Merfil

17.

 

Martín observaba como la cosa agitaba sus dos cabezas e iba de un lado a otro, despareciendo en las sombras y volviendo cuando pasaba por las partes poco iluminadas. Lo que lo había atrapado seguía en su pierna, pero ya no apretaba ni lo atraía con fuerza. Quedó inerte.

Movió un poco su pierna, y la cosa aún seguía adherida a él. Miró a su izquierda, y allí se encontraba el extintor. Gateó, pero de nuevo empezó a apretarle. Forcejeó pero su cuerpo ya no se movía, entonces estiró el brazo con todas sus fuerzas, e hizo tanta que la vena de su frente sobresalió como nunca lo había hecho. Un dedo rozaba con la llave, pero solo eso, rozaba. Trato de elevarse, pero era imposible, así que se impulsó y logró tomarla. Se sentó y comenzó a golpear aquellas manos... las cuales se habían convertido en largos tentáculos oscuros. Cuando dio el primer golpe, aquello emitió un chillido. Y la sangre oscura le salpicó en la ropa y el rostro. Los tentáculos se soltaban poco a poco, pero dejaban una masa viscosa en su lugar, el cual emitía un hedor muy desagradable y ácido.

Logró escapar, arrastrándose por el suelo. Se paró y trató de huir por el agujero. Sin embargo, la criatura acechante cayó frente a él, impidiéndole el paso, La cosa levantó sus dos cabezas y con sus grandes brazos comenzó a acercarse. Martín retrocedía, esperando no tropezar, sin embargo el intento fue en vano cuando se topó con el pesado extintor, cayendo y golpeándose la cien.

La conmoción fue tan fuerte que oía un sonido muy agudo. Volvió la vista hacia la criatura, y esta saltó hacia Martín. Él rodó hacia su derecha, tomando de la base aquel objeto de color rojo. Se levantó lo más rápido posible, y con fuerza golpeó una de las cabezas.

—¡OH MALDITA COSA DE MIERDA!.

La criatura rugió, y se tambaleó. Cuando intentó correr, Martín le asestó un golpe en la espalda. Oyó un crujido, y de nuevo el molesto rugido. El cuerpo se desplomó, y Martín aprovechó la debilidad de éste para golpearlo nuevamente en una de sus cabezas. El movimiento constante de sus extremidades, intentando huir se hacía débil. Cuando la cabeza terminó completamente deformada, quedando en su lugar una masa sin forma y colgando, comenzó a arremeter contra la otra, el cual comenzó a chillar de una forma sobrehumana y hacia tensar los nervios en el cuerpo de Martín.

Al final, solo quedó un cuerpo inerte del cual sobresalían dos cuajos grandes de sangre oscura. Los brazos de Martín estaban muy adoloridos y los dejó descansar colgando a los lados, como si ya no sirvieran. Los jadeos de gran intensidad no paraban e hinchaban su pecho con cada respiración. Dejó caerse de rodillas y comenzó a llorar... llorar de cansancio, de miedo, y de algo que aun desconocía.



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En el texto hay: horror, horror cosmico, mostruos

Editado: 10.10.2020

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