Mentiras Verdaderas.

Capítulo Cinco

Capítulo V

 

 

7 años después…

 

 

Lo único que se escuchaba dentro de ese auto eran los gritos de Alex junto a sus amigos mientras corrían esa carrera ilegal.

Luego de que Alan le haya dado esa Tarjeta, haciéndole una cuenta bancaria, Alex ha sido un descontrol por completo, sin quitar el hecho de que también se volvió un completo asesino de primera. Sin dejar huellas, sin dejar rastros, evidencia, nada.

Llegando casi a la meta de la carrera el auto que se encontraba detrás de ellos, aparece repentinamente enfrente ganando la carrera.

– No puedo creerlo-todos se quejan llegando en segundo lugar bajándose molestos, golpeando la mayoría de las cosas que se encontraban en su camino.

– La próxima conduciré yo-Alex levanta las cejas sonriendo un poco-¿Qué es tan gracioso?

– Si quieres morir, conduce tú. Yo los traje a todos ustedes sanos y salvos. Mira al equipo cinco-señala el auto que se encontraba a unas tres calles, con sus ruedas hacia arriba dado vuelta y sumamente destruido.

Se observan por unos minutos verdaderamente molestos, hasta que Alex siente en su bolsillo derecho una vibración molesta. Mira su teléfono y es Alan.

– Padre-su voz es demasiada coqueta y cambió mucho en la forma en la que se dirigía a él.

– Te enviaré una dirección, se llama James Garred-sin decir nada más, Alex ya sabía lo que tenía que hacer.

– Oye Eric, tengo que irme. Tengo una cuenta de banco que rellenar-le giña un ojo sonriendo chocando con una chica bien vestida. Morena, alta, con un vestido al cuerpo dejando ver su cuerpo bien desarrollado-Hola linda-sin poder evitarlo se distrae saludando a la morena.

– Hola muchacho ¿Estás libre esta noche? No cobro mucho-este le muestra su cara de que finge pensar hasta que niega-es una lástima.

– Lo lamento-habla con sarcasmo para irse. Se sube a su auto y se va de ahí sin dejar rastros de su presencia.

Llegando a la dirección que Alan le envió, iba preparando el arma de apoco, ya que la tenía desarmada. La carga estacionando frente a un edificio repleto de personas, la esconde en su pantalón y se baja.

La iluminación es tan perfecta que hasta combina con el lugar y con las personas, pero no debía concentrarse en eso, sino en James.

– Lo siento ¿Puede darme su invitación? Solo invitados-un grandulón coloca su mano en su pecho deteniéndolo impidiéndole el paso.

– Creo que la olvidé en mi auto-miente-iré a buscarla-se aleja yendo a un callejón oscuro buscando alguna puerta de emergencia del edificio, pero luego de unos minutos la encuentra dándose cuenta que tiene seguro. La golpea fuertemente con su pie para luego entrar.

 Saca su arma de su pantalón en busca de James, pero era casi imposible encontrarlo en ese lugar del edificio. Sino que en su oficina, en alguna habitación con alguna mujer o haciendo negocios baratos. Eran las primeras opciones que se le cruzaban a Alex en ese momento.

Se encamina hacia el ascensor, presiona un botón y justo antes de que se cierren las puertas, el señor James Garred coloca su mano entre las puertas para que estas no se cierren.

– Lo lamento, necesito llegar a mi oficina rápido-pasa junto con un niño de unos 9 años de edad, o eso parecía para Alex-¿Te invitó mi esposa? Porque no te conozco-agrega con desconfianza.

– No lo creo-muestra su arma apuntando a su cuello provocando que el niño comience a llorar-pero creo que conoce a mi padre-sonríe para luego presionar el gatillo salpicando sangre a su rostro y llenando de sangre al pequeño niño-¿Debo decir algo reconfortante por tu perdida? Oh sí. “Mira al cielo y sonríe, porque alguien te cuida desde ahí” Pero lamento decirte que tu padre no irá al cielo por todos los pecados que cometió-sonríe como loco apuntando al niño con su arma-¿Tengo que matarte a ti también? Eso no estaba en el plan, pero temo que hables-acaricia su cabello con el cañón mientras las lágrimas de él caían sobre el arma.

– Juro que no voy a hablar, lo prometo enserio-pasa su pequeña manga por su nariz.

– Eres igual a este hombre que se hace llamar tu padre…

– No es mi padre-lo interrumpe sin parar de llorar, es mi tío. Iba a ir a su oficina a buscar unos papeles que le pidió mi papá y le pedí acompañarlo. James no es mi padre.

– Suerte por ti, pero no puedo dejarte vivo, viste mucho-carga el arma colocando su dedo en el gatillo cuando las puertas se abren.

– Hay por dios-Alex no mira para no ser reconocido y sale corriendo sin más.

Fue un enorme error dejar a ese niño vivo, pero no podía matarlo. Hasta ahora, todas las personas que mató Alex, eran mayores que él. Nunca mató a alguien menor y menos cuando tienen menos de diez años. Era el primer error que cometía dentro de los siete años que trabajaba para Alan.

Abre la puerta principal de su casa, entra y la cierra detrás de él. Sentía mucho estrés, ese niño era su estrés. Debía matarlo, pero no ahora.

– Te dignaste a volver a tu casa-con sus brazos cruzados y sentada en los primeros escalones de las escaleras.

– Sam, pensé que estabas dormida-se acerca esperando una respuesta.

– ¿Dormida? No, es muy temprano para dormir-se pone de pie quedando a su altura ya que este le sacaba una cabeza-La pregunta es… ¿Tú de dónde vienes?

– No creo que a ti te importe-le giña un ojo para después subir por las escaleras, cuando al llegar al segundo piso se encuentra con una figura masculina-¿Eric? ¿Qué haces aquí?

– Va a salir conmigo-La voz de Samanta interrumpe sus pensamientos repitiendo una y otra vez la idea de que van a salir juntos-lo estaba esperando a él aquí sentada, no a ti.

– ¿Es una broma?-susurra para que solo su amigo lo escuche, pero este niega con una sonrisa coqueta-Eric.

– Buenas noches amigo-coloca su mano en su hombro sonriendo-duerme bien, porque yo lo haré-presiona levemente y sin decir más nada baja las escaleras, toma la mano de Sam y sale de ahí.




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