, ¡tres! ‒me había puesto de pie, y como no, lo mal hablada lo aprendí de mi papá.

- Lo siento, es que no podía dejarte ir, eras mi bebé ‒comienza a llorar, niego.

- ¡Pude haber muerto! ¿Cómo es que estas criando a dos niños más? Increíble que te lo permitan ‒siento la mano de mi madre sujetar la mía, al girarme ella niega con una sonrisa que me dice que comprende mi sentir, pero no debía decir aquello tan duro.

- Lo lamento, pensé que así estarías bien, yo ‒alzo la mano para hacerla callar.

- ¿De verdad? Permite dudar, estaba mal alimentada, tenía yagas de que no me cambiabas el pañal con frecuencia, mis extremidades estaban deformes por el tiempo prolongado en aquel lugar, ¿en dónde carajos eso es estar bien? ‒estaba enojada, ella no dejaba de llorar y decir lo siento‒. Esta es la única vez que nos veremos, quería respuestas y ya las obtuve, no vale la pena quedarse a verte llorar y decir un patético lo siento ‒escupo con desdén, supongo que en eso me parecía mucho a mi papá‒. Lo único por lo que te puedo estar agradecida, es por haber sido una madre, no, un ser humano terrible y haberme puesto en la vida de dos seres maravillosos, hasta nunca ‒tomo las manos de mis padres y los saco de ahí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.