JAMES
—Adelante señorita —le abro la puerta y hago una reverencia cuando ella llega hasta el auto, mientras se acomoda sonríe nerviosa y yo aprovecho para colocarle el cinturón.
—Gracias —dice cuando termino, estoy inclinado hacia ella, así que aprovecho para mirarla a los ojos.
Sus labios están tan cerca de los míos y su mirada es tan anhelante.
Dios... como deseo besarla.
Titubeo un instante y me enderezo de inmediato, cierro la puerta y me dirijo hacia mi asiento con el ceño fruncido, -no puedo besarla en el inicio de nuestra cita, no es para nada caballeroso- abrocho mi cinturón y giro mi mirada hacia ella cuando siento que aparta sus ojos de mí.
—¿Podrías dejar de mirarme de esa manera? ya es difícil para mí sin que lo hagas. —mi voz suena baja pero nerviosa.
—¿Cómo te estoy mirando? —pregunta confundida.
—Olvídalo —es tan malditamente sexy y no se da cuenta de ello.
¿Cómo he podido aguantar todos estos días?
—No, James... dímelo —analizo su rostro unos segundos y ella me mira curiosa, si lo quiere saber, pues se lo diré.
—Cómo si quisieras que te bese —observo como se sonroja y no puedo evitar sonreír divertido.
Ella oculta su rostro entre sus manos y yo se las aparto lentamente.
—Dijiste que te lo dijera.
—Ya, James... ¿Podemos irnos ya, por favor?
Adoro verla sonrojada.
Adoro ser yo el que la haga sonrojar.
Y amo más me que a pesar de todo este tiempo, a pesar de que hayamos estado separados, ella aun reaccione nerviosa cuando le digo algo bonito o cuando me acerco a ella.
Enciendo el auto y la llevo hacia nuestro destino.
Saliendo de Ilmoor, un poco más allá de diez metros hay un pequeño desvío que lleva hacia un pequeño riachuelo, dejamos el auto aparcado, lo cruzamos y en cuanto llegamos a la arboleda observó su rostro fascinado. Es un lugar rodeado de árboles: he puesto luces que van de un árbol hacia otro y en el centro he preparado un picnic cubierto por un telón blanco casi transparente, Lizz y Megan me ayudaron a levantarlo, pero yo me encargue del resto; el camino rodeado de velas en frascos trasparentes y las rosas esparcidas dentro del lugar fueron idea de Dani.
La miró mientras ella observa todo a su alrededor, para mí ella siempre será más hermosa que cualquier cosa, tiene los ojos abiertos de par en par, sus mejillas siguen sonrojadas y su boca está un poco entrecerrada, amo verla con esa expresión, tan de ella.
—¿Qué te parece? —preguntó inseguro, ya que no ha dicho nada desde que llegamos.
—Es hermoso James. —dice sin aparta la mirada del lugar.
—No más que tú... —mi voz suena bajita, pero ella se gira y me dedica una amplia sonrisa.
Me aclaro la garganta y la guio hasta donde están todas las cosas que traje para comer, nos sentamos sobre la manta y siento como se me acelera el corazón cuando nuestras piernas se rozan, ese vestido le queda tan bien, y es que todo le queda bien a Mer.
Comemos mientras platicamos de nuestras familias y ella me habla de lo mucho que adora a sus alumnos en Arium, sé que tiene que irse un tiempo, que debe terminar su contrato laboral, es lo que debe hacer, pero yo, yo no puedo dejar de pensar en lo mucho que la voy a extrañar.
Hace algunos años, cuando sus padres me dijeron que ella había hecho su vida, pensé que tal vez estaría en Londres, intente buscarla siempre que estaba allá, siempre que tenía que ir, aprovechaba para preguntar por ella en distintos lugares, buscaba nuevos autores y editores, revisaba en redes sociales y páginas web, pero nunca la encontré, nunca nadie me dio razón de ella, al final, me rendí, tampoco intente tener ninguna relación y es que Mer para mí, fue eso, para mí, y no me imagina con nadie más que no fuera ella.
—Mer —digo después de un rato —Yo... Sabes que me has gustado desde, bueno, siempre. —asiente y baja la mirada hacia sus manos. —Me gustaría volver a tener una oportunidad contigo.
Ella guarda silencio unos minutos y empiezo a ponerme nervioso.
—Mi corazón siempre te ha pertenecido James, lo sabes —toma mis manos entre las suyas y me mira a los ojos.
—¿Eso es un sí? —pregunto y siento como mi corazón se hincha de emoción.
—Eso es un claro que sí. —sonríe y yo me acerco un poco más a ella.
Toco su mejilla con una mano y me inclino para besarla.
Cuando nuestros labios se tocan siento como si mi corazón se detuviera, cierra los ojos y poco a poco nuestros besos se tornan más furiosos, más necesitados, más apasionados, ella se sienta en mi regazo sin separarse de mis labios y coloca sus manos detrás de mí cuello, me empuja un poco hacia atrás y mi espalda choca contra el suelo, nos separamos unos instantes y ella me mira intensamente, es tan hermosa, se ve tan hermosa.
Vuelve a inclinarse sobre mí y nuestros labios se encuentran de nuevo, sus labios saben tan bien, es un sentimiento tan nuevo.
Dios, juro que siento como si esta fuera la primera vez.
Seguimos besándonos por unos minutos más y cuando nos separamos me siento tan extasiado, ella se acomoda a mi lado y acaricia lentamente mi pecho por entre la abertura de mi camisa que en algún momento abrió.
¿En qué momento lo hizo?
La observó mientras tanto; su cabello despeinado y su vestido arrugado la hacen ver tan provocativa, tan bella, no puedo creer que esta chica sea mía.
No puedo creer que Mer haya vuelto a mí.