Mentiras Verdaderas.

Capítulo Siete

Capítulo VII

 

 

Otro día más en Londres. Con Sam, la chica que ama, logró su objetivo de matar a Eduar y ya podía volver, pero algo de él le decía que aún no era el momento. Debía decirle algo a Sam pero no sabía cómo.

– Sam-posa su mentón en el hombro de la chica mientras cocinaba-¿Puedo hablar contigo?

– Claro, dime-quería decirle que Alan le ordenaba asesinar a personas, que era algo que a él le fascinaba, pero iba a arruinar su relación. No solo como hermanos, sino también como amantes-¿Todo está bien?-gira quedando frente a él.

– Hace unos días te dije el por qué vine a Londres-asiente confiada-la verdad es que…

– No quiero saberlo-coloca su mano interrumpiendo su confesión-si tienes que mantenerlo en secreto y no debo saberlo, pues no me digas-gira nuevamente dándole la espalda.

Alex en ese momento se sintió sumamente rechazado. Traga grueso y decide tomar asiento en el sillón para entretenerse con su teléfono.

Rechazo.

Ese era el único sentimiento que sentía Alex. Lo hiso recordar cuando iba a la secundaria y era el típico chico malo que ilusionaba a cualquier chica, para luego acostarse con ella y ya. Pero había una que lo rechazó por completo en la cafetería. Cuando el primer día en el que conocieron habían tenido sexo. Sí. Era Sam.

Confesó como se sentía por primera vez cuando mató a su amigo y luego en la cafetería de su escuela dejándolo en ridículo.

Lo bueno que podía decir es que no podía decir que estaba avergonzado y que se burlaban de él porque nadie lo oyó. Ya que para todo el mundo, ambos son nada más y nada menos que tan solo hermanos.

Solo podía decir que era un sentimiento doloroso. Ser rechazado por la chica que le gusta, era más que doloroso y vergonzoso. Pensó que sus sentimientos hacia Sam eran solo temporarios pero no. La amaba de verdad y cada vez que se acostaba con una chica pensaba e imaginaba que era ella.

– Alex-habla por tercera vez-¿Qué te ocurre? La cena ya está lista.

Lo único que Alex podía hacer para que esos sentimientos desaparezcan era alejarse.

Alejarse era igual a no verla seguido.

No verla seguido era extrañarla.

Extrañarla a Sam era doloroso.

Y odiaba que sea un dolor emocional y no físico. Porque no era tan fácil de curar como una apuñalada o una herida de bala, en el caso de Alex. Al menos debía hacer que su última vez juntos sea inolvidable y que nunca se borre de su mente. Quería estar lo más cerca que podía de Sam.

Sin poder soportar más tiempo y sin dudar de sí mismo, la toma desprevenida besándola con lujuria como nunca antes la había besado, mientras que ella solo corresponde sin peros. Coloca sus manos en su cintura levantándola así ella enrollaba sus piernas en su cadera. Era esa adrenalina, ese placer que Alex extrañaba de Sam. La última vez que se habían acostado juntos fue antes de que comience a trabajar con Alan. Sam comenzó a salir con chicos que se olvidó de él y él solo se concentraba en los trabajos de su padre, pero la chispa de ambos nunca se apagó.

Sin evitarlo, sus pies se movían solos caminando hacia la cama dejándola lentamente y cuidadosamente sobre esta.

De sus labios pasó a su cuello dejando besos calientes hasta su clavícula. Por instinto ambos se quitan su vestimenta y mientras que ella lo hacía él solo la observaba y los recuerdos de cuando la conoció y lo hicieron por primera vez juntos le hace formar una sonrisa sincera pero lleno de alegría y miles de sentimientos y emociones.

– Había extrañado esto-comenta para colocar sus manos en su nuca jalando las hembras de su cabello.

– Hace mucho tiempo que no examino tu cuerpo. Ha cambiado tanto-ella nota como sus ojos se cristalizan rápidamente-haré que esta noche sea inolvidable para ambos.

Sin seguir con la charla se pusieron en acción dejando la conversación para otro momento. Sin duda el que más disfrutaba era Alex, extrañaba todo de Sam. Sus movimientos, su voz, su cuerpo, todo de ella. A veces pensaba que era su adicción y que solo tenía atracción sexual hacia ella, pero lo confirmó hace tiempo.

 

– Por dios-se queja mientras limpia todo el líquido que se encontraba en su ropa por culpa de nerd de la escuela.

– ¿Estás bien? Enserio lo lamento. No quise hacerlo-se disculpa mientras acomoda sus gafas negras.

– No te preocupes. Te debo una bebida-el chico frunce el ceño-por mi culpa tu bebida está en mi vestido y si no hubiese chocado contigo tendrías tu refresco en tu mano aún.

– ¿Qué ocurre aquí?-Alex llega al rescate posando su mano en la cadera de Sam presionando levemente con una sonrisa en su rostro.

– No es nada, hermano-agrega llevándose al nerd a la zona de refrescos de la escuela.

– Por favor, Sam. Es la fiesta de despedida, tienes que estar contenta, no amargues la noche-pide a suplicas mientras esta le compra una nueva bebida al chico que chocó anteriormente.

– Gracias Sam, lo lamento enserio. Nos vemos luego-saluda amablemente desapareciendo.

– Alex, no amargo la noche, tú eres el insoportable. Déjame disfrutar de la fiesta ¿Sí?-habla por última vez para luego desaparecer entre todas las personas.

Había sido muy dura con él, pero a Alex le gustaba su forma ruda de ser. Le gustaba que fuese más atenta con él que con el chico nerd.

 

 Desde que llegó a esa casa, no pensó que iba a volverse tan sensible de esa forma. De estar a los pies de una chica, que ama, pero que todos conocen como su hermana cuando no lo es, o eso pensaba Alex.

Le dolía mucho que esa fuera la última vez que la veía, era la última vez que sentía su cuerpo junto a él. La iba a extrañar tanto pero no quería ponerla en peligro. Quería alejarla.

 

(…)

 

– Sam-habla mientras se pone de pie para caminar hacia la puerta del baño en donde se encontraba su hermana-¿Estás bien? Hace un buen rato que estás metida ahí dentro ¿Puedo entrar?




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