Mentiras Verdaderas.

Capítulo Seis

Capítulo VI

 

 

Ya cerca del avión y casi a punto de subir, suena su teléfono. Observa quién es y decide guardarlo nuevamente en su bolsillo evitando contentar, pero antes recapacita y lo apaga subiendo al avión.

No era la primera vez que viajaba al exterior. Lo había hecho con Alan y Mía, mientras que Sam estaba en algún viaje con sus amigas o escolares. Aún recuerda su primer viaje. Fue un buen recuerdo para él.

 

 

– ¿Qué hacemos aquí?-no dejaba de observar el lugar lleno de bolsas de boxeo, rejas con un poco de sangre, como si de alguna forma jugaran a muerte ahí dentro-No renuncié, ¿Pero vas a matarme?

– Te entrenarán-la sonrisa de Alex se desvanece ante saber que lo golpearán-no hay mucho tiempo. Así que hay que aprovechar todo el tiempo que podamos-se quita el saco y se coloca unos guantes, mientras que “su ayudante” también le entrega a Alex un par de guantes.

– Antes de que me golpees, recuerda que…-un golpe en seco interrumpe en su rostro haciendo sangrar su labio inferior.

– Nunca te desconcentres al intentar hablar con tu oponente. Y si lo haces, hazlo de una forma que él pueda desconcentrarse y tú ganes-Alex intenta devolver el golpe, pero Alan lo esquiva rápidamente golpeando sus costillas cayendo al suelo.

– Podrías enseñarme los movimientos y las técnicas, pero decides golpearme…-lo ayuda a ponerse de píe y en cuando logra estabilizarse, golpea su rodilla e intenta dejar otro golpe en seco en su rostro pero se contiene dejando su puño a pocos centímetros de su cara.

– No te dejes engañar por tu oponente-Alex sin dudar golpea la rodilla de Alan, flaqueando para luego golpear su rostro con todas sus fuerzas.

– No-afirma él ante lo que dijo de no ser engañado por el oponente.

– No terminaremos este mes. Vendremos dos veces al año-afirma mientras intenta quitarse los guantes, pero cuando de reojo observa que Alan quiere golpearlo, bloquea el golpe con ambos brazos-al menos sabes bloquear los golpes.

– Sí, como tú digas-ambos se quitan los guantes mientras se tocaban el rostro con algo de sangre para comenzar a reír juntos.

 

 

Ese día había vuelto con casi todos los moretones de su vida. Pero a Alex le encantó llevándole a la mente que dentro de dos meses tendrían que ir nuevamente a ese lugar. Había aprendido mucho y muchas técnicas nuevas que quería enseñarle a Alan. Solo tenía que llegar el día.

 

 

(…)

 

 

– Espero que haya tenido un buen y cómodo viaje-Alex sonríe agradeciendo para bajar y ver todas las iluminaciones. Había visitado muchos lugares, pero Londres nunca.

Ya dentro de un taxi, se va a un hotel, se instala y toma asiento en un sillón de la habitación. Ver que otra vez esa persona lo llamó, le resultaba extraño. Habían pasado meses y aún lo seguía llamando. Deja su teléfono en la pequeña mesa frente a los muebles y se encamina al baño por una ducha.

Ya listo, mientras seca su cabello, su móvil comienza a sonar descontroladamente dejando ver otra vez  ese número que odia. No la había agendado ¿Por qué? Simple, porque la odiaba. No contesta en ningún momento y este deja de sonar.

Lo toma nuevamente entre sus manos y llama a Mía, que luego de unos segundos contesta.

– ¿Llegaste bien?-Alex asiente-¿Cenaste?

– No, llegué hace unas horas. Me duché y…-el timbre de su departamento comienza a sonar y por decir que acaba de llegar a un país en el cual nunca había estado… ¿Quién podría ser?-mamá te llamo luego-sin esperar una respuesta cuelga.

La única respuesta que se le ocurría en la cabeza era que Alan haya advertido que lo envió para matar a Eduar y que ahora lo intentaban cazar a él. Busca su arma en su mochila, revisa si está cargada y solo se acerca a la puerta.

Quita el seguro y abre lentamente, mientras esconde su arma detrás de él.

– ¿Quién…?-no logra terminar su pregunta cuando disparan hacia la puerta y él ni siquiera dudo en disparar. Ambas armas tenían silenciador-Así que viniste preparado-comenta para él solo mientras se cubre con uno de los sillones para que entre a la habitación dejando ver un cuerpo todo vestido de negro, con una máscara que cubre toda su cabeza-no dispararé, si tu no lo haces.

Teniéndose frente a frente, ambos dejan su arma en el suelo, pero este comienza a golpear a Alex. Ahora entiende más que nunca lo que le dijo Alan. No te dejes engañar por tu oponente. Ambos comienzan a pelear sin control rompiendo muchos muebles y cosas sin importancia.

En un giro cuando Alex intenta quitarle la máscara, este saca una navaja de su bolsillo y lo clava en su pierna. Alex toca la zona afectada, pero no lo suelta. Luego de unos golpes que sin duda dejarían moretones, Alex toma su arma y golpea la cabeza del sujeto dejándolo inconsciente.

No pensó que así sería la primera impresión que tendría de Londres. Cierra la puerta con seguro nuevamente, acomoda un poco los muebles y en ningún momento esa persona despertó. Aprovecha para quitarle la máscara y dejar ver un rostro femenino.

Alex dejándose llevar por la sorpresa abre sus ojos más de lo normal y cubre su boca. No podía creer que había golpeado a una chica, como si hubiese peleado con otro hombre. La levanta, la sienta en el sillón esposándola mientras espera frente a ella que despierta para obtener respuestas.

Cuando nota que abre los ojos, se pone de pie rascando su cabeza.

– Me habían dicho que no eras tan bueno peleando, se equivocaron-este ríe sarcásticamente.

– De haber sabido que eras una mujer, te hubiese dejado ganar-toma asiento otra vez-Te dejaré ir si respondes…

– ¿Quién me envió?-termina la pregunta que Alex nunca hace-El señor Ray dijo que enviaría a una persona a matar al señor Eduar Great. Cuando llegaste supe que eras tú-Alex arquea sus cejas ante las rápidas respuestas de la chica. Nadie confiesa tan rápido a menos que tenga algo planeado.




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