Aparto la mirada de la gigantesca puerta y lo observo fijamente.
—Si esto es una broma, no me hace ninguna gracia James —mi voz sale titubeante y rasposa. Él niega con la cabeza y yo analizo su rostro tratando de encontrar una sonrisa, algo que me indique que solo está jugando, que no es cierto.
James retira la mirada de mi rostro y empieza a bajar del auto.
—¿James? ¿No es cierto verdad? —bajo del auto inmediatamente después de él y me situó a su lado para mirarlo. —Dijiste que se había ido lejos —digo suplicante.
—Y así es —dice sin mirarme a la cara.
—James mírame, dijiste que estabas enojado con ella por haberse ido.
—Lo estoy Mer —empieza a caminar y yo lo observo mientras se aleja; cuando cruza la puerta me decido a seguirlo.
—James... trabaja aquí ¿es eso? —lo agarró del brazo y lo giro.
Necesito verlo a los ojos.
Cuando vuelve su mirada hacia mí, y veo su rostro lleno de lágrimas, lo suelto bruscamente y empiezo a caminar nuevamente hacia el auto, pero no logro llegar hasta el, me siento ligera y torpe, siento como las piernas se me doblan y me derrumbo en el suelo.
No es cierto, no puede ser cierto, Mel no puede estar aquí.
¡No puede!
James está mintiendo.
¡Es mentira!
JAMES
Mer está tirada en el suelo y yo no he logrado acercármele, no sé qué decirle, porque verla llorar, hace que mi corazón duela, hace que los recuerdos invadan mi mente y cada uno me hace temblar aún más. Nunca he sido muy bueno con las palabras, mucho menos cuando se trata de consolar por algo, por lo que yo aún lloro.
He perdido la cuenta de las veces que he estado en este lugar: aun me sigue doliendo como la primera vez, aun no puedo evitar llorar cuando veo su nombre en esa lápida, aun me odio por no haber podido salvarla, a ella nunca le gustó estar sola, y yo, desde que éramos unos niños me acostumbre a llevarla conmigo a todos lados.
Jamás pensé que Mel me duraría tan poco, nadie nunca me preparo para ese momento y definitivamente, jamás pensé que tendría que hablar sobre el porqué Mel ya no estaba con nosotros, mucho menos me imagine que sería con ella, con Mer.
Cuando me contaron que Mel había muerto sentí como se me destrozaba el alma, era mi hermanita, mi niña adorada, mi consentida de la vida, que se fuera de esa manera, fue muy impactante para mi.
Ya ha pasado mucho tiempo, pero yo aún no lo proceso del todo, a veces me imagino que está en otro lugar, así puedo sentirme bien conmigo mismo, aunque, sinceramente, odie a mi hermana por haberse ido, la odie por habernos dejado solos, la odie por abandonar a Dani, la odie muchísimo tiempo, aunque a veces creo que yo tuve la culpa y no ella, no la protegí como debería haberlo hecho, no las protegí a ninguna de la dos.
Prometí que las cuidaría siempre, prometí que siempre estaría para ellas, y les falle.
Logró espantar los recuerdos de mi enredada mente y me acerco a Mer, ha recogido sus pies y los abraza fuertemente contra su pecho, cuando la rodeo por la espalda un fuerte y desgarrador grito sale de sus labios, me estremezco y mis ojos luchan por no derramar más lágrimas, la abrazo aún más fuerte; ella llora desconsoladamente, y yo no sé qué más hacer... las palabras siguen sin poder salir de mis labios.
—No es cierto, no es cierto —repite una y otra vez mientras se tambalea de adelante hacia atrás —No es cierto James, no lo es.
Miro hacia el cielo tratando de contener las lágrimas, he llorado demasiado y no ayuda en nada a Mer que lo siga haciendo, pero es que verla así, verla tan destrozada y afligida, hace que se me parta el corazón, por ella, y por Mel, porque no debí dejar que Mer condujera, porque no debí levantarme de mi puesto, pero sobre todo, porque no debí permitir, que Mer detuviera el auto, mucho menos en la mitad de la carretera.
Empiezan a caer gotas de lluvia y Mer grita de nuevo angustiadamente, intento atraerla más hacia mí y ella llora aún más fuerte, nunca la había visto tan devastada, sabía que le dolería, sabía que no sería fácil, pero también sabia, que si no se lo decía yo, tarde o temprano se enteraría por alguien más, y no me lo perdonaría, ni ella, ni yo mismo.
De repente se libera de mis brazos, se levanta y se dirige dando pasos firmes hacia el auto, yo me quedo mirándola perplejo, pero no se detiene en ningún momento, así que voy tras ella y subo después de que la veo acomodarse en el asiento del copiloto.
La miro detenidamente y su rostro aun afligido me devuelve una pequeña sonrisa.
—¿Estás bien? —pregunto inseguro.
—No la vi James —dice en voz baja y yo la miro inquieto. —No está aquí, no la vi, así que no es cierto. —niega una y otra vez con la cabeza.
—Mer, no me hagas esto por favor. —digo angustiadamente.
—No lo está James, estas confundido, Mel está en Londres, dijo que se iría a vivir allá ¿lo recuerdas? —su voz se quiebra en la última frase.
No Mer.
—Cariño, mírame —agarro su rostro entre mis manos —Mel ya no está con nosotros, se fue al cielo ¿lo entiendes? —niega nuevamente.
—No, no me mientas, no es cierto, no está allí, yo no la vi —dice señalando hacia el cementerio y su voz suena desesperada.
Está tratando de convencerse a sí misma.
Veo la lucha en sus ojos.
Agacho mi mirada sin soltar su rostro, y sin poder evitarlo una lágrima sale corriendo por mi mejilla.
—¿James? No llores, Mel se enojara conmigo si te ve así —no aguanto más, no puede hacer esto, tiene que aceptarlo de una vez.
—Melissa está muerta Mer, ¡Entiéndelo! no se enojara con nadie —digo en voz alta y ella se sobresalta.
Me observa fijamente; un segundo después me abraza y empieza a acariciar mi espalda lentamente.
—Te llevare con ella James, ya lo veras, todo va a estar bien, solo estas confundido —dice sin dejar de asentir una y otra vez.