Mentiras, una y más mentiras....

KARMA

NARRADOR EXTERNO 

Desesperación, era la palabra perfecta que describía lo que estaba sintiendo en esos momentos, después de que le hayan dejado esa información. Todo se empezó a venir a bajo desde que le arrebataron a su mujer o eso es lo que él creía, no sabía que esto solo era una pequeña parte de lo que estaba por convertirse su vida, una que le habían planeado muy cuidadosamente, él no tendría de que preocuparse de absolutamente nada.  

Ya que la desesperación, no sería la única emoción que lo acompañaría, durante su vida durante pagaba todo lo que les debía a aquellos que, les arrebato su vida. 

ALESSANDRO 

¿Por qué demonios seguía vivo el imbécil que me engendro? Se supone que debe estar tres metros bajo en suelo, se supone que el imbécil de aiden debía de hacerlo. Aunque después de aquella última conversación que escuche, no era de más suponer que el imbécil no lo hizo, esa rata traicionera.  

¿En que más me hubo mentido? ¿Qué tanto estuvo haciendo a espaldas de mí? Necesito más información acerca de todo lo que está pasando, necesito saber cómo empezar a moverme. No me gusta esta sensación, el sentirme acorralado por todo lo que está ocurriendo, no se supone que debía de salir así, mi plan era aprueba de idiotas, ¿qué demonios fue lo que no calcule para que todo este saliendo de este modo?  

  • Señor, encontraron esto en una de las bodegas. - me entrego un pequeño sobre. 

Inmediatamente lo abrí y no me esperaba lo que se encontraba adentro. Una foto de MI mujer con el idiota de Asmodeo, demasiado juntos. Eso no me gustaba demasiado, nada está saliendo como se supone que debería. 

  • Señor.  

  • ¡¿Que carajos pasa ahora?! - que más se iba a sumar a la larga lista de las cosas que estaban saliendo mal. 

  • Necesitamos salir urgentemente hacia la bodega principal. - su voz temblaba ligeramente. 

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Primero sucede la llegada de rebeca, después el ataque a la casa, lo de mi mujer, los negocios y por último todo esto, asmodeo no sabía con quién demonios se estaba metiendo, mi paciencia tiene un límite y este ya se había pasado. Cuando lo tenga en mis manos, a ambos, desearan nunca a verse metido conmigo y con lo que es mío.  

Estaba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta de que ya estábamos cerca de la bodega, esperaba que no fuera como con la otra estupidez de la otra bodega.  

  • Señor, algo no me gusta de todo esto. - mencionaron antes de llegar. 

  • ¿Por qué dices eso? - me intrigaba lo que llegara a contestar.  

  • Por qué no veo a ninguno de nuestros hombres en los puntos estratégicos para proteger la bodega, además de que todo está demasiado silencioso. - me volteo a ver. 

Tenía tanta maldita razón, en cada maldita cosa que dijo; más sin embargo no logramos reaccionar a tiempo para evitar lo que sucedió después, aun no habíamos bajado de las camionetas, cuando empezaron a rodearnos. Instintivamente tratamos de escaparnos, rápidamente nos pusimos en marcha, íbamos lo más rápido que se podía en ese lugar, más sin embargo cada salida pensada y en la cual podríamos salir estaba cubierta por una camioneta de ellos, eso solo provoco que volteara más de una vez, a ver a mis hombres buscando en cada uno de ellos una solución de como largarnos de ahí sin resultar heridos nosotros, para mi mala suerte todos se veían igual que yo, desesperados por encontrar una salida de ese maldito lugar. 

Justo cuando todos empezaban a negar, derrotados, me di cuenta de que estaba un silencio sepulcral en el lugar, solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas; se mantuvo de ese modo por un buen rato, como esperando nuestra movida, cuando de repente de las camionetas empezaron a bajarse hombres con trajes, cada uno con un arma diferente en la mano, no basto mucho para que nos empezaran a apuntar a nosotros. 

No sabía de quien carajo estaban recibiendo las ordenes, pero basto un chiflido entre todo ese silencio para que empezaran a bajarnos a todos y obligaran a que nos arrodilláramos en fila. Obviamente todos nos resistimos, más sin embargo lograron someternos y eso no me gusto para nada, de hecho, nada de esto me estaba gustando, solo me daban más ganas de ponerle las manos encima al imbécil que está encargado de esto, más eso no evito que empezara a buscar soluciones, para poder escaparme de todo este maldito lio; cabe recalcar que cada plan era una total estupidez, cada uno de ellos era una maldita estupidez.  

No estaba prestando demasiada atención de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, estaba tan malditamente concentrado en como largarme de ese lugar que no me di cuenta de que, a la mayoría de mis hombres, si no es que todos estaban parados a mi alrededor. Impacientes de la siguiente orden y evidentemente no mía. 

Cuando me tenían justo como querían, de la camioneta principal empezaron a bajarse los causantes de esto; uno por uno, el idiota de Luke, el hijo de puta de Asmodeo, eso me causo que me empezara a reír, debí de haberlo imaginado, los que me estaban jodiendo la existencia eran los mismos que lo hicieron en el pasado; mas no esperaba ver que aún quedaba una persona en esa camioneta, lo cual provoco que mi sonrisa se desvaneciera poco a poco al darme cuenta de quien demonios se trataba, estaban jodiendome, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. Esto era una puta mentira, una jodida ilusión.  

No podía ser cierto, es que esto no lo tenía pensado. 

Nada de esto estaba malditamente bien, nada. 

Mi mujer, mi maldita mujer se estaba bajando de la misma camioneta que esos, se veía tan diferente. ¿Qué demonios le habían hecho a mi mujer? Esa pregunta rondaba en mi cabeza, hasta que fue reemplazada por unas ganas inmensas de querer ahorcar al imbécil de Asmodeo, estaba demasiado cerca de mi mujer y por qué demonios mi mujer no lo apartaba de ella?  




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