Merfil

PRIMERA PARTE (Prólogo)

Un camino agrietado se extendía a lo largo de una calle muy extensa. El cielo tenía un matiz de colores rojizos y azulados. Caminaba mirando a los lados, y las casas, que en algún tiempo eran apacibles, hogareñas y llamativas; ahora eran construcciones derruidas y viejas, como si una gran tormenta hubiera atravesado aquel lugar.

Sus pasos resonaban con ecos distantes, alimentando la soledad apocalíptica que observaba. Llevaba algo en la mano, la levanta y contempla una escopeta. Estaba confundido, movía la cabeza buscando alguna señal que se le hiciera familiar.

Sin embargo no hallaba nada.

Sentía un aire frío correr, y levantaba su chaqueta que estaba rasgada en varias partes. Seguía caminando, cómo un robot automático. Y el temor apoderó su cuerpo, provocando que alzara la escopeta en forma de defensa.

Entonces, un potente sonido se oyó a lo lejos, provocando que el aire corriera con más fuerza por un corto tiempo. Parpadeó, tratando de no perder de vista el camino.

Aquello pareció una gran trompeta, y se detuvo en la nada. Esperaba algo. Sabía que aquel ruido no era para nada natural, hasta tal vez ni siquiera terrestre. Trató de dar otro paso, y fue detenido al ver un detalle detrás de las montañas.

Una portentosa sombra gigantesca se levantó, mostrando un perfil humanoide. Tenía una cabeza deforme, y un largo cuello.  Mientras contemplaba tal perfil monstruoso, este  levantó la cabeza al cielo, y de nuevo el sonido surgió.

Esta vez se sintió aún más amenazante, la escena ya se sentía muy alarmante, pero él no se esperaba lo que vería luego.

Abrió nuevamente los ojos, y al observar el cielo, contempló un grupo de seres alados rodeando a aquella sombra. Su cuerpo reaccionó, se dio vuelta y corrió. Aquellas criaturas estaban sobre el bosque de las montañas y se acercaban a gran velocidad.

Martín corría agitado, su pecho se hinchaba cada vez que respiraba y le dio un calambre a la altura del esófago. El sonido de las alas ya se oían cerca, pero el solo corría. No sabía a qué dirección, simplemente corría.

Su vista se topó con una gran construcción al final de la calle. Tenía varias ventanas y unas rejas rodeándolo. A pesar de desconcierto, sabía que debía llegar a aquel lugar.

Ya sentía cerca a aquellos seres, y antes de cruzar la acera, se tropezó con un desnivel y se golpeó la cabeza al caer.

Su mirada se hizo borrosa, y su corazón golpeaba su pecho. No oía nada, salvo un pitido muy agudo. Sus ojos se cerraban poco a poco, y antes de desmayarse por completo, una criatura aterrizó a su lado.

Despertó, aterrorizado por lo acontecido. Su cuarto estaba oscuro, y solo oía las bocinas de los automóviles en las calles de la ciudad. Encendió su lámpara de mesa y se sentó. Su cuerpo estaba sudando, y solo estaba en ropa interior. Se sentía muy cansado de despertar en las madrugadas por tener pesadillas las cuales comenzaron hace una semana. Pero esta vez no vio a su padre…

“Son solo pesadillas”, pensó y trató de calmarse.

Las ventanas estaban con las cortinas corridas, y mostraban el cielo estrellado, acompañado con una gran luna blanca y luminosa.

“Mefil”, pensaba, “Papás…”

Se quedó despierto hasta el amanecer.



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En el texto hay: horror, horror cosmico, mostruos

Editado: 10.10.2020

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