Mentirosa

Capítulo 29 – Extra 3

Si bueno, la puntualidad y yo no somos buenos amigos…

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¡Joder!

¡Vamos tarde!

—Lia, mi amor. — la desperté con besos, sus ojitos se abrieron y alzo su cabecita. —Papá regresa hoy del trabajo, fue un largo viaje y debe de estar ansioso por vernos.

—Papi… — bosteza. —Hoy viene.

—Si, cariño. — la sonrisa más brillante cubre sus labios y de un salto sale de la cama. —Tenemos que darnos prisa. — la cargue y corrí al baño.

Nos dimos una ducha rápida y todo fue contra reloj. Nos hemos quedado dormidas, no escuche la alarma y sino salimos en cinco minutos de casa, no podremos llegar antes de que Sen baje del avión.

—¿Pero que…?

Que sorpresa me llevo al terminar de preparar a mi hija y continuar conmigo. No hay ropa en mi armario, solo un vestido corto color blanco. Es un vestido sencillo y sin muchos detalles, el escote es en forma corazón y es de tirantes, mientras que la parte de abajo es lisa y llega hasta mis rodillas.

No entendía que está sucediendo, tal vez sea una broma de Nessa y Joshua, pero ya que vamos tarde, solo continue con el maquillaje y mi cabello. Mientras terminaba de planchar mi cabello, escribía una nota mental para no volver a dejar a mis amigos en mi casa mientras yo me voy a la cama con mi hija.

¿Qué es lo que piensan esos dos? ¿A dónde llevaron toda mi ropa y zapatos? Los matare cuando los vea.

—Maman est très Jolie. — le sonreí a mi hija.

—Merci, et ma fille est aussi très belle. — sus mejillas se sonrojaron y con una sonrisa se acercó, la deje en mi regazo y bese su mejilla. —Dime cariño, la tía Nessa y el tío Joshua, ¿te contaron de una travesura?

—Nop. — contesto con una sonrisa y con la mirada lejos de mis ojos.

Ella sabe algo.

—No pasa nada si me lo dices, cariño.

—Es un secreto. — dio un brinquito y se cubrió la boca con ambas manitas.

Atrapada.

Seguiría insistiendo hasta que me diga la verdad si no fuera porque he visto la hora y vamos super tarde. La cargue en mis brazos y después de tomar mi bolso, salimos del edificio, corrí hasta la acera y pare un taxi.

Envié un mensaje en el grupo donde estoy con Nessa, Joshua, Alicia y otras chicas de la residencia. Les pedí una explicación ante la sospechosa desaparición de mi ropa y zapatos, a lo cual ambos contestar con emotions de rostros confundidos.

Su broma ha ido demasiado lejos, será mejor que vaya pensando en una mucho mejor antes de que llegue la fecha en la cual Joshua regresará a Nueva York.

—Papa! — chillo Lia cuando se escuchó un avión en el cielo, acaricie su cabecita la cual esta cerca de la ventana e inclinada hacia arriba.

Aun no puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo, es como si fuera ayer cuando Nessa y yo aterrizamos en Paris con muchos sueños ansiosas por cumplir, siendo unas chicas jóvenes y queriendo disfrutar de la vida al mismo tiempo que nos preparábamos para ser alguien. Y ahora, este fin de semana nos graduamos de la universidad.

Joshua ha venido para estar presente en nuestra ceremonia de graduación y para la boda de Nessa que será el próximo fin de semana. Todo ya está listo, y las únicas fechas por venir son las despedidas de solteros. Bese la cabecita de mi hija, Lia ya tiene 3 años, el tiempo paso volando y mi princesa crece día con día.

Es preciosa, lo mejor que me ha pasado en la vida además de conocer a la familia Edision. Si ella no formara parte de mi vida, no tengo ni la menor idea de lo que hubiera sido de mí.

—Nous sommes arrivés, Mlle.

—Merci.

Baje del auto después de pagar, una vez entramos al edificio deje a Lia con los pies en el suelo y tomando su manita, caminamos hacia el lugar donde siempre esperamos a Sen. Suspire de alivio al ver en la gran pantalla que no han pasado más de 3 minutos que el avión aterrizo, eso quiere decir que llegamos con casi diez minutos de tiempo.

Mire hacia abajo, Lia no quita la mirada del pasillo donde viene los pasajeros que acaban de bajar del avión y donde en algún momento su padre aparecerá. Pero antes de que su padre aparezca, hay una sorpresa para ella.

—Mamí.

—¿Sí? — entrecerró sus ojitos e inclino su cabeza a un lado, asegurándose de que no está viendo mal.

—¡Lia! ¡Mi princesa!

—¡Mi querida nieta!

Los piecitos de Lia se movieron solos al escuchar la voz de sus abuelos llamarla. Corrió hacia ellos quienes ya estaban hincados y con los brazos abiertos, en espera de que llegue y puedan abrazarla mientras la miman.

—Grand-mère! Grand-père!

Sonreí ampliamente, viendo la escena desde mi lugar. Mi hija es tan feliz, a veces no puedo evitar comparar mi infancia con la que ella está viviendo y me siento tan afortunada y aliviada de poder darle todo a lo que a mi me negaron mis padres al abandonarme.




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