Mentiras, una y más mentiras....

Luces y algo más...

Cada hora, minuto y segundo que pasaba, hacía que se acercara más a la fecha límite que le habían fijado y ya no había nada para evitar lo que estaba estipulado desde hace años. El rey estaba ganando y nadie podría decir lo contrario, o de lo contrario quedarían bajo tres metros bajo el suelo.

Cada batalla era un constante recordatorio de que en cualquier momento todo empezaría a ir como se ha estado planeando. Alguien en algún lugar de Londres se encontraba desesperado y demasiado ansioso, solo quería que se llegara el día, el cual se convertiría en uno de sus preferidos. Quería mandar todo al demonio y adelantar las cosas, pero no podía ser estúpido, no ahora que estaba tan cerca de lograr una de sus metas; como él decía, el comienzo del fin para los idiotas que los subestimaron.

Por otra parte, una joven estaba indecisa de lo que tenía que hacer, se preguntaba a diario, ¿cuál sería la mejor opción para salir sin ningún rasguño de lo que se avecinaba?, Como demonios había terminado en todo ese embrollo? Pero la más importante de todas esas preguntas era, que opción iba a escoger decir la verdad y tal vez esperar a que todas las personas que quería se murieran; o escogería la otra opción, una en la cual su destino era totalmente incierto.

ALEXANDER

Estaba haciendo una misión junto con algunos del club, cuando en ese momento me llega un mensaje de amber, lo cual me pareció muy raro ya que estaba bastante claro que ella no se podía comunicar con ninguno de los que estamos aquí, ya que no podían saber que nos infiltramos. O bueno ese era el plan, no le puse mucha atención al mensaje al principio por que tenía que acabar con esto de una vez; ya que al imbécil del alessandro se le ocurrió de última hora o al idiota de Harry, ya ni se quien carajos está a cargo de todo esto.

Estaba regresando al club, cuando recordé el mensaje que me había mandado amber, así que rápidamente saqué mi celular y empecé a leerlo. Carajo como se les ocurrió hacer algo así a las dos, aunque bueno estoy hablando de esas tercas de primera.

No lo pensé mucho cuando decidí ir a donde se encontraban en este momento, sin decir a nadie. Para cuando llegue no me espere ver el cómo estaban, parecía que habían visto un maldito fantasma o al mismísimo demonio.

  • ¿Qué carajo es lo que tienen ustedes dos? – pregunte mientras me cruzaba de brazos.
  • Creo que se viene una tormenta Alex. – me respondió después de un tiempo Sarah. - y necesitamos tu ayuda. – su cara me decía todo.

No fue necesario que me dijeran más, sabía que habían hecho una tremenda estupidez y en la cual nadie saldría a salvo, pero por ellas dos haría cualquier cosa para que estuvieran a salvo.

Son lo único bueno que tengo en estos momentos.

SEBASTIAN

Con un demonio lo que me faltaba, esos imbéciles me estaban destruyendo cada uno de mis malditos planes, como podría ser eso posible si se cada uno de sus malditos movimientos. Tengo a esos cabrones diciéndome todo lo que hace ese cabron, pero en lugar que todo salga de acuerdo al plan, todo se va al carajo. Necesitaba respuestas urgentes.

Necesito deshacerme de ese imbécil y estar con mi princesa ya, lo necesito tan malditamente mal. Justo en esos momentos me encontraba en mi despacho terminando con los tramites de un embarque que necesitábamos mandar al reino unido, ya que los imbéciles que me toco por hermanos no podían hacer nada bien.

De un momento a otro entro sin permiso uno de los infiltrados que tengo con el italiano.

  • Jefe, perdimos contacto con el señor Aiden y está perdido el señor Stevens, desde ayer. – dijo casi sin aliento.
  • ¿Cómo carajos que no tienen contacto con mi hermano? Se supone que para eso están. Y el idiota de Stevens, ¿tampoco está?  – le grite.
  • No señor. De un momento a otro perdimos conexión con ellos y estamos intentando todo lo que podemos para saber lo que está sucediendo. – me respondió de inmediato, pero estaba temblando como una maldita hoja.
  • Con un demonio, ¿cómo pudo pasar esto? – simplemente negó con la cabeza.

No recibí respuesta por un largo rato, no hasta que empezó a sonar mi teléfono y lo que me dijeron no me gusto en lo absoluto, todo se me estaba yendo de las manos, uno de los jodidos cargamentos no estaba en donde se suponía, dos de los idiotas de mis hermanos estaban en quien carajo, nadie pueda darme una maldita explicación de todo lo que está sucediendo; carajo sé que todo esto tiene que ver con el italiano.

  • Jefe, tiene que escuchar esto. – me sacan de mis pensamientos.
  • Con un carajo, ¡es ese imbécil!  –se le escuchaba agitado.
  • Señor nos están empezando a rodear.
  • ¿Crees que no los vi? Con un demonio trata de quitarlos del camino y si es necesario lo hare yo mismo. – se escuchaba enojado.

Después de eso solo se empezó a escuchar cómo iba la persecución, de un momento a otro empezaron los disparos.

  • Señor lo mejor es que le comunique de esto a su hermano.
  • Con un carajo, ese imbécil no me va a vencer, no de nuevo. – se escuchaba claramente como recargaba su pistola.




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