Mentiras piadosas.

Capítulo 1

Martes 3:45 de la tarde.

El viento golpeaba mi rostro erizando algunos mechones sueltos de mi cabello, que a pesar de la coleta que me había hecho en la mañana seguían rebeldes a la fuerza del aire. El sonido de las llantas rozando la calle y la estación de radio era lo único que se podía escuchar en ese momento.

Ni mi padre, ni mi hermano, ni siquiera yo, éramos capaces de pronunciar alguna palabra para alivianar el ambiente tenso y triste que se había formando hace unas horas. No era fácil para nosotros dejar la ciudad y menos todos los recuerdos que nos recordaban a mi madre quien hace unos meses había fallecido a causa de un accidente.
La semana estaba entera y mañana sería mi primer día de clases, es genial porque prácticamente no tengo a nadie conocido y eso significa que pasaré el resto de los días tratando de agradarle a alguien. Si, vaya que es genial -nótese el sarcasmo.

El locutor empezó a hablar. Palabras sin sentido que se mezclaban con el sonido el viento y del auto. Estoy empezando a ver los árboles como una buena distracción.

-¿Quién tiene hambre? -habló mi padre observándonos a Josh y a mi con una cara de emoción como si tener hambre nos llevara a una gran aventura.

No tenía demasiado apetito, considerando que yo jamás rechazaría la comida lo que significaba que no me encontraba tan bien de ánimo.

Josh por el contrario se apuntó y mi padre sacó una enorme bolsa de papas fritas que habíamos comprado antes de emprender el viaje. Las papas no eran mi favorito, yo prefería los doritos y tuve que comprar unos antes de salir pero lo olvidé.

...

 

El auto frenó algo brusco al llegar a nuestra nueva casa.

-Oye, cuidado -me quejé masajeando la parte posterior de mi cuello.

-Hemos llegado -anunció mi papá con una sonrisa.

-Que emoción -canturreó mi hermano saliendo del auto.

La casa no era muy grande, pero por fuera se veía bien a excepción de el jardín en decadencia que nos daba la bienvenida.

Salí del auto con mi mochila sobre el hombro esperando a que mi padre se retractara y nos llevara de regreso a nuestra antigua ciudad. Ambos se encontraban sacando las maletas de la cajuela.

Me pregunto que clase de gente había vivido ahí antes. Tal vez una familia con una historia parecida a la nuestra, o tal vez alguien que simplemente tuvo que abandonar su lugar para conseguir algo mejor.

Nunca he sido buena con las mudanzas y eso que solo han sido tres veces contando con ésta. Me pongo muy sentimental con este asunto, abandonar un lugar al que le llamaste hogar por un tiempo y luego... Llegar a otro completamente desconocido y empezar desde cero.

Empezaremos desde cero, sin mamá... Es como empezar otra vida. Las cosas cambiaran o simplemente las cosas que solíamos hacer los cuatro tendrá nombre de tres.

Cogí unas cuantas maletas y me apresuré a llevarlas hasta el portal para luego ir por más. El carro de la mudanza con nuestros muebles y demás cosas llegará dentro unos días.

Al entrar las pares pintadas de blanco y un color vino nos dieron la bienvenida junto con el espacio que esperaba ser llenado con nuestras cosas. Me apresuré a buscar las habitaciones para elegir una antes de que Josh lo haga.

Tenía tres habitaciones, una pintada de blanco y color vino, otra pintada de azul y la última de un color rosado opaco.

Definitivamente el rosado no es para mí, el blanco y el vino tampoco eran colores que me agradaban, pero el azul si que lo era y de hecho es demasiada casualidad debido a que el azul es mi color favorito.


Aparentemente el color de cada habitación muestra que era una familia pequeña quien vivía ahí antes que nosotros.

Ingresé con mis maletas para poder desempacar lo que traía y poder descansar un poco. Todo estaba despejado a excepción del lugar que ocupaba la cama y unos cuantos poster de Metálica pegados en la pared, como si el chico o chica que habitó aquí los hubiese dejado a propósito.

Me esperaba un largo tiempo para acostumbrarme a la gente y al lugar.

-¿Oye porqué tengo que usar la habitación rosa? -ingresó Josh quejándose como siempre.

-Es tu color favorito -respondo con poca importancia.

-Pero tu eres niña -dice como si fuese obvio.

-¿Porqué te importa tanto un maldito color? -pregunto con hastío cruzándome de brazos.

-No me gusta el rosa.

-A mi tampoco.

-No es justo.

-Claro que si, ahora vete, estás violando mi privacidad. -antes de que dijera otra cosa me apresuré a sacarlo y a cerrar la puerta.

Me tumbé sobre la cama y el suave acolchonado me recibió de manera brusca, como si me echara en cara que soy una desconocida.

Ni la cama me quiere.

Traté de dejar mi mente en blanco para no pensar en las cosas que tendría que hacer mañana para conseguir amistades. Tampoco se me da bien agradarle a las personas fácilmente, necesito estrategias.

Un ruido proveniente de la calle se coló por mis oídos haciendo que me desconcentrara completamente.

Se trataba de un tipo en una camioneta que bajaba con mucho cuidado unas cajas. Aparentaba tener mi edad o dos años más. Es mi oportunidad para hacer amistad.

Me arreglé un poco el cabello y la ropa, tampoco quería dar una mala impresión.

-Ya regreso -avisé a mi padre quien acomodaba unas cajas en la sala.

Caminé lento y seguro para no entrar en nerviosismo, también es muy normal en mí.

El tipo estaba muy concentrado en aquellas cajas que no notaba de mi presencia. Era unos centímetros más alto que yo, o tal vez eran metros, traía unos lentes y una camisa azul, su cabello era rizado y su piel blanca.

Me aclaré la garganta para llamar su atención.

-¡Hola! -agité la mano mientras le sonreía. Él solo se limitó a observarme como si fuera una especie de alienígena.

Okey, el momento se volvió incómodo y esa mirada suya no me ayuda en nada.




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