Mentirosa

Lia y Tommy (Capítulo 1)

Lunes. Día de la semana menos favoritos de todo el mundo, pero hoy me excluyó de ellos.

Mis padres aún están durmiendo cuando salgo de casa rumbo al instituto, por primera vez en toda mi vida estudiantil seré el primero en llegar al lugar que más me desagrada, pero hay un asunto del que me tengo que hacer cargo y no debe de haber testigos.

Empujo la puerta y entro a los pasillos donde se encuentran largas filas de casilleros pegados a la pared y me dirijo a uno en particular. Una sonrisa estira mis labios al verlo vacío, lo cual quiere decir que el dueño aun no llega y aprovechando que estoy completamente solo, desbloqueo mi celular y tomo una fotografía. Busco el contacto entre mis mensajes y después de escribir un pequeño texto, lo envió.

Ya que aun tengo un par de minutos, recargo mi espalda y llevándome un cigarrillo entre los labios, intento relajarme. He estado esperando a que llegara este momento y siento picazón en las manos para encargarme de quien ha desatado mi ira. No fue suficiente que todo el fin de semana le estuviera golpeando a un saco de boxeo con su rostro pegado, mis puños no estarán en calma hasta que sea su rostro lo que golpe y de eso me encargo hoy.

Escuché la puerta ser empujada y pasos acercándose, no me moví del lugar hasta que un carraspeo molesto resonó por el pasillo. El único movimiento que hice fue colocarme de lado, ahora siendo mi hombro el que se recarga en su casillero.

—No se puede fumar dentro del instituto. — expulse el humo que retenía en mi boca dándole en todo el rostro, él se puso a toser y con cara de asco se alejó dos pasos. —¿Qué te pasa imbécil? — espere a que me mirara y una vez lo hizo, use su casillero como cenicero. Sus ojos cayeron junto con el cigarrillo y cuando volvieron a mirarme, la ira estaba en ellos.

Sonreí.

—El viernes escuche algo que me molesto. — comencé.

—¿Y yo que tengo que ver con eso?

—Tienes mucho que ver, mi querido Karl. — los dos pasos que se alejó, fueron los que avance. —¿No sabes aun de que hablo? Yo creo que si sabes. — note su vacilación, pero continuo con cara dura.

—No sé de qué… — no termino, mi puño se clavó en su estómago haciendo que se doblara hacia adelante y sacara de golpe todo el aire. Karl se quejó del dolor, pero tome su cabello y estirando con fuerza hacia atrás, lo obligue a volver a su anterior postura.

—Tengamos una conversación en los baños. — aun sin recuperarse, me miro con ira y a pesar de que intento zafarse de mi agarre, lo arrastre a los baños masculinos más cercanos.

Al pasar la puerta, lo lance y mientras se recuperaba del golpe que se dio al estamparse contra la pared, mire la hora. Aun tengo unos 5 minutos antes de que los pasillos se comiencen a llenar de estudiantes, acabare esto de inmediato y podre tener paz interior.

—Estuve esperando este día todo el fin de semana Karl, así que no me decepciones. — él gruño y dejo caer su mochila al suelo.

—Escuche que eras un maldito loco, pero veo que no son solo rumores. — reí unos segundos, pero de un momento a otro pare y lo mire fijamente.

—¿Sabes porque está pasando esto?

—Tengo una idea. — sonreí de lado.

—Eso lo facilita todo. — camine hacia él y lance mi puño el cual esquivo. Respire profundamente ante la sensación de frustración y me gire a tiempo para esquivar su puño. —Oh, así que sabes jugar. — me burle.

—Tengo mis precauciones. — toda diversión desapareció de mi rostro, así que fui completamente en serio parando solo cuando la puerta fue abierta.

—Y por eso creo que tengo varias…. ¡Cristo! — mi cabeza giro hacia los tres chicos que entraron y me miraban con completo horror.

—¿Está vivo? — sonreí ante la pregunta de uno de ellos.

—Espero y no. — fui sincero y alejándome del cuerpo de Karl, me acerque a los lavabos. Me limpie los nudillos ensangrentados y la sangre en mi labio. Al verme en el espejo maldije mentalmente ante la herida hinchada y rojiza en mi pómulo izquierdo, eso dejare un feo moretón. —Sabes defenderte. — mire por el espejo el cuerpo de Karl, quien con ayuda de los chicos se ha puesto de pie, pero apenas y puedo mantenerse consciente.

—¿Qué ganas con esto? — vi realmente duda en sus ojos y mi sonrisa se borró. —Ella me rechazo.

—Pero tuviste los huevos para declararte. — me gire y me acerque a él. Los dos chicos que lo sostienen dudaron en soltarlo y alejarse, como lo hizo su otro amigo que se pego contra la pared, lejos de mí. —Te deje claro que ella es mía cuando la perseguías todo el tiempo con la puta mirada. — sonrío y sintiendo de nuevo esa picazón en las palmas de mi mano, tome su cabello y estire hacia atrás.

—¿Es tuya? — negó, aun burlándose. —¿Qué sentido tiene que lo digas si ella no lo sabe? — la campana que indica el inicio de clase fue lo único que lo salvo. Entonces me di cuenta de que encargarme de él no me llevo 5 minutos como lo había planeado al principio.

—No te vuelvas a acercar a ella, que la próxima vez te matare. — amenace con mi voz y mirada más intimidante, logrando que casi se cagara en los pantalones como los otros tres que no tienen nada que ver.

Tome mi mochila y salí del baño, dejándolos a ellos dentro y aun cuando me aleje hacia los salones, no escuche que salieran del baño. Caminé con calma, el profesor de la primera hora en lunes siempre es impuntual y al llegar al salón encontré a todos ocupados con sus conversaciones.




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