Mentirosa

Capítulo 10.5

Los hermanos mayores sufrimos muchas cosas.

—¡Sen! — mire a Nessa. —¿Cómo se me ve este?

Suspire y respire la paciencia que no tengo. Entrecerré los ojos y miré su cuerpo, no tengo ni idea de cuantos vestidos lleva probándose, pero no parara hasta que alguno le satisfaga.

 —Se sincero. — advirtió, viéndome desde el reflejo del espejo.

—Sabes, no es cómodo para mí ver a mi hermanita probarse vestidos que cada vez se reducen en tamaño y en tela. — bufo.

—Esta noche voy de caza, tengo mucho estrés encima…

—No quiero escuchar eso. — la detuve. —Que te encierro en mi habitación de hotel.

—Pues me escapo por la ventana.

—En el cuarto de baño de mi habitación de hotel. Es cerrado, por lo que no tiene ventanas y la única forma de salir es por la puerta a la que le pondré 10 candados — bufo de nuevo.

—¿Se me ve bien o no? — blanqueé los ojos y volví a mirar su cuerpo.

Ahora es un vestido verde, ajustado, totalmente descubierto de la espalda y un escote moderado. Le llega hasta a la mitad de los muslos, y hasta ahora es el que mejor le cubre el culo.

—Me gusta.

Ella siguió mirándose en el espejo, parece que también comparte la misma opinión y espero ya se decida que no soporto más las pesadas miradas que tengo en la nuca.

—Tienes buen gusto, pero desde que me lo vi puesto, sabía que sería el indicado.

—Entonces, ¿para qué me lo preguntas?

—No está de más la opinión de un hombre. — me dio un tic en el ojo y los cerré unos segundos con fuerza.

—Creo que eso solo aplica si el hombre siente alguna atracción.

—¿No te sentiste caliente al verlo? — hice un sonido de asco y ella se rio. —¿Y si fuera Olivia?

Mi imaginación fue más rápida que mi razonamiento y la imagen de Olivia dentro de ese vestido, despertó algo que no debió de ser.

—Cállate.

—¿Se te ha puesto dura?

—Ella lo pagara. — dije, levantando mi mano para que alguien se acerque.

—¡¿Que?! ¡No! — bajo de la plataforma circular. —Solo estaba bromeando, eres un amargado.

—Aja. — dije sin darle interés mientras me veo las uñas mostrándome como toda una diva.

—Je vais le prendre avec moi. — dijo, haciéndole una seña a las chicas que la atienden.

Nessa entro a los vestidores y tres chicas la siguieron. Alrededor de cinco minutos después, salieron dos chicas cargando un montón de vestidos, de los cuales no reconocí ni la mitad.

Suspiré y volví a ponerle atención a la pantalla de mi móvil. Desde esta mañana, no he dejado de ver el contacto de Olivia en mi celular. Estoy pensando en invitarla a una cena, para por fin tener una conversación sobre Lia. Durante todo este tiempo no cambie mi número con la esperanza de recibir una llamada o mensaje de su parte.

¿Tendrá ella aun el mismo número?

Incluso comprobarlo me da miedo, cuando coloco el dedo sobre la opción de llamar, me paralizo y alejo el celular.

—Estoy lista. — bloque la pantalla en un movimiento rápido, lo cual le pareció sospechoso. —¿Estás viendo porno? — me pregunto con ojos acusadores.

—Creo que olvide mi tarjeta.

—¡Que solo bromeo! — bufo. —Eres guapo, pero tienes un pésimo sentido del humor. — cruzo sus brazos sobre su pecho. —Anda, vamos a pagar.

Camino hasta el mostrador y mientras la seguía, saque mi tarjeta de la cartera. Se la entregué a la chica, quien de algún modo tardo en quitármela de la mano y le dije a Nessa que la esperaba afuera.

Sali del local, dejando de sentir por fin esa presión sobre mi nuca. Respiré hondo y metí las manos a los bolsillos mientras camino curioseando los locales cercanos. Me detuve frente a una juguetería y algo en especial llamo mi atención. Lo miré unos segundos, y por el reflejo del cristal me di cuenta que sonrió como un bobo.

—Aquí, tu tarjeta. — gire a mi costado, tome mi tarjeta y volví a mirar por el cristal de la juguetería. —¿Vas a comprar algo? — pregunto, pegándose a mi brazo y tratando de captar lo que me llama la atención.

—No… lo se. — titubee.

—Es una juguetería. — no conteste lo obvio. —¿Un regalo para Lia? — pestañe un par de veces. —Hum, veo.

—No. — aclare mi garganta. —¿No crees que Olivia se moleste?

—¿Por qué? — torcí los labios y miré mis zapatos, Nessa suspiro. —Antes de que pasara lo que paso, ustedes se llevaban muy bien. Además, será para su hija y déjame decirte que esa pequeña ama los regalos.

Volví a levantar la cabeza y miré el peluche triangular en forma de un pedazo de queso. Nessa siguió mi mirada, hasta que lo encontró y se rio.

—Eso va perfecto para quesito. — la mire con una ceja arqueada.

—¿Quesito? — asintió.

—Así la llamo. — encogió los hombros. —Solo así la llamo yo, por lo que me hace sentir un poco especial.




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