15 de diciembre del 2012
Observo como mi mejor amiga termina de retocarse el maquillaje y espero con ansias que se ofrezca a ayudarme, se me da muy mal hacerlo, la última vez James me pregunto que quien se había atrevido a echarme harina en el rostro, y yo morí de la vergüenza mientras ella se partía de la risa, la muy desgraciada se había quedado todo el viaje en silencio solo para ver la reacción de él a mi pequeño desastre.
—Deja de mirarme de esa forma tan extraña y ven aquí —me dice tocando la silla frente al espejo y yo sonrío.
Me levanto de la cama y me acomodo mientras ella empieza a sacar de su cosmetiquera los tonos que me favorecen a mí, ella es un poco más blanca que yo así que no usamos los mismos, pero ella siempre compra para ambas. Me y yo nos conocemos hace muchos años, cuando éramos pequeñas y ella me empujo del resbaladero, caí de cabeza encima de James que había corrido en cuanto vio las intenciones de su hermana, siempre ha sido una diablilla y no sé cómo termine siguiéndola a todas partes.
La escuela se hizo más fácil para mí en cuanto ellos entraron a mi vida, ella siempre me defendía de todos y James me defendía de ella; estuvieron conmigo en los momentos felices y tristes de mi vida, ambas hemos pasado por mucho y hoy nos acabamos de graduar de la preparatoria. No me imagino mi vida sin ellos, ella es la mejor amiga que haya podido regalarme la vida, la hermana que nunca tuve.
—Me... ¿te puedo decir algo y me prometes que no te enojas? —me dice ella un poco avergonzada.
—¿Qué hiciste ahora Me? ¿Cuándo dejaras de hacerme esto? —le digo suspirando. Ella baja la mirada y reanuda con su labor.
—En realidad me hicieron muchas propuestas para el baile —me dice bajando la voz, en cuanto se da cuenta de mi expresión se apresura a decir —Sabía que te enojarías, pero sabes que no puedo ocultarte las cosas por mucho tiempo.
—¿Puedo saber por qué lo hiciste? —digo tratando de recuperar la compostura.
—Los rechace a todos.
—Eso es obvio Me.
—Está bien —dice rindiéndose —Escuche a James decirte que te llevaría al lago después de la fiesta y sé que esta precioso en esta época así que quería acompañarlos, nunca has ido y no me parecía justo que fueras sin mí.
—Bien... veamos si te entiendo... ¿Querías vernos teniendo sexo? —le digo levantando una ceja
—¡Asquerosos! claro que no... Por Dios, no pensé en eso —dice pegándose en la frente y agarra su celular que se encuentra encima de mi cama —Tengo que conseguirme una pareja urgentemente. —dice horrorizada.
—¿Te imaginas un trío conmigo y con tu hermano? —digo maliciosamente y lo último que veo es su mano yendo hacia mi hombro.
—¡Auch! estoy jugando Me... un poco más y me arrancas el brazo —digo sobándome y mirándola ceñuda.
—Te mereces eso y mucho más, pervertida.
En ese mismo momento la puerta se abre y mi mamá nos muestra una sonrisa orgullosa.
—Están preciosas Me&Me.
—Gracias ma —decimos ambas al mismo tiempo.
—James esta abajo —dice haciendo un gesto hacia las escaleras —se ve muy apuesto —dice y cierra la puerta.
Mi amiga me mira de arriba a abajo y niega con la cabeza.
—No puedo creer que vayas a llevar esos tenis.
—¿¡A que son monos!? —digo sin esperar una respuesta y ella se sienta en la cama. Saca una caja de debajo de la cama y en cuanto la abre me doy cuenta de lo que está a punto de hacer.
—¿Crees que te dejaría pasar pena sola? —dice levantando una ceja —los compre ayer en la mañana, Sofí me acompaño.
Me dirijo hacia ella lo más rápido que puedo y le doy un fuerte abrazo. —Eres la mejor amiga del mundo mundial —le digo.
—Lo sé querida, deberías aprender un poco de mi —dice dándome palmadas en la espalda.
Me río y me separo de ella, ella se sienta en la cama y empieza a quitarse sus sandalias y las reemplaza por los nuevos tenis negros.
No me gustan las sandalias, hace unos años quise usar unas y me doble el pie, así que tengo una pequeña cicatriz a causa de ello.
—Me... —le digo mientras nos observamos en el espejo —No vamos a pasar pena, nos vemos increíbles.
—Sí, nos vemos increíblemente tontas —dice apartándose del espejo y yo me rio.
Guardamos nuestros celulares en sus correspondientes bolsos y observamos el desastre que es mi cuarto en este momento, la cama esta desordenada y hay ropa por todo el piso, no sé cómo rayos llegaron allí si nuestros vestidos estaban colgados en un rincón del almario y no necesitábamos mucho más. Suspiramos y nos preparamos para salir, ya lo arreglare luego. Al final Me si ira con nosotros.
Me tiene el cabello negro, corto y extra liso, le llega justo encima de los hombros, así que solo se lo peinó y a mí me dio flojera hacerme algo así que allá voy, despeinada como siempre, con mi cabello ni liso ni engajado por lo menos sabemos que papá no estará esperando con una cámara en la entrada de la casa, siempre esta despistado, estamos seguras que ni recordará donde está.
Mi vestido es azul agua marina, corto -un poco más arriba de las rodillas-, ajustado, con la espalda afuera y amarrado alrededor del cuello. El vestido de ella no es en realidad un vestido, es una falda talle alto, ancha y del mismo largo que el mío, pero color palo rosa, tiene una blusa blanca metida por dentro y una chaqueta negra que va bien con los tenis. Ella los hizo, le encanta coser y yo siempre estoy encantada de colocarme lo que me haga.
Cuando bajamos las escaleras siento la mirada de James del otro lado del sofá y cuando me giro para mirarlo un brillo ilumina mi rostro, debí haberlo imaginado, él no olvidaría la cámara este día, seguramente sus padres le han pedido tomar las fotos, me sonríe y su mirada es todo lo que quiero en mi vida, me da un vuelco el corazón al observarlo más de cerca, está muy guapo con ese traje color negro, pero definitivamente, los tenis que lleva puestos son lo que me hacen derretir de amor.