Mentiras, una y más mentiras....

Planes rotos...

ALESSANDRO

Un año.

Un maldito año en el cual no se absolutamente nada de mi mujer, un año el cual me la he estado pasando buscándola por mar y tierra, exigiendo noticias o pistas con las cuales pueda llegar hasta mi mujer.

Pero absolutamente nadie sabe un carajo, es como si se la hubiera tragado la tierra y eso no me gusta para nada. Lo último que supimos fue que estaba con unos muertos, pero eso fue lo único que hemos sabido de ella.

Lo único bueno de estos meses es que me he estado cobrando mi venganza con los hermanitos, eso hace que una sonrisa aparezca cada que recuerdo como acabe con el hermanito preferido de Sebastián. Pero sus últimas palabras no me gustaron para nada, aun las recordaba, frescas en mi memoria como si hubiera sido ayer.

Necesito que cooperes, pequeño aiden. – mencione por cuarta vez en ese día.

¿Para qué? Si de todos modos me vas a terminar matando, la única diferencia es la forma en la que me vas a torturar. – lo dijo con una sonrisa en su cara y para qué negarlo, él tenía razón.

Buen punto. – le dedique una sonrisa ladeada. – entonces hare que supliques piedad.

Pasaron horas y el hijo de puta no se inmutaba, eso no me gusto para nada. Pero de un momento a otro el idiota se empezó a reír como loco.

¿Qué demonios te pico? –pregunto Harry, igual de desconcertado que todos los que nos encontrábamos en ese lugar.

El hecho de que ninguno de los tres, vas a estar con la hermosa de Sarah. – su sonrisa llena de sangre demostraba, que él sabía algo.

¿Qué es lo que demonios sabes aiden? – esta vez pregunto Alexander.

¿Yo? – soltó una corta carcajada. – simplemente eso, sé que ellos están más cerca de lo que parece y …

No lo deje terminar, ya que le había soltado un puñetazo para que se callara. Ya que lo que estaba soltando era mierda, eso era lo que era, pura y asquerosa mierda.

¿Quiénes son ellos? – pregunto Andrew. – aiden?

¿Quiénes más? – escupió sangre. – los originales, el mismísimo demonio en persona.

Espera…, ¿Qué ese no eres tú? – me volteo a ver Alexander.

Yo tome su puesto, cuando el “fallecido”. – dije entre comillas lo último.

Ellos ya vinieron por ella, ¿no es cierto? – mostro una sonrisa ladeada, al ver que ninguno le respondió. – ella ya está con él, ellos más bien dicho.

¿Qué es lo que tanto sabes imbécil? - pregunto furioso Harry.

Lo que siempre he sabido querido Harry. Ustedes solo fueron un simple y pequeño remplazo de lo que realmente es su familia…

Esta vez fue Harry quien lo callo de un puñetazo, pero eso no fue lo único que hizo, sino que empezó a cortarlo con alguno de los cuchillos, los cuales se encontraban en una mesita en una esquina de la habitación.

Nadie hizo nada para detenerlo, mucho menos cuando se involucró Alexander y mucho menos cuando yo me involucre.

Esa lagartija obtuvo su merecido y su hermano sabía que no debía de meterse más conmigo cuando se lo envié, para que tuviera una buena sepultura.

Aún seguía pensando en eso, ya que me generaba una cierta satisfacción el hecho de que esa pequeña mierda ya no se encontraría cerca de mi pequeña, además de que una parte de mi venganza se estaba cumpliendo. Y aunque los negocios estaban yendo por buen camino, algo me decía que este es el principio del fin.

No pude seguir con algunos asuntos pendientes, para cuando entro en mi despacho un muy enojado Harry, junto con Alexander e Isaac.

- ¿Qué es lo que ocurre? – pregunté lo más relajado que pude.

- Oh querido Alessandro, la verdadera pregunta aquí, es, que no está ocurriendo en estos momentos. – escupió Alexander.

- ¿A qué te refieres idiota? – no me estaba gustando para nada sus actitudes.

- Tenemos a la rata que entrego las primeras veces a la pequeña Sarah. – soltó con veneno en su voz.

- Dime, quien no valora tanto su vida como para el que hizo esa estupidez. – solo necesitaba un nombre para encender a esos demonios en mi interior.

Pero no me esperaba el hecho de que Alexander agarrara fuertemente a Isaac y Harry le daba un puñetazo. Eso fue lo que necesite para empezar a juntar puntos, el imbécil que valoraba poco su vida lo tenía enfrente de mí siendo golpeado por uno de mis mejores hombres y siendo sujetado por el imbécil que también quería a mi Sarah, siempre estuvo enfrente de mí.

Me sentía tan estúpido y con justa razón, deje que este imbécil junto con otros idiotas le hicieran daño a mi posición más preciada. Justamente como estaba ocurriendo de nuevo y eso me enojo demasiado.

- Harry basta. – demande.

- No, lo voy a matar por todo lo que hizo. – hace mucho que no lo veía de esa forma.

- Primero necesitamos toda la información que le podamos sacar y sabes que podemos divertirnos en el proceso. – solté, mientras trataba de no irme como Harry.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.