Merfil

13.

«Acaso escuchas su llamado en tu corazón...

No lo sé, simplemente lo he estado llamando siempre.»

 

Sonríe lascivamente ante aquella respuesta. Lleva puesto un vestido blanco que le llega hasta los pies, Una mujer cuya palidez exalta a cualquiera y confunde, es como un maniquí, pero en sus rasgos se ven los años de maldad que habitan en su ser, Carol, la nueva encargada de la secta, se muestra muy excitada por el regreso del dichoso cuerpo que poseería el Nuevo Dios.

 

«Ahora sentirás su llamado...»

 

Dicho esto, se aparta, y de la oscuridad emergen cinco individuos vestidos con trajes negros y llevan puestos máscaras de gas. El hombre arrodillado, quien se entregó para sentir a aquel Dios en su ser, suda, como si su cuerpo estuviera expuesto a grandes cantidades de calor. Está completamente desnudo, sus brazos se extienden frente a él, levanta la cabeza hacia arriba, y mira... mira los ventanales.... a través de ellos el cielo completamente apagado, sin estrellas, sin luna.

 

Los seres en túnicas encienden unos sirios rojos, estos brillan incandescentes. El hombre empieza a sentir un éxtasis más fuerte, sus músculos se relajan, y siente que un aire desconocido ingresa en su ser por su boca y por su nariz. Siente que su sangre se calienta y recorre todo su cuerpo. Su pene se erecta poco a poco, lanzando exhalaciones de placer. Los seres forman un círculo alrededor suyo, y el hombre acerca sus manos a su pecho, se acaricia lentamente, pasa por los pezones pellizcándolos con placer. Luego baja, percibiendo el tacto rozándole el vello del vientre. Y entonces, sus dedos se agarran de su miembro completamente duro, el líquido pre-seminal sale como una gota de agua... mientras que de su boca, se oían enteros gemidos descontrolados.

 

 

« ¡Es hora...»

 

Y de la oscuridad unos sonidos ásperos se escucharon. Algo se arrastraba. Los miembros de la secta levantaron las velas en señal de reverencia, y la mujer observaba todo con una sonrisa de completa felicidad. El hombre desnudo empezó a masturbarse, pero con violencia. Lanzaba grotescos gemidos que ya escapaban de lo placentero. Su rostro brillaba por el sudor, y las velas permitían verlo con más claridad. Mientras tanto, una oración empezó a ser cantada por aquellos seres, y el ente que los acompañaba se arrastraba de un lado a otro, mas no era visto.

 

Los cantos aumentaban de volumen, y de la sombra se extendió una masa rojiza, que se deslizó cual serpiente y se metió por la boca del hombre desnudo. Este dejó de moverse, y la masa entraba lentamente por su boca muy abierta. Sus ojos se enrojecieron, y su vientre se hinchaba. Las oraciones esta vez bajaban de volumen, y el pene de aquel hombre comenzó a expulsar grandes chorros de sangre. Todo su cuerpo se hinchaba conforma la masa iba ingresando, hasta que la última parte de esta entró.

 

El hombre se levantó, con la boca abierta y el rostro muy colorado. Se retorcía, y seguía expulsando sangre. Los seres bajaron las velas, y las oraciones dejaron de ser proclamadas y cantadas. Su estómago crecía más, y mientras lo hacía, los miembros se retiraban. Las venas sobresalían de su cuerpo, de nuevo cayó de rodillas y gritó, pero esta vez se cayó con un sonido acuoso, gorgojando. Se agarró el cuello sobre su protuberante abdomen, y mientras se arañaba desesperadamente, su vientre estalló como un globo, y los órganos salieron volando cayendo al suelo, salpicando con partes de los intestinos.

 

La mujer al ver aquello, hizo ademan de despedirse y desapareció en la oscuridad.

 

El cuerpo del hombre se desplomó, y la masa desintegraba todo a su paso, haciendo que formara parte de esta. Al terminar de devorarlo por completo, se alejó, y al igual que los demás, despareció en las sombras...



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En el texto hay: horror, horror cosmico, mostruos

Editado: 10.10.2020

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