Mentiras Peligrosas: Fricción

#8 Es simple, matamos a batman

Me quedé en la ducha más de lo necesario, cuando cerré el paso del agua, la habitación estaba repleta de vapor, sentía que me estaba limpiando a un nivel molecular. Me enredé la toalla en la cintura y salí de la regadera. Camine hacia el espejo, este estaba totalmente empañado.

En aquel reflejo borroso parecía que mi rostro era diferente, un poco más desgastado, con las venas marcadas de un tono oscuro, pero al pasar mi mano para limpiar solo pude ver mi rostro, lleno de ojeras, los labios rosa pálido, la piel reseca, incluso mi lunar parecía más claro que de costumbre.

Aún tenía dos grandes problemas. Necesitaba una gran cantidad de dinero para saldar mi deuda. Y necesitaba recuperar mi proyecto de la escuela. Estúpido director.

Termine por limpiar por completo el espejo, entonces fue que me pude observar completamente el pecho, era cierto, no me había quedado una sola marca después de la cirugía, pase mis dedos por el abdomen, el cual estaba ligeramente marcado, lo suficiente como para apreciar mis músculos, pero no demasiado como para verme musculoso. Muchos se confundirían y dirían que se debía a que estaba muy delgado y en parte tenían razón, sin embargo, esto era otra cosa.

Fui distraído de mi examinación cuando escuché un ruido fuera de la habitación, se escuchó como si algo se hubiese caído y hubiese rodado. Me giré el cuello y este tronó liberando tensión en mí. Sea lo que fuese que acabase de entrar se iba a arrepentir de haber elegido este departamento. Me puse los boxers, sentía que estaba casi listo, excepto que mi pierna aún no había entrado en calor. Así que sacudí mi pierna y el movimiento lo siguió mi hombro derecho así logré acomodarme los huesos que me había tronado hace unos minutos.

Abrí la puerta lentamente, espié hacia ambos lados, pero no había moros en la costa, entonces fue que escuché el sonido de choque de cristales venir de la cocina. Caminé de la forma más silenciosa que pude a través de la alfombra. Me recargue contra la pared que colindaba con la cocina, esperando el momento de que pasara por aquí para tomarle por el cuello y pegarle un mordisco. Mis músculos comenzaban a tensarse conforme la espera se prolongaba, pero estaba atento a cada detalle, podía sentir sus pisadas, incluso sentir el latir de su corazón a través de su cuerpo. Cuando estaba por pasar a mi lado el desconocido termino por hablar.

—Ray, ya saliste del baño. —Esa voz familiar era la de Elizabeth, quien al pasar al lado de la pared en la que me encontraba oculto, pudo sentir mi presencia, se alejó un paso y volteo a verme, las gafas se le escurrieron a la nariz y pude sentir su decepción. —¿Por qué estas desnudo?

•••

Aquella noche Elizabeth vestía unos jeans negros acampanados, una camiseta de Metallica y encima llevaba una chamarra deportiva abierta. Su cabello estaba recogido en una cola de caballo. Si uno la miraba bien, no pensarían que su hermana tiene casi veinte años más.

Se había tomado la molestia de traer comida a la casa para asegurarse de que al menos esa noche comiese algo, en aquella ocasión fue comida china lo que se sirvió en la mesa. Me serví una porción muy pequeña y la dispersé por el plato para que pareciera que era más comida.

Nos dispusimos a comer en la pequeña barra de la cocina, quedando frente a frente los unos a los otros. Elizabeth rompió el silencio. —¿Has estado haciendo ejercicio? —Me miro a los ojos. —Estoy segura de que la última vez que te vi no estabas en forma como ahora.

—Lo normal, he estado haciendo un poco, de vez en cuando. —Mentí.

—Que envidia. —Dio un bocado al pollo teriyaki. —Ya pensaste en alguna forma de obtener dinero, siendo que no necesitas de mi ayuda ni la de tus padres para ello.

La pregunta me tomo un poco por sorpresa, pero no era del tipo de pregunta a la que no tuviese respuesta. —En vista de que no traje muchas de mis cosas de casa, no puedo vender mi colección de vinilos, la guitarra. —había olvidado que esa última se había quebrado. —Al menos el amplificador, de ahí saldrán unos cuantos dólares. Mi última opción es robarle a algún niño rico en mi clase.

Ella pensó que estaba bromeando con eso ultimo así que comenzó a sugerirme apellidos. —¿Hay algún Callaghan-Norris, Brooks-Valdez o Young-Hill? —Negué con la cabeza. —¿Algún Wickerson? —Moví los labios para pronunciar no. —Estas jodido entonces, ninguno de esos chicos te podrá conseguir más de mil dólares, mucho menos los 3500 que me cargaron por el semestre, bueno 3599 más impuestos. —De su bolsa sacó una caja de plástico, era un teléfono, un iPhone 5c color azul. —Ten, sé que no te gusta el azul, pero era ese o amarillo, y todos saben que el amarillo es para psicópatas.

Levante mi vaso de agua para chocarlo con el de ella. —Preach it sis’.

Con suerte tus padres aun no te han sacado del plan de teléfono familiar así que tu tarjeta sim vieja podría funcionar. Sería una pena que te hayan sacado, porque no te quiero cerca de mi plan de datos.

—Aprecio el detalle, pero no tenías que comprarme esto. Solo estas ayudando a ahogarme en deudas.

—Tal vez así recapacites y vuelvas a casa, mi hermana ha de estar muy preocupada por ti.

Ella fue la que sugirió esto, así que supuse que aún no se encontraba lista para darme la bienvenida con los brazos abiertos y siendo sincero, yo tampoco me sentía listo para volver. Aún estaba muy fresco. —Tendré tu dinero pronto. Algo se me ocurrirá, lo conseguiré así sea que me tenga que venderle mi alma al diablo, para obtenerlo.



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En el texto hay: vampiros, asesinos, romance

Editado: 02.02.2024

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