Mermaid

25- La reina

Adriana

Me giré bruscamente y caí al suelo boca abajo, me giré en el suelo para quedar boca arriba y antes de acomodarme por completo la chica soltó un golpe justo en mi rostro. Pero antes de que impactara moví mi cabeza haciendo que se golpeara contra el suelo.

— Maldita zorra — dijo sacudiendo el puño.

No sé en qué momento esta pelea se hizo libre de poderes pero ahora solo estábamos utilizando los puños. Uno, dos, tres golpes recibí en el rostro antes de casi desmayarme. Tengo que cuidar los golpes que me da, sin e desmayo me mata. Y si me mata, adiós mudo habitual y hola Drácula. Me levanté de un movimiento quedando frente a Ashley y sin pensar le tiré un puñetazo en la mejilla haciéndole una pequeña herida. La chica se llevó la mano a la cara y sonrió, en cuanto se la quitó comenzó a sanar.

Negué con el dedo algo divertida. Antes de que ella contestara deje de nuevo mi puño en su cara, su reacción fue tirarme un golpe con el brazo derecho a lo cual me agache y me pasé debajo de sus piernas.

— Aquí estoy – dije al ya estar completamente de pie a su espalda.

— Eres, demasiado escurridiza – por cada palabra me tiraba un golpe, sólo me pudo dar 1 de tres.

Con las dos manos formó una bola de fuego. Este era mi fin. Los reflejos hicieron su trabajo y la esfera de agua se formó entre mis dedos. Gracias Camille y su estricto carácter. Ella lanzó la bola de fuego en mi dirección y yo solo tardé dos segundo para hacerlo de vuelta, las esferas de agua y fuego chocaron entre si haciendo una pequeña explosión la cual nos mandó a ambas al suelo. Me reincorpore y cuando me di cuenta tenia a Ashley encima de mi tratando de darme algunos golpes. La tomé de los hombros y giré para estar sobre ella. Al estar encima de ella algunos arañazos llegaron a mi rostro haciendo varias heridas. Solté un puñetazo en su rostro dejando un dolor punzante en mis nudillos. Solté otros tres puñetazos dejando que el dolor en mi mano derecha se avivara. Sentí unas manos calientes alrededor de mis brazos haciéndome salir de encima de Ashley. Traté de girarme pero todo era inútil, quien sea que me estuviera reteniendo lo hacía muy bien. Hasta el punto el cual me faltaba el aire en los pulmones.

Sin perder el tiempo Ashley se levantó y me comenzó a golpear aprovechando que estaba indefensa.

— ¿Sabes que es lo que más me molesta? – Preguntó sin querer una respuesta – que creas que me vas a ganar cuando todo está a mi favor. Estamos en mi dimensión y la magia está de mi lado. Ahora, solo necesito matarte para poder revivir a mi padre.

Cerré los ojos esperando lo peor, después de un gran golpe brusco de su parte. Sentí libertad. Ya nadie me retenía, podía atacar al vampiro, eso es lo que quería. Sin pensarlo dos veces ella se lanzó contra mí pero antes de tocar el suelo de golpe pude ver a Bryan atacando a Dewey en el suelo.

Él es el que me retenía.

— Solo un poco de sangre – susurró Ashley sacando algo de su espalda.

Detrás de ella sacó una daga color plata de con el mango del mismo color y un ala de ángel a un costado, la daga se veía demasiado afilada, por lo cual probablemente te contaras con tan solo un roce. La mandé a volar con mis poderes, y en su aterrizaje ella chocó con Jayson el cual estaba de espaldas atacando a un hada. Me levanté del suelo para no estar en tanto peligro como hacía unos segundos. Suspiré agotada, pero la tranquilidad que había creado en esos segundos se desvaneció al chocar de espaldas contra un árbol. Su mirada era penetrante, si no la conociera diría que estaba loca.

—Ashley no tienes que hacer esto — Adriana, ¿qué estás haciendo? ¿Razonando? No creo que funcione.

— ¿Sabes lo duro de es el que te quiten a tu padre?, con el cual pasaste toda tu infancia y el cual era con el que te llevabas mejor, porque tu madre te odia – dijo entre dientes.

— Sé lo que es perder a el padre con el que más conexión tienes – dije alejando un poco mi cuello de la daga – perdí a mi padre a los diez años y es la peor perdida que he sufrido en mi vida, y solo perder a mi hermano o mi madre lo igualaría.

Su mirada se suavizó.

— Ashley sé que no parece pero tú y yo somos tan parecidas que da miedo – solté una risa de nervios. No quería morir no estaba lista para eso.

— Tú, y yo, no somos parecidas. En nada – la daga que sostenía en sus manos de acercó más a mí. Traté de usar mis poderes en ella pero era inútil, la daga los retenía – ahora quédate quieta que acabo de lavar este traje.

— Ashley, tú no quieres esto – tenía que ganar tiempo, tal vez si intentaba razonar con ella, en el lapso alguno de los chicos se daría cuenta de la situación y vendrían a socorrerme.

Pero nadie podía pelear con ella, a excepción de mí.

— Sé que piensas que lo necesitas, pero tarde o temprano te darás cuenta que él se fue por una razón – ella bajo un poco la daga de su posición y me miró arrepentida – lo vas a superar yo lo sé, no tienes por qué armar un borlote tan grande para poder tenerlo de regreso. Él esta aquí, en el bosque, en las paredes del castillo. Ahí está su presencia.



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En el texto hay: lucha de poderes, amor, magia

Editado: 16.02.2018

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