Merea

Una Vieja Amiga

17 de noviembre de 1912, San Marcos 
 

Khavred
 

Los hombres del mar suelen regresar cuando el mar se tiñe de naranja y el oleaje aumenta. 
 


 

Ese día, mientras hablaba con mi padre sobre mis nuevas responsabilidades, la voz de mi hermana nos alertó. 
 


 

Agitada con el vestido rasgado por haberse caído seguramente y los zapatos llenos de polvo nos contó lo que estaba pasando en el pueblo. 
 


Los hombres del mar habían regresado.

Serían las 2 de la tarde, la mejor hora de pesca de bagre, pero ellos ya habían desembarcado.

Mi confusión se hizo mayor cuando nos dijo la razón del alboroto que estába cerniendose en el centro de San Marcos.

No todos los hombres habían vuelto. Faltaba 1.

En mi mente rogué porque no fuera ese viejo cascarrabias. Salí prácticamente corriendo de mi casa mientras veía como finas gotas de lluvia se precipitaban al suelo frente a mi.

Mi objetivo era el faro, el único lugar en el que se podía divisar el mar más allá de Tarhtel.

Las olas chocaban contras la piedras que dividían el mar con el camino al faro.

A lo lejos ya alcanzaba a observar esa vieja construcción azul así que acelere el paso. Cada sonido de las olas rompiéndose contra la playa me hacían ir más rápido.

Nunca había corrido por aquellas escaleras de caracol hasta este momento, iba subiendo los escalones de dos por zancada.

Ya en la linterna, apunte el viejo telescopio de metal hacia aquella selva húmeda.

Mi vista recorrió la playa, el mar e incluso el Tarhtel, pero no lo vi. Aquel bote pesquero que me era tan familiar no aparecía a la vista.

La suave lluvia se hizo más intensa de pronto, comenzaron a caer relámpagos y rayos estrellándose contra el agua hicieron un sonido insoportable. Cuando uno de ellos iluminó más allá, en la fosa, lo vi. Ese bote que llevaba por nombre "Martha" navegando a la deriva, adentrándose más en el océano.

No lo pensé, solo actúe. Baje corriendo las escaleras y tomé mi saco. Me di varios golpes en la escalera debido a mi altura pero no me detuvo.

Salí de faro deprisa dirigiéndome a los desembarcaderos donde reposaba mi bote "A&W ", estaba dispuesto a tomarlo e ir en la búsqueda de mi amigo.

Me hubiera carcajeado por haberle dicho amigo a ese viejo que solo pensaba en pelearse con todo mundo y adorar a su mujer, si no fuera porque en ese momento solo pensaba en Navill, en que no quería perderlo a él también.

Ayer había enterrado a mi abuela, hoy no podía enterrar a mi mentor.

Pero en el muelle, con las prendas destrozadas por el agua y el poco pelo enredado, lo encontré.

Ahí reposaba Navill, tirado boca abajo, tosiendo a más no poder, pero vivo.

No pude contener mi emoción y corrí hacia él , ignorando el crujir de las tablas bajo mis pies. Él solo atinó a votearse y verme por un momento al escuchar mis botas.

Las lágrimas de felicidad que solté se mezclaron con el agua que caía de mi pelo. Cuando llegué a su lado me incline inmediatamente para ayudarlo a expulsar toda el agua que aún seguía en sus pulmones.

Tardó unos segundos pero me indicó que quería salir del muelle. Con ojos de terror me pedía llegar a la playa.

Yo no entendía nada.

—Navill, ¿Que dices?— le cuestioné confundido.

—Reales. Existen. Playa. Ahora— respondió en pausas.

Pensando que posiblemente estaba herido me apresure, pase una mano por su pierna, la otra por su espalda y lo cargue en mis hombros.

Ya en la playa lo deje en la arena, pues se rehusó en ir al faro.

—Navill, ¿Estas herido?—

—Tienes los ojos de Alfred, ya vienen— alcanzó a susurrar mientras caía rendido en la arena húmeda.

Cargue a Navill hasta la entrada del faro, respete su decisión y no lo metí completamente . Pero si tomé una frazada para devolverle la temperatura y encendí una lámpara de aceite para que retomará calor en lo que iba al centro por ayuda médica.

Me encontré a su esposa en el camino al faro, ella sabía que ahí iba a llegar. Era el único que desembaracaba en ese muelle  ademas de mí.

—Khav, ¡¿Lo haz visto?! — preguntó con desesperación —¿Ya llego el barco? ¡Te ruego, no calles más! — suplicó

—El bote no llego. Navill si, esta en el faro y esta mal, voy por el doctor— le informe apresuradamente —Quedate con él, convenzelo de subir si es posible, la marea subirá y la entrada estará inundada dentro de poco —

La vi aumentar su caminar al faro. Me sorprendió en exceso el verla tan apurada por llegar. De entre todas las personas de San Marcos, la esposa de Navill era la que más aterrada estaba del faro.

Con una sonrisa en la mente mientras corría al pueblo comprendí que la adoración que Navill le tenía a su esposa, le era recíproca.

Después de unos minutos llegue con el doctor, y después de un poco más llegué con los demás pescadores que se ofrecieron a ayudar a transportar a Navill al pueblo.

El miedo en sus ojos era notorio al estar frente a esa torre que parecía más azul que de costumbre. Martha les grito que dejaran su miedo para después y ellos así lo hicieron.

Por primera vez en casi 500 años hubo personas en el faro.

Se apresuraron a sacar a Navill y lo subieron a una camilla improvisada. Martha ya lo había convencido de pasar adentro así que estaba parcialmente seco cuando lo volvimos a internar en la lluvia que no dejaba de arremeter en la costa.

Ya en el pueblo la gente agradecía no haber perdido a ningún hombre en las fauces de ese mounstro líquido, pero supersticiosa como siempre, se preocupaban de que podía significar esa súbita tempestad.

Los suposiciones variaban, la ira de dios decían los más devotos, la venida de un nuevo terror expresaban los mayores.

Por mi parte la única duda que tenía pasó en mi cabeza era como ese hombre, que si bien era diestro al nadar, había llegado desde la fosa hasta el muelle.



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En el texto hay: fantasia, sirenas, magia

Editado: 23.09.2021

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