Mentiras Verdaderas.

Capítulo Dieciséis

 

Cápitulo XVI

 

 

 

Ya habían pasado cinco días y, luego de ver las grabaciones, lograron ver a un hombre vestido de negro, llevándola en un auto gris. No lograron localizar la matrícula del vehículo y solo tenían dos días para encontrar el cuerpo. Alex en cada pista que encontraba más le costaba entrar en la realidad, no podía concentrarse y no podía comunicarse con Mía.

Con el raro momento que compartió con Karen, no volvió a pasar. Ella solo los ayudaba por órdenes de su jefe y por Alex. Pero ninguno de los dos habló sobre lo ocurrido.

 – Gracias por su ayuda, señor-agradeció Carl saliendo de la oficina del señor Izán, el jefe de Karen.

Alex le siguió la corriente agradeciéndole estrechando su mano viendo un lujoso y caro anillo en su dedo índice. Restándole importancia, soltó su mano para seguir a su amigo y salir de la estación.

No se sentía para nada bien. Tenía jaqueca, dolores en su cuerpo, no sabía qué pensar y estaba muy indeciso, lo que era raro viniendo de él.

– No tenemos ninguna pista nueva, tenemos pocos días y si seguimos aquí estaremos en problemas-comentó Carl subiendo al auto para conducir de nuevo al motel-¿Seguro que quieres seguir?

– Tan solo déjame ver las grabaciones por última vez-habló cerrando la puerta-no quiero pasar nada por alto.

– Las has visto más de tres veces ¿Qué detalle pudiste haber pasado por alto?

Su amigo no respondió y tan solo comenzó a conducir. El viaje fue sumamente largo para Alex, sin pronunciar una sola palabra ni hacer nada. Solo con sus ojos cerrados.

Al llegar ambos bajaron y entraron a su habitación reservada. Localizaron a Eric dormido en el sofá junto a Wally, también dormido, en su cuna. Tomaron la computadora de Carl y miraron juntos otra vez las grabaciones del hospital.

Vieron al hombre de negro llevarse el cuerpo de Sam en una silla de ruedas como si fuera una paciente. Salen al estacionamiento hacia un auto jaguar, color gris, la sube, observa que nadie lo esté vigilando y se va. Lo que era sospechoso para Alex era que fue solo una persona quien robo su cuerpo, y parecía una persona normal.

– Debo hacerte caso-Frustrado, cierra la computadora y la deja sobre el sofá.

– No sabemos quién es, ni en donde…-una idea venía a la mente de Carl haciendo que golpee sus manos entre sí, demostrando que tenía una idea-podemos pedir las cámaras de seguridad de las calles o de alguna tienda y ver hacia dónde se fue. Va a tardar más de lo esperado, pero tendremos una respuesta-segundos después de celebrar por tener una idea, Eric calló al suelo, mientras que Wally solo siguió durmiendo.

– Carl, no es porque no importa, sí me importa y mucho. Pero tendríamos que dejar todo esto aquí. Ella está muerta y por más que intentemos encontrarla, eso no la traerá a la vida-confiesa algo agotado mirando a su amigo poniéndose de pie.

– Tú eres el que siempre insiste en estas cosas, pero ahora veo que te rendiste…

– No es por entrometerme, pero Alex no se rinde con facilidad, sabe que no llegaremos a ninguna parte al saber la verdad-interrumpió Eric quedando frente a Carl-lo conozco mejor que nadie y sé que si él dice algo, es por una sola razón.

– ¿Eso crees? Ha cometido muchos errores últimamente y si nosotros hubiésemos querido dejar esto aquí, él ya nos hubiese detenido diciendo que no vale la pena rendirse o darse por vencido. Lo conoces por su personalidad, pero yo lo conozco por sus acciones ¿Quién crees que lo conoce mejor?-Eric cerró su puño a punto de golpearlo solo por sonar igual a Alan. Ambos se asesinaban con la miradas frías, que en ninguna se podía ver miedo u otro sentimiento débil, solo odio, rencor, furia, frialdad y muchas más.

– Deténganse los dos. En dos días nos iremos y dejaremos las cosas aquí-ordena casi a gritos medio molesto despertando a Wally.

Sabiendo que el bebé iba a estar en buenas manos, se encaminó hacia su habitación comenzando a ordenar sus maletas. En un rincón de la habitación, detrás de un closet localizó una maleta morada. Se acercó tomándola entre sus brazos viendo que estaba llena de manchas y tierra. Le dejó en el piso y la abrió.

Se encontró con millones de cosas que reconoció en segundos. Esa maleta era de Sam. Tomó entre sus manos un pequeño libro, o eso creía. Comenzó a leer y descubrió que era su diario. Lo dejó enseguida debajo de todas la prendas de ropa que había llevado. Cerró la maleta, la dejó en dónde estaba y se recostó en la cama.

Su mente estaba en blanco, lo que era raro. Ya no sabía qué pensar, que sus pensamientos quedaron en blanco y de repente su mente se enfocó en una sola cosa o persona. Alan.

– Nada de esto habría pasado si tan solo me hubieras dejado decirle lo peligroso que era todo esto-se replicó solo. Tenía demasiadas cosas para decirle a su padre, que lo único que podía hacer era hablar consigo mismo para desahogarse.

Habían demasiadas cosas que solo sabían ellos dos. Cosas que ni Carl sabía sobre su trabajo. No podía decirle a nadie al respecto, acumulando odio y rencor hacia él mismo.

Dejándose llevar por el cansancio y demás, cerró sus ojos.

 

 

(...)

       

 

Ya pasados los siete días, para poder llevarse a Wally a casa y volver a la normalidad, o eso deseaba Alex y sus amigos.

– ¿Llevaremos todas las cosas…?-ordenando varios de los juguetes que había comprado días atrás, se pregunta si era buena idea llevarlos.

– Pregúntale a él-señaló junto a su auto, que se encontraba Alex intentando contactar a su madre.

Desde que la llamó por última vez, no volvió a tener contacto alguno con ella. Lo que le pareció raro ya que siempre lo apoyaba, no solo en su trabajo, sino también en sus problemas de adulto.

– Cargaré lo más pequeño en esta mochila y los demás juguetes los dejaré en sus respectivas cajas y las enviaré por correo a la casa de Alex-levanta sus hombros sin saber si lo que acababa de decir estaba bien.




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