Mentiras Verdaderas.

Capítulo Catorce.

 

Capítulo XIV

 

 

Apuntes…

Los apuntes sirven mucho a la hora de estudiar y Alex lo podía confirmar. Tenía apuntes de todo lo que hiso y lo que no, junto a Sam, y en ningún momento ella mostró cierto interés hacia Dantes. Solo lo veía como el compañero de trabajo de su padre, o eso creyó él mientras pensaba.

Aún no podía, o no quería creer que Wally era la consecuencia de Dante y Sam juntos. Solo creyó en lo que Eric le había dicho, creyendo en su palabra de que su amigo no abusó de su hermana, Sam.

Lo conocía muy bien para creer que hubiese acosa sexualmente a cualquier chica, pero no llegaría a abusar de ellas. Él no era un chico con principios, en cambio Alex y Dante sí, pero con lo que pasó en la fiesta, supo que el padre de Wally tiro todo principio a la basura.

Volviendo a lo que estuvo pensando todas estas horas era ¿En dónde podría estar el cuerpo? Dante e Isabel estaban muertos y nunca sabrían en dónde la habrán querido llevar.

– ¿Y si observamos por las cámaras del hospital?-preguntó Eric con las manos en su cabeza dudando de sus propias palabras.

– Debes de estar bromeando-bufó medio molesto-ese fue nuestro primer plan, pero tienes que recordar que no somos de aquí, no tenemos justificación del por qué ver esas cámaras y si nos ve la policía, estamos fritos.

– Aunque…-ladeó su cabeza pensando-podemos usar mi placa, decir que es una operación encubierta y si por alguna razón quieren confirmarla, llaman a tu madre, ahora que lo sabe. Va a ser complicado, pero tenemos nuestros expedientes limpios, menos Eric-agrega algo disgustado mientras lo señala-pero nosotros podemos ver las cámaras y que Eric vigile a Wally.

– No sería una mala idea.

– Recuerden que yo les di la idea-se queja- ¿Y por qué no puedo ir con ustedes? Necesitarán a un genio en la misión…

– Tus antecedentes…-soltó Alex algo obvio.

– Carreras ilegales, conducir ebrio, multas por exceso de velocidad, por ignorar señales de tránsito ¿continuo?-soltó como si conociera su caso de pies a cabeza, aunque así era.

– Bien, cuidaré al bebé-se queja nuevamente.

– Prepara tu placa, saldremos ahora-asintió con su cabeza y sin más salieron hacia su auto. Subieron, Alex aceleró y se dirigieron hacia la ciudad.

Ocho treinta Am. Alex junto a Carl estaban en camino hacia la estación de policía.

Luego de unos largos kilómetros, llegaron a la estación central. Estaciona el auto, bajan y caminando por el enorme estacionamiento hacia la puerta de entrada.

–Alex-este lo mira-¿Adivina a quién encontré?-acomoda sus gafas de sol para observar de quien se trataba y no era nadie más que la rubia. Karen.

Traga grueso al ver como se acercaba. Su hermoso y perfecto cuerpo lo cautivó. Esa camisa azul al cuerpo y un pantalón de jeans negro dejando ver su definida cintura, junto a su cabello recogido en una coleta alta dejando dos pequeños pechones a los costados.

Mientras que por el lado de la rubia, sus ojos veían una no, sino dos obras de arte. Ambos con chaquetas de cuero negra, camisa del mismo color, al igual que sus jeans.

Los escanea de pies a cabeza antes de llegar a ellos, viendo que hacen dúo de los hombres de negro. Zapatos del mismo color que toda su vestimenta, pulidos, lentes de sol y el cabello bien peinado, pero solo aplica con Carl, Alex tenía el cabello alborotado lo que provocó un cosquilleo en la muchacha.

Al ver que le pusieron un ojo encima, pararon en seco exigiendo su presencia con la mirada fría y penetrante que ambos tenían.

– Esto es una estación de policías, no un funeral-habla ya frente a ambos-¿Vienen a entregarse? Con mucho gusto comienzo el papeleo.

– Lamento arruinarte el día-baja sus gafas dejando ver sus orbes verdes-venimos a hablar con tu superior-sonríe coqueto.

– Como si tuvieras el derecho…

– De hecho sí-interrumpe Carl colocando las gafas en el bolsillo interno de la chaqueta-veo no sabes mucho de leyes, siendo policía.

– No voy a discutir contigo-agregó molesta-solo síganme, no los encarcelo porque…

– ¿Por qué no hicimos nada malo, Rubia?-pensando que tenía toda la paciencia del mundo, estaba más que equivocado. Esas palabras fueron el detonante para que Karen los haga esperar en una pequeña celda que se encontraba en la estación.

– ¿No te han enseñado a mantenerte en silencio?-posado en la fría pared con sus brazos cruzados espera una respuesta de su amigo.

– No creí que nos traería a una celda realmente, pensé…

– Alex-vuelve a interrumpir-no pienses, arruinas el plan-frota su frente con sus manos.

Luego de unos minutos en silencio, Carl cierra los ojos en busca de paciencia pero el zapato de Alex no se lo permite, impactando una y otra vez contra el suelo. Solo rogaba internamente para que tome asiento o que se mantenga quieto, pero nadie allá arriba lo escuchaba ya que seguía.

– ¿Tú eres el policía?-una voz desconocida hace que abra sus ojos viendo del otro lado de las rejas a un hombre obeso, con una dona en su mano, junto a un pequeño vaso con café.

– Le responderé cuando me saque de aquí-su compañero de celda comenzó a reír en voz baja por la forma en la que se comunicaba con el otro policía.

– No veo que seas policías. Te ves muy joven para ser uno…y estás en la pubertad-soltó de la nada provocando una carcajada en Alex. Hacía mucho que él no se reía de esa forma, pero por alguna razón le dio mucha risa que haya dicho eso de Carl.

Por otro lado, Karen escuchó la risa del castaño y observó de reojo. Esa risa era música para sus oídos, tan perfecta.

– Solo veré qué puedo hacer-le da un mordisco a la dona y se va.

Ese hombre desaparece del rango de visión de ambos chicos, pero aparece nuevamente la rubia provocando suspiros pesados por parte de Alex.

– ¿Se están divirtiendo ahí dentro?-las bromas y las burlas de la joven detective, hace que el chico que soltó una carcajada anteriormente, golpee con fuerza la rejas lastimando su mano y asustándola.




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