Mentirosa

Capítulo 26 – Final (parte 1)

Advertencia: Capítulo largo y con escena… ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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Las luces de colores parpadean demasiado rápido que comienzo a marearme, Nessa, Alicia y Joshua gritan al igual que todas las demás personas a nuestro alrededor.

Me veo obliga a saltar cuando todos lo hacen, pero pierdo el equilibro y como un deja vu, cerré los ojos esperando la caída que nunca llego.

—Suficiente, vamos a sentarnos. — dice una voz ronca detrás de mí.

Me arrastra entre la gente y cuando nos acercamos a la barra, me sienta en uno de los bancos. Miro a Sen, tal vez suene loco, pero me éxito cuando veo esas mangas dobladas hasta sus codos y la piel de su pecho que sobresale ante los tres primeros botones que dejo libres.

—Eres tan follable. — me miro y una sonrisa arrogante apareció en sus labios.

—Solo cuando estás borracha tus pensamientos y tu boca son muy buenos amigos. — me reí.

—Eso les paso a todos los que se emborrachan. — estire mi mano, palmeando su hombro. —¿No has escuchado el dicho que dice que los niños y los borrachos dicen la verdad? — rio, burlón.

—No aplica para ti. — mi boca se abrió, ofendida.

—Bien, entonces ¿no me crees que eres follable?

—Te creo, porque sé que soy follable. — me reí.

—Tienes el ego en la punta del Everest.

—Puede ser. — lleva el vaso con una bebida marrón a sus labios y mis ojos se quedaron clavados en las venas de sus manos.

¿Por qué unas simples venas se ven tan malditamente sexys?

—Deja de mirarme tanto o te llevare al baño y te comeré el coño. — me advirtió con voz ronca.

Mi cuerpo se estremeció ante una pulsada en el lugar que menciono, la cual comenzó a doler. Mire a Sen con resentimiento, pues parecía divertido con mi reacción y con la mente un poco más despejada ante el dolor de allí abajo, decidí cambiar el tema o mi tanga terminara mojada.

—Entonces, ¿ya no estás molesto?

—No estaba molesto. — tomo un puño de cacahuates que le acerco el bartender y se los metió a la boca. —Solo no me gusta que otro hombre que no sea yo, este solo con mi hija y mi mujer. — me reí, burlándome.

Tenemos un vecino que es instructor de yoga, es 5 años mayor que Sen y 8 años mayor que yo. El asunto es que el hombre es un dios griego, no puedo evitar mirarle el culo cuando me lo encuentro en el elevador del edificio. Ayer olvido sus llaves debido a que llegaba tarde a su clase de yoga y como buen vecino, le ofrecí esperar en mi departamento en lo se comunicaba con el conserje del edificio ya que estaba fuera.

Sen no estaba debido a que se reunió con su nuevo jefe y tengo que agregar que me ha atrapado un par de veces ver el culo del vecino dios griego. Así que lo odia, y su odio creció cuando encontró a Lia riéndose por las caras que le hacia el hombre.

Hasta Lia cayó ante ese hombre.

Por suerte el conserje llego a los cinco minutos que llego Sen y el vecino se despidió sin darse cuenta de Sen lo estaba matando de 1000 maneras diferentes en su cabeza.

—Me gusta más tu culo. — arque una ceja. —Además puedo tocarlo.

—Me siento halagado, gracias.

—A ti también te gusta mi culo, lo se porque siempre que me follas lo muerdes.

—Es exquisito.

—¿Qué es exquisito? — pregunta Nessa y detrás de ella vienen nuestros amigos.

—Nad…

—Mi culo. — interrumpo a Sen. —Siempre lo muerde.

—Loan también me lo muerde. — ambas miramos a nuestros hombres.

—Caníbales. — expresamos ambas.

—A mi no me lo muerden. — miramos a Joshua. —Yo los muerdo y puedo decirles que no todos son buenos. — las mujeres somos las únicas que nos carcajeamos y los hombres solo suspiran, avergonzados.

—La juventud. — expresa Alicia y me gusta lo rojo que está su esposo.

—Ustedes dos ya paren. — Sen alcanzo mi brazo y lo jalo.

Me pare y me guio a una mesa circular que está libre, los demás nos siguieron y cuando se sentó, me acomodo en su regazo. Loan y el esposo de Alicia, hicieron lo mismo con ambas y Joshua se sentó cómodamente sin nadie en su regazo, pero poco le importa.

—El lunes regresamos a clases. — suspiramos.

—Mañana tendremos una resaca del demonio, así que no nos contengamos.

Nessa levanto su mano y un mesero se acercó, pidió una cubeta con 12 botellas de cerveza y nadie la detuvo. Estoy tan borracha que, en lugar de preguntar el costo, le pedí que se diera prisa y menos de cinco minutos después, cada uno abrió una botella y se la empino en los labios.

—Niño bonito. — bese la mejilla de Sen. —Está mujer quiere ir a mover la cadera, ¿la acompañas o dejaras que entre a un lugar lleno de hombres hambrientos? — deja de acariciar mi pierna y gira su cabeza.

—Nadie baila con mi mujer más que yo. — nos pusimos de pie, los demás nos siguieron y al entrar a la pista, Sen me dio una nalgada.




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