ALESSANDRO
El tiempo estaba pasando demasiado lento para mi gusto, el estar amarrado y vendado de los ojos solo estaban haciendo que me aburriera por todo lo que estaba pasando, para el colmo al parecer aun no llegábamos al dichoso lugar del cual han estado charlando los idiotas que están aquí conmigoRE.
No había intentado escaparme porque necesitaba llevarme a mi mujer en esta oportunidad que me estaban brindando aquellos imbéciles, me iría con ella muy lejos de todo esto y jamás nos encontrarían.
Al fin seriamos felices lejos de todo esto, aunque primero le preguntaría acerca de en donde se encontraba nuestro hijo, sé que ella lo tiene escondido para que no le hagan daño a mi hijo, ella es una buena madre y sé que lo tiene escondido en algún lugar.
El golpe que me di en contra del asiento, me saco rápidamente de mis pensamientos y planes a futuro, lo cual me puso en alerta ya que lo más probable es que al fin llegamos al lugar indicado, el cual no podía apreciar del todo gracias a la venda. No demoraron mucho en sacarme a jalones de la camioneta, el camino se hizo un poco más largo entre todos los jaleos y aventones que recibía por parte de ellos, pero eso muy poco me importo.
No me quitaron la venda de los ojos hasta que no estuve amarrado fuertemente en una columna del lugar, sin embargo, solo fue por unos pocos momentos, como si quisieran ver algo, cuando vieron que no diría o mostraría otra expresión que no fuera de aburrimiento me volvieron a colocar la venda y quede a oscuras de nuevo.
Después de un rato se escuchó como empezaban a llegar más personas hasta hermosa fiesta, lo cual me puso en alerta, no sabía de quien se trataban, hasta que no escuche su maldita voz.
¡Con un carajo, cállate de una maldita vez idiota! - grite harto de sus gritos.
A...Alessandro? - pregunto temerosa.
No, él papa querida. - suponía que estaba en la misma situación que yo. - al parecer encontraron tu escondite, maldita rata.
Demonios mocoso. - se le escuchaba molesto. - deja de faltarle el respeto a tus mayores.
Al parecer aún siguen peleando ustedes tres. - menciono hartado otra voz a lo lejos.
¿Viejo? - maldita sea él también estaba aquí?
Veo que aún le dices viejo. - escuche más cerca.
¿Idiota?
Maldita sea, ¿ese imbécil también estaba aquí? ¿Cuántos estábamos en este lugar? Esto no me está gustando para nada, algo anda mal, se supone que a esos idiotas jamás los volvería a ver después de nuestra última junta. Se supone que deberían de estar cumpliendo sus roles, por qué demonios estaban aquí, ¿en este maldito lugar?
El no saber qué es lo que estaba pasando no me estaba gustando para nada, necesitaba respuestas de todo esto, será que ella...
No, no, no. Jamás.
No es imposible, es demasiado improbable que hubiera pasado eso, me encargue personalmente de que eso no pasara. Necesitaba averiguar quien más está en este maldito lugar.
Vaya, genios. - el descontento se filtraba en mi voz. - se supone que deberían estar al otro lado del mundo cada uno de ustedes.
Cállate Alessandro, que tú también estas aquí. - mencionaron a un lado de mí.
Así que tú también estas aquí pequeño escurridizo. - se me escapo una pequeña risa.
No fue necesario que me contestara, si él estaba aquí me imaginaba a quien más tienen y eso no me gusto para nada, desde hace tiempo que nada me estaba gustando. Necesitaba encontrar una forma de mandarle mi ubicación a Carlo, lo necesitaba aquí, era el único que podría sacarme de aquí junto con mi mujer sin salir heridos, sabía que sería difícil mas no imposible.
Que aburrido esta esto. - escuche a lo lejos.
Y se agrega otro idiota al asunto. - bufe.
¿Alguien sabe porque demonios estamos aquí? - pregunto el idiota número tres.
¿Tú que crees imbécil? - respondió otro de inmediato.
Realmente no teníamos que pensar mucho acerca del porque demonios estábamos ahí todos, cada uno de nosotros estaba relacionado con Sarah de alguna manera; en pocas palabras estaban implicados en el grandioso plan que yo tenía y que por culpa del idiota de mi hermano no se cumplió al pie de la letra, razón por la que estábamos aquí.
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Bien, yo opino que juguemos a algo. - volvió a abrir su boca el imbécil ese. - que dicen? Esto está muy aburrido.
Cállate. - respondió alguien por mí.
Carajo, porque me callas idiota?!
Porque quiero. - respondió simple.
Después de eso empezaron a pelear por cuarta vez en lo que llevamos aquí, demasiado tiempo para mi gusto, no sabía qué demonios estaba pasando, ¿cómo carajo nos habían encontrado a todos? Y lo más importante, donde se encontraba Carlo, se estaba tardando demasiado en venir por mí.
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Editado: 09.07.2022