06 de mayo del 2021
—¡Tío! —Dani baja las escaleras y se sienta a un lado mío —No quiere salir, dice que va a dormir un ratico más.
Asiento y me acomodo un poco más en el sofá, ya han pasado dos días y Mer sigue sin salir de su habitación, las veces que he entrado a llevarle la comida, se tapa de pies a cabeza o se hace la dormida, ha comido, sí, pero solo unas cuantas cucharadas y no puedo negar que eso me tiene muy preocupado.
No he vuelto a tocarle el tema por miedo a que se derrumbe de nuevo, no puedo verla nuevamente así.
—Nos quedaremos hoy también —dice Dani determinado mientras enciende el televisor, pero le baja casi todo el volumen y no aparta la mirada de él.
—Sí, no podemos dejarla sola —confirmo, me levanto y me coloco al pie de la escalera, no puedo dejar de mirar hacia arriba, Mer está sola en su habitación y no puedo hacer absolutamente nada por ella.
¿Por qué me siento tan inservible en estos momentos?
¿Por qué no puedo hacer nada?
******
—Mer, ¿puedes abrirme? —ha echado cerrojo a la puerta y la escuchó sollozar del otro lado.
Ya está anocheciendo y sigue sin querer salir, ¿Qué puedo hacer? me está matando no poder hacer nada por ella.
Veo a Daniel caminar lentamente hacia mí, levanta su mano y toca suavemente la puerta.
—Mer, soy yo, ¿puedo acompañarte un rato? —pega su oreja a la puerta tratando de escuchar, mientras sostiene el libro que se trajo de casa junto a su pecho.
Escucho como Mer detiene su sollozo y después de unos escasos segundos abre la puerta, Daniel entra a través de esta, pero ella mantiene la vista fija en el suelo y no me mira en ningún momento, cierra la puerta lentamente y yo me quedo ahí plantado, mirándola, llevo las manos nervioso hacia el picaporte pero no gira.
Ha cerrado nuevamente con llave.
Pego mi espalda a la pared y me deslizo hasta que quedo sentado frente a la puerta de su habitación, no aparto la mirada de ella en ningún momento. Después de unos minutos escucho la voz de Daniel, se escucha lejana, pero clara: está leyendo su libro.
Le está leyendo a ella,
Como hacia Mel.
Mis ojos empiezan a picar y las lágrimas amenazan por salir de mis ojos, atraigo las rodillas hacia mi pecho y recuesto mi cabeza en ellas, ¿Por qué es tan difícil? ¿Qué debo hacer Mel? ahora hasta tu hijo puede hacer más por ella que yo.
—¿James...? —escucho su voz y levanto la mirada hacia ella.
¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Me levanto de inmediato y por un momento pierdo el equilibrio, pero me recupero enseguida, voy hacia donde ella está, tomo su rostro entre mis manos y la miro directamente a los ojos, su expresión es devastadora. Me está mirando como si me estuviera suplicando algo, pero no logro comprender el que.
—¿Estas bien? —digo muy bajo y sin apartar la vista de sus ojos, ella examina mi rostro y la veo titubear.
—James... ¡por favor! —dice en un susurro —dime que es mentira ¿sí?, ella no puede, no pudo simplemente irse así, así no es ella.
La rodeo con mis brazos y ella intenta mirarme a los ojos pero se rinde fácilmente y comienza a llorar nuevamente.
—Lo siento mucho Mer —digo contra su cabeza.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que por fin deja de llorar, la suelto un poco para mirarla a los ojos y le seco poco a poco las lágrimas con la manga de mi buzo, ella no aparta la mirada de mí en ningún momento, pero no dice nada.
—¿Quieres comer algo? —preguntó en voz baja y ella empieza a negar con la cabeza —Necesitas comer Merly —nunca la llamo así, por eso cuando digo su nombre completo asiente y baja la mirada hasta el suelo.
La tomo de la mano y la guio hasta la cocina, se sienta en una de las sillas y levanta la mirada hacia la sala en el mismo momento que Daniel baja las escaleras adormilado y se sienta en el sofá.
—Se quedó dormido mientras leía —su voz se escucha muy baja.
—Ya veo, lo imagine.
Coloco el plato frente a ella, pero cuando lo mira, no diviso ninguna emoción en su rostro. Recordé que una vez, mamá me dijo que el pavo levantaba el ánimo, así que fui lo más rápido que pude al pequeño supermercado e intente prepararlo. No se ve tan bien como esperaba, pero por lo menos espero que su sabor sea mejor.
—¿Te ayudo? —pregunto cuando noto que mueve el tenedor de un lado a otro sin siquiera probar un poco, asiente lentamente y yo tomo el tenedor de sus manos.
Sirvo un poco y ella va masticando a medida que le voy dando, después de un rato solo queda un poco en el plato y yo me siento un poco orgulloso de mi mismo.
Me levanto de la silla, llevo el plato hasta el lavamanos y le sirvo un poco de jugo de piña que ella rechaza al instante.
—¿Puedes darme agua? —dice suavemente y yo tomo un poco de la nevera y se la doy.
Le sirvo un poco a Daniel y lo llamo para que se siente a la mesa, Mer se lo queda mirando y creo notar una pequeña sonrisa en sus labios.
—Agg tío, esto esta salado —Dani hace una cara de disgusto y Mer suelta una carcajada.
Ha regresado la antigua Mer.
Sonrió aliviado mientras la miro doblarse de la risa y Dani la mira sorprendido.
—¿Ya estás bien? —pregunta y la mira fijamente —¿Ya no te enfermeras más?
Mer se queda en silencio unos segundos y luego le brinda una sonrisa sincera.
—Sí, ya estoy bien, no te preocupes—dice mientras levanta su mano y se la pasa por el cabello. Él no la aparta.
—¿Por qué no me dijiste que estaba salado? —me recuesto en la encimera y cubro mi cara con las manos.
—Lo siento —comienza a reírse nuevamente y yo la miro apenado, no ha comido bien en estos días y lo primero que se come esta salado.