Mentiras Verdaderas.

Capítulo Ocho.

 

Capítulo VIII

 

 

 

– Alan, si hubieras trabajado conmigo ella ya estaría aquí.

– No hables.

– ¡Hace más de seis meses que la tiene y no has ideado ningún plan! Dante no es tan ingenioso como dices.

– No, puede que no lo sea pero todos los días convence a Isabel de no matar a tu hermana.

– Pude haber ido contigo, fingir una herida y ya ¿Por qué tanto enredo?

– Un Gracias estaría bien Alex-aparece Dante de la nada entrando como si fuera el dueño de la oficina-te dije que no te metieras en nuestros asuntos. Ya entiendo-sonríe coqueto-¿No quieres que Alan se entere? ¿O quieres tenerla lo más pronto posible para que ambos estén a salvo?

– ¿Ambos? ¿De qué hablas Dante? ¿Quieres que Isabel también esté bien?-enfoca su mirada molesto hacia su hijo.

– No hablo de Isabel-comienza a reír como loco-Hablo de tu hija y tu futuro nieto-sus últimas palabras provocan que Alex impacte su puño en el rostro de su colega sin piedad.

– Dije que te mataría, puedo solucionar esto solo-se coloca encima de él golpeándolo sin control hasta no ver que sangre salga de su boca no iba a parar o hasta que deje de respirar.

No era de asesinar a las personas a golpes. Siempre era limpio en ese sentido de usar su arma y no dejar huellas. Pero quería que supieran quien lo mató a Dante. Sam le dijo a él que estaba embarazada de Eric, mucho antes de que le diga a él.

– Alex, suéltalo-ordena Alan mientras que este solo hace oídos sordos-¡Alex!-toma el cuello de su camisa y lo estampa contra la pared-te dije que pares. Te lo ordené. Lo único que lograrás es matarlo y lo necesitamos.

– No necesitamos a un parasito como él.

– Sí, y más ahora que sé que tu hermana está embarazada y solo espero que recuerdes muy bien lo que te dije antes de contratarte cuando tenías 17 años-Alex nota como su voz va volviéndose más fría, pero tranquila y su volumen disminuye para que solo él lo escuche-espero que no sea tuyo. Eso es lo único que espero porque sabes lo que te dije. No puede quedar embarazada y menos de ti. Te dije que uno de los dos iba a terminar muerto si eso pasaba.

– Mátame-suelta luego de que termina de hablar.

– ¿Eso qué quiere decir?-presiona cada vez más su cuello arrugando por completo su camisa.

– Solo hazlo. No es mío y eso me duele más que no poder estar con ella-confiesa tensando su mandíbula. La cara de confusión de su padre lo obligan a confesar de quien se trata-es de Eric.

– Dante voy a pedirte que te retires unos minutos-habla Alan de forma distinta y solo espera a que salga de la oficina todo adolorido y casi muerto-¿Cómo?-un silencio incómodo invade la habitación pero iba a ser para peor si no hablaba.

– Sam me dijo que esa noche cuando me enviaste a matar a James Garred, dejé a un niño que me vio y estaba ideando un plan para matarlo, pero cuando llegué ella estaba sentada en las escaleras. Estaba Eric y ambos se fueron a una fiesta, nunca vi el momento en el que volvieron solo me dijo cuando fui a Londres. Eric le envió un mensaje que se había acostado con ella luego de haberla drogado…

– ¿La drogó?

– No estoy seguro si fue él. Me dijo que fue alguien de la fiesta pero no sabe si fue él. Y ella no le respondió el mensaje, pero comenzó con nauseas, vómitos y no tengo idea de qué más.

– Eso quiere decir que Eric abusó de ella estando ebria-rasca su pera intentando pensar cómo resolver eso, que ya no tenía ninguna solución-eso quiere decir que no ha podido abortarlo porque Isabel la secuestró. Tal vez pensó en eso pero ella arruinó sus planes.

– No tengo idea de cuantas semanas tenía cuando me dijo, pero si queremos que ambos lleguen a salvo debemos idear un plan más rápido y sencillo que el que estás planeando con Dante.

Su conversación se termina al ver una figura idéntica a la del mejor amigo de Alex, Eric, entrar a la oficina con duda y miedo observando todo como si de una casa embrujada se tratase.

– Dante me pidió que viniera aquí, a un lugar al que nunca vine-menciona lo última casi a susurros sin dejar de observar ningún detalle.

– Eric, toma asiento-cada paso que daba era más que peligroso en esa oficina. Llena de armas y cuadros sumamente caros, junto a los muebles de edición limitada-Vamos a jugar un juego…-menciona de la nada abriendo un cajón de su escritorio sacando un arma. Verifica si está cargada y quita todas la balas del tambor frente a él-¿Conoces la ruleta rusa?-coloca una bala girando el tambor sin mirar para apuntar a su cabeza.

– Alex-levanta ambas manos observando el arma y a su amigo-¿He hecho algo que molestó a tu padre?

– ¿Y aún lo preguntas?-este más confundida baja sus manos bruscamente antes de escuchar el sonido del gatillo ser presionado pero sin ninguna bala saliendo del cañón.

– Veo que te salvaste esta vez-gira nuevamente el tambor provocando ansiedad en el chico.

– Alto, es enserio ¿Qué hice señor Rey?

– Abusar de mi hija luego de haberla drogado-saca otra arma rápidamente de su cajón y apunta. Alex sin pensar dos veces toma el arma justo en el momento del disparo dando por resultado un agujero en el techo.

– Juro que no drogué a su hija y menos abusar de ella-su amigo rueda los ojos. Lo conocía muy bien y sabía que era verdad.

– Pues dime lo que pasó esa noche-ordena Alan dejando ambas armas sobre el escritorio.

– Esa noche ambos fuimos a un bar en el centro de la ciudad, está muy cerca de la escuela. Comenzamos a tomar y antes de emborracharme del todo veo como comienza a actuar raro, ella estaba muy ebria y miré la bebida que le dieron, era muy raro que se emborrache muy rápido con tan solo un vaso. No vi nada y solo pensé que ya había tomado aquí antes de que salgamos-piensa en detenerse por su propio bien, pero Alan le hace una seña con su mano de continuar-cuando era la hora de irnos, ella ya estaba sumamente ebria que dudo que recuerde lo que pasó.




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