Mermaid.
"Desde que era muy pequeña me ha interesado eso a lo que llaman humano. Son seres extraños ante mis ojos, ¿Por qué pienso eso? Bueno, ellos no tienen cola como yo y tampoco escamas, por eso son extraños.
La primera vez que ví a un humano fue cuando tenía 6 años. Fue una vez que sin permiso de mis hermanos mayores me acerque a una playa en donde los vi... Humanos. Al principio pensé que no éramos tan diferentes, bueno, excepto por qué tenía dos piernas en vez de cola.
-"Ese día fue la primera vez que lo ví" .-
Lo que yo había visto ese día nunca lo olvidaré, ya que había sido al primer humano que yo visto en mi corta vida.
El humano que ví era un niño. Un niño de Ceballos grises (o cenizo) y grandes ojos verdes. Este corría por la playa persiguiendo a una gran cosa peluda, que llevaba algo en su boca.
Yo había quedado sorprendida. Quería saber más, pero no podía. Los humanos no podían saber de nuestra existencia.
Ese día por mi mente había rondado las palabras de mi hermano mayor.
-Recuerda esto claramente Noelle... Está prohibido salvar humanos. -
Esa era parte de las normas dentro de mi sociedad. Aunque nunca supe la razón detrás de esta Ley.
Vi mucha gente muriendo por culpa del agua, pero no podía hacer nada.
Pero ese día. Después de tanto tiempo, no me importó romper esa regla..."
La explosión fue justo arriba de ella, pero pudo esquivar todos los escombros que caían a su alrededor con agilidad.
-Otra vez veré a más humanos morir... - Esas fueron las palabras que aparecieron con tristeza en su cabeza.
Miro en dirección a la superficie en busca de un cuerpo, pero nada. Al parecer las personas a bordo pudieron salvarse esta vez.
Pero se equivocó.
Pudo ver una silueta caer con fuerza al agua, y cierto líquido rojo salía de él en poca cantidad.
Una vez la silueta paso frente a ella, abrió grandemente sus ojos.
Ella conocía a este humano.
Se acercó a él y lo examinó. Sus ojos estaban cerrados, el aire se estaba escapando en grandes burbujas y su cuerpo estaba lleno de raspones, y mucho polvo.
Ella nunca olvidaría a esta persona, aunque ahora es más grande de lo que ella recordaba. 10 años habían pasado desde la última vez que lo había visto, pero nunca lo olvidaría.
-No puedo dejarlo morir. - Teniendo esas palabras en su mente, tomo al chico y se fijo si no había otro humano en el mismo estado, pero nada.
Nado lo más rápido posible en dirección a la playa... La playa en donde lo había visto por primera vez.
Con cuidado lo había sacado del agua, con todas sus fuerzas había deseado que siguiera vivo al ver que no se movía, pero al escucharlo toser, le dio esperanza.
Se relajo cuando vio que su pecho se inflaba y luego bajaba. Estaba vivo...
Vio sus heridas y intento curarlas, pero no logro casi nada. Se fijo en uno de sus brazos y vio una quemadura bastante fea, haciéndola desesperar. Debía cubrirla con algo, pero nada estaba a su alcance... No. Sí había algo.
Con cuidado quito uno de sus largos listones de color violeta de su cabello y lo ato sobre la quemadura...
-Eso debería servir... -
Miro al chico frente suyo, no podía creerlo. De seguro era una mala broma por parte del destino.
Era el mismo niño que ella había visto en la playa hace diez años atrás.
Quería estar más tiempo ahí, pero sus hermanos podían sospechar y en cualquier momento podía llegar otro humano.
Y los seres del mar no podían ser vistos por los Humanos.
Miro una vez al Joven que ahora descansaba sobre la arena, lejos de los peligros que el mar podía darle.
-Adiós, Chico de ojos verdes. - Susurro al aire y se marchó.
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Caminaba por los pasillos de manera lenta, no tenía heridas graves por lo que podía moverse sin problemas.
-¡Yuno-Sama! - Se detuvo y miro a la sirvienta, esta parecía muy nerviosa y preocupada.
-¿Sucede algo, Hana-San? - Pregunto de forma formal, no importaba quien fuera, él debía ser amable con todos.
-¡Asta-Sama, No está en su habitación! - Con que era eso.
-¿Ya se levantó? Bueno. Después de dormir prácticamente todo un día no me sorprende de qué ya lo hiciera, después de todo no puede estar quieto. - Rio Yuno.
-¡Yuno-Sama! - Le regaño la mujer.
-Lo sé. No se preocupe, yo tengo una idea de dónde está. - Tranquilizó el ojimiel con una sonrisa. - Puede tranquilizarse y seguir con sus responsabilidades. Lo iré a buscar. En su estado no es bueno que se esté moviendo por ahí.
-Muchas gracias, y perdón por gritarle. - Se disculpo la mujer.
-No se preocupe. - Sonrió Yuno antes de irse de nuevo por el pasillo.
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El sol se estaba ocultando, el cielo ya estaba completamente naranja. Indicando que pronto saldrían la Luna y las estrellas, dando a entender que es el fin de otro día más.
Aún se sentía algo adolorido, pero no sé arrepentía de lo que hizo para quedar de esta forma. Todo por su gran amiga peluda.
Si. El había vuelto a meterse en un barco cubierto por las llamas para salvar a su amiga de toda la vida. Ahora ella se encontraba bajo vigilancia y protección de un veterinario, ya que al igual que él, tenía quemaduras.
Bajo su mirada a su mano derecha, ahí se encontraba un listón de color violeta.
Los sirvientes y el doctor le habían dicho que el listón estaba atado sobre la quemadura y está evitó que su herida se infectara. Al principio se quedó mirando aquél listón y entro en desesperación cuando le dijeron que estaban pensando en tirarlo.
No supo la razón. Pero sentía que eso era de aquello que lo salvó.
Podía recordar unas pocas cosas... Entre ellas... Una cola de color aguamarina y un color plateado. Además que aún recordaba como algo le rodeaba el cuerpo y lo sacaba del mar.
Pero no recordaba nada más.
Cuando despertó vio a sus hermanos, padres y sirvientes, todos aliviados de que estuviera despierto. Había estado inconsciente durante dos días completos.
Sus hermanos más pequeños habían mostrado lágrimas al verlo despertar, y otros se las intentaban aguantar. Yuno solo había mostrado una sonrisa y decirle que no lo asustara de esa forma.
También le habían preguntado qué había pasado, pero él solo les dijo que no se acordaba de nada.
No estaba seguro que le creyeran si les contaba.
Suspiró.
Miro las vendas en sus brazos y, tocó las que tenía en la mejilla y cabeza. Se había dado un buen golpe antes de caer al agua.
-Deberías estar descansando, Asta. - Le dijo una voz.
-No me gusta estar quieto. - Le respondió Asta a Yuno.
-Bueno. Tienes que hacerle caso al doctor. Hasta tú querida mascota es más obediente que tú. - Se burló.
-¡Oye! -
-¿En qué piensas tanto? No eres tan callado. - Le pregunto. - Además, estás quieto aquí sin hacer nada frente al mar. ¿No siempre estás corriendo por aquí en tus tiempos libres? Es raro verte sentado sin hacer nada.
-... No es nada... - Dijo el ojiverde.
-Hummm... No eres bueno mintiendo. - Suspiró Yuno.
-... -
-Si no quieres decirlo está bien, no te obligare. - Dijo volteandose para volver por donde llegó.- Por cierto. No asustes a Hana-San, ella te estaba buscando.
-Oye, Yuno... ¿Tú crees que vivan seres como nosotros bajo el mar? - Esa pregunta hizo que el más grande deteniera su caminar y mirara a su hermano.
-Ay que ver cómo eres... ¿Estuviste leyendo esa leyenda de nuevo? - Le respondió Yuno. Esta vez sentándose a su lado.
-Lo que recuerdo es una cola de color aguamarina y también un color plateado, también la sensación de que algo me abrazaba mientras me sacaba del agua. - Murmuró Asta mientras miraba el listón violeta que sostenía fuertemente en su mano.
-¿Sirenas, eh? Desde pequeño siempre quisiste ver una. - Rio levemente el ojimiel. - Aunque esa leyenda terminará con la muerte de la sirena.
-Lo sé.. -
"El pescador corrió cuando escucho la noticia de que otros pescadores encontraron una sirena, y la capturaron.
Pero cuando llegó solo vio la desgracia frente a él.
Aquella hermosa sirena, estaba en la red. Tal como habían dicho, su piel estaba muy pálida y sus labios habían perdido el color.
Estaba muerta.
Lo que más le dolió al pescador fue ver las lágrimas que habían caído por sus mejillas.
Los demás pescadores estaban furiosos, su presa ya no tenía vida.
Por lo que habían planeado usarla de todos modos.
El pescador, como símbolo de disculpa a ella la liberó durante la noche y la volvió a meter en el mar. Dónde encontró a más de la especie de la sirena.
El castigo del pescador fue nunca olvidar a aquella sirena y no haberla protegido, y el de la humanidad que la mato fue la escasez de recursos marinos y desgracias."
-Es una triste historia, pero a pesar de eso tú quieres hacerte amigo de una. Incluso Hana-San dijo que si llegabas a conocer una nunca le dijeras a nadie sobre ellas, ya que se podía repetir aquella desgracia y tener el mismo castigo. - Yuno recordó con nostalgia aquellos días que le leían aquella leyenda.
-Claro que lo recuerdo. - Dijo Asta. - Yo no cometería los mismos errores que el pescador.
-Lo sé. Bueno. Ya me voy, tengo cosas que hacer. - Le dijo Yuno levantándose y quitando el resto de arena de sus pantalones. - Será mejor que entres cuanto antes, pronto se pondrá helado.
-No. Espera, voy contigo. Será mejor que regresé. - Con cuidado amarró el listón a su muñeca y después se levantó para poder dirigirse donde estaba el más alto.
-Esta bien, vamos. -
Asta miro una vez más el mar, siempre pacifico, pero peligroso y lleno de misterios.
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Cuando volvió abrir sus ojos ya era de noche, la luna estaba en su punto más alto y brillaba como nunca.
Se levantó de la cama y salió al balcón de su habitación, donde tenía una vista perfecta al mar.
Sintió la brisa marina una vez más y su cuerpo se relajó. Siempre había amado el mar, en sus días de estrés o problemas siempre iba a la orilla del mar para poder tranquilizarse.
-Tranquilidad...
Todo era silencioso, bueno. Excepto el sonido de las tranquilas olas que venían del mar. Se quedó ahí, parado escudando atentamente aquel relajante sonido, hasta que otro interrumpió el sonido de las olas.
-¿Eh? .-
Una hermosa melodía.
Sin pensarlo salió de su cuarto, guiado por aquella música.
Salió del palacio con cuidado, sin que los guardias lo vieran. Camino por el corto camino a la playa. Cada paso que daba el sonido hermoso se hacía más fuerte.
Una vez ahí, quedó sorprendido.
No muy lejos había alguien sentado en las piedras. No estaba tan alejado, pero nadie a estas horas estaría metido en el agua.
La melodía era cantada por esa persona.
Sin vacilar se metió en el agua, cerca de las piedras. Pero una vez estuvo más cerca de dio cuenta de que algo no encajaba en aquella silueta que era perfectamente iluminada por la luna.
Una cola color aguamarina, al igual que la corona que tenía en su cabeza, en vez de orejas habían escamas del mismo color, piel blanca y lo que más le llamó su atención... Su cabello plateado y ojos color violeta.
Esos colores...
"Esos colores yo los conocía bien, los recordaba."
Caminé más a fondo, acercándome aún más a aquella figura.
El agua me había cubierto gran parte de las piernas, pero no me importó. No podía alejarme.
Extendí mi mano que tenía el listón violeta como si quisiera alcanzarla, pero apenas esos hermosos ojos violetas me miraron me detuve.
Ella su puso nerviosa y está algo asustada.
Lo sé por su expresión y en la forma en cómo se protege con los brazos.
-¡N-No te haré daño! - Dije con algo de desesperación, no quería que se fuera aún.
Ella dudó, pero se quedó ahí sentada en la roca.
-¿E-Esto es tuyo? .- Sentía un leve rubor en sus mejillas, pero no podía dejarse llevar en este momento por esos sentimientos, tenía que saberlo.
Tenía que serlo. Ya que una parte de su cabello no estaba recogido, y el otro lado era sujetado por un listón del mismo color violeta.
Ella no pareció entender hasta que vio mi muñeca, en donde estaba el listón.
Ella solo mostró sorpresa y luego asintió, pero no dijo nada.
Era hermosa.
Unas palabras aparecieron en mi mente, no había duda...
-"Ese día fue la primera vez que ví a una sirena" .-
Historia publicada en 2022 en Wattpad.