Mentirosa

Capítulo 24

Me mire al espejo comprobando que todo estuviera bien. Hace uno hora mientras hacia ligeras ondas en mi cabello y me maquillaba ligeramente, tocaron a la puerta y Sen regreso con dos bolsas de la misma marca de ropa que la última vez.

Saco un hermoso vestido de color vino, es de tirantes, tiene un escote corazón y en mi cintura se ajusta perfectamente; dejando caer la tela lisa hasta mis tobillos. De la otra bolsa saco una caja que contienen un par de tacones plateados, los cuales me dan 5 cm más de altura.

—Te vez hermosa. — dijo, colocándose detrás de mí y dejando un beso en mis hombros, lo cual me erizo la piel. —Mi hermosa. — sonreí, viéndolo por el espejo.

—¿Dónde es que me llevaras para ir tan formal? — sonrió y abrazo mi cintura, dejando besos en mi cuello.

—Une promesse à la lune. — mi boca se entreabrió y termine negando con una sonrisa.

—Está vez no me quejare. En realidad, he querido ir al restaurante desde que conocí la historia del nombre.

—Muy hermosa historia.

—Sí.

Es un restaurante muy elegante y costoso, antes de que el dueño decidiera construir en varias partes del mundo el restaurante con un nombre muy significativo, su origen fue en California. Lo construyó frente a la playa, donde el dueño y la mujer de su vida hicieron una promesa a la luna.

—¿Quieres un restaurante? — fruncí ligeramente el ceño.

—¿Tienes el dinero para construir un restaurante? — sonrió.

—Durante el año que estuvimos sin saber del otro, me centre tanto en el trabajo que ni siquiera tomaba un descanso. El dinero se acumulo y nunca lo gastaba en nada. Los gastos de hotel y comida iban por parte la aerolínea, así que por esa parte nunca tuve que usar mi tarjeta cuando me encontraba en otra ciudad por trabajo.

—¿Cuánto les pagan a los pilotos? — pregunte curiosa, él sonrió.

—Depende de la escala. — me giro y planto un beso en mis labios. —Y la mayoría en las que trabaje, fueron largas, muy largas. — reí. —Entonces, ¿quieres un restaurante? — aplaste los labios, negando al mismo tiempo que arrugue la nariz.

—No. — nos reímos.

—Bien, y en su lugar, que te parece… — me miro y yo espere sus palabras. —¿Un departamento?

Entendí a lo que se refería y lentamente bajé mi mirada a su pecho. Por el movimiento de su pecho y sus dedos hundiéndose en mis caderas, se que está ansioso por mi respuesta, y yo estoy igual.

—Ya estoy buscando uno con Nessa y Jos…

—Sabes a lo que me refiero. — cerré los ojos e inhalé profundamente. —Está bien, tal vez después de la cena puedas darme una respuesta. — levante la cabeza, encontrándome de inmediato con sus ojos.

No es que no quiera vivir con él, pero ¿Qué pasa con su trabajo? ¿Qué caso tiene que compre un departamento cuando casi nunca estará en él? Al menos en la residencia no me sentiré sola y Lia tendrá con quien jugar cuando este aburrida.

Sintiendo mis preocupaciones, Sen acuno mi cara con sus manos y beso mi frente.

—Hay que irnos, mis padres ya deben de estar recogiendo a Nessa y nos verán en el restaurante. — asentí.

—Si. — sonreí y me puse de puntillas para besar sus labios.

Ambos nos acercamos a la cama, donde nuestra princesa esta recostara mirando el techo. Mientras revisaba que nada faltara en la pañalera, Sen la tomo en sus brazos y le dijo bastantes cosas tiernas, que a pesar de que Lia no entendía, le respondía con su risita.

Lia está muy chula está noche al igual que sus padres. Sen también pidió ropa para ella, y ahora mismo esta estrenando un precioso vestido color vino, que combina con mi vestido y la corbata de Sen. Tiene unas medias blancas cubriendo sus pequeñas piernas y unos zapatitos negros. Su cabeza tiene una diadema de color negra con una flor roja.

Esta preciosa.

—Andando.

Sen extendió su mano mientras que con la otra sostiene a nuestra hija, cuando mi mano se coloco sobre la de él, de inmediato entrelazo nuestros dedos. Salimos de su habitación y me sentí nerviosa ante las miradas dulces que la gente nos dedicaba cuando pasamos por el lobby.

Una vez frente a su auto, soltó mi mano y me quito el portabebés. Me dio a Lia mientras que él acomodaba en portabebés en la parte trasera y cuando se aseguró que estuviera correctamente ajustado, coloco a Lia en él.

Nosotros subimos en la parte delantera, y mientras Sen conduce, yo vigilo a Lia, quien está muy entretenida con su peluche de queso. El primer regalo de su papá y su favorito.

—Joshua le regalo un peluche de osito, ella no soltaba para dormir. — mire su perfil. —Pero cuando ella recibió tu regalo, se enamoro por completo. Se volvió mucho más exigente, no quería soltarlo para nada. — él sonrió. —Es su peluche favorito, ¿verdad Lia?

—¡Waaaa!

Ambos reímos ante el grito de nuestra pequeña. Sen la miro por el espejo retrovisor y me enamoro la manera tan dulce en la que la ve. En verdad que Lia no puede tener un mejor padre que él. No tengo la menor duda de que la cuidara tanto o mucho más de lo que lo he hecho yo hasta este momento.




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