Merfil

15.

 

Todo era muy confuso. El rostro de David se quedó mirando la vacía pared donde alguna vez estaba la puerta del cuarto Nro 45, mientras escuchaba los gritos de Samuel.

— NO NO NO... ¡SAMUEEEEL! — gritó con todas sus fuerzas golpeando el suelo.

Y entonces escuchó su inocente voz.

— Señor David... donde está— hablaba tembloroso y llorando, — tengo mucho miedo...

— ¡Samuel!... hijo don..donde estas...

— No sé. Todo está oscuro.

Martín se percató que la voz se colaba desde el cuarto adyacente... el cuarto Nro 44. Se levantó y se descargó la mochila, la botó al suelo y caminó hacia la puerta. Tomó la manija e intentó darle vueltas... pero esta no se movía.

«Mierda»

— ¡Samuel espérame...!.

Buscó con la mirada algo con que poder romper la perilla. Solo veía macetas y cuadros colgando de la pared... una manguera de emergencias y...

— Un extintor

Corrió tropezando con sus piernas ya débiles, rompió el vidrio con su codo y extrajo el pesado objeto. Volvió y golpeó repetidas veces la perilla. Esta, en un inicio permanecía quieta y limpia, sin embargo, al poco rato comenzó a deformarse y astillas empezaron a saltar hacia el suelo, y otras le caían en la cara, rebotando en su piel. La esfera brillante cayó al suelo y rodó hacia sus pies, dejando un hoyo oscuro en la puerta. Martín empujó y esta se abrió emitiendo un chirrido lento y grave.                                                                       

Por dentro el cuarto yacía completamente oscuro. Los perfiles de los objetos se veían como sombras puestas en distintos lugares.

—  ¡Samuel! —exclamó con todas sus fuerzas.

— Señor Martín...

Su pequeña voz se oía desde la pared que daba con el desaparecido cuarto Nro 45.

— Samuel... escúchame...puedes ver algo....

— No Señor Martín, todo está oscuro, y no hay ventanas.... creo que también está vacío... —habló tembloroso.

Comenzó a idear la manera de romper la pared. Buscó el interruptor de la luz, pero al presionarlo no sucedía algo. Caminó desesperadamente por toda la pieza, tocando lo que veía, y tratando de no tropezar con cuanta cosa se encontraba. Sin embargo el tratar de hallar la solución a todo, lo envolvía en un velo de desconcierto y se sentía mareado. Entonces se le ocurrió la idea de romper la pared con el mismo extintor... o lo intentaría. Fue a buscarlo y regresó. Nuevamente inició el ritual de levantar y golpear. El metal era fuerte, y la pintura de la pared empezó a salirse. Luego, el cemento se desprendía a pedazos. No pensó en la imposibilidad de lo que estaba sucediendo... La pared cedía con algo de facilidad. Los ladrillos se podían ver al poco tiempo, y Martín seguía golpeando incesantemente.

Y cuando ya veía los bloques naranja moviéndose, el grito de Samuel lo alarmó nuevamente.

 



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En el texto hay: horror, horror cosmico, mostruos

Editado: 10.10.2020

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