Media hora después de que las dos jóvenes entraran en la habitación y Merynna hurdiese su plan, la puerta se abrió dejando entrar a Eileen Prince con tres libros en sus manos. La joven Blouer la ayudó rápidamente. Si no fuera por que la había pillado con las manos en la masa, Mery se hubiera creído que Eileen había ido a la biblioteca.
-Hola chicas. -Walburga asintió como saludo y Merynna sonrió. Segura de que Walburga sospecharía de que pasaba algo, cuando la Black volvió su atención al libro que estaba leyendo, la joven le hizo unas señales a Eileen. Esta, asintió y volvió a salir con la excusa de que se había olvidado un libro en la biblioteca y le pidió a Mery que la acompañase. Ya afuera, en las escaleras que dirigían a la sala común, Eileen tomó el brazo de la Blouer deteniéndola pidiéndole explicaciones con la mirada. La chica suspiró e hizo otro gesto para que la siguiese. La otra hizo una mueca acaptando con resignación. Bajaron las escaleras acaparando la atención de los pocos que quedaban en la sala común. Sin hacerles ni un ápice de caso, Merynna pasó entre ellos pero una mano le cogió del brazo. La chica se deshizo de este y fulminó con la mirada a Lestrange. El chico, lejos de almendrarse, le sonrió. Eileen se alejó tres pasos sabiendo lo que vendría ahora. Los ojos de Merynna brillaron peligrosamente ante la sonrisa del Lestrange. Con una fría y cínica sonrisa, la chica chasqueó los dedos y todo el cabello del joven desapareció dejándolo calvo. Sin musitar ni una sola palabra, la chica se dio la vuelta y se marchó. No dejaría que nadie la intimidase como momentos antes Lestrange había intentado y fallado estrepitosamente. Eileen la siguió con pasos apresurados ignorando las maldiciones que Lestrange decía por lo bajo. Tras subir innumerables escaleras, llegaron al séptimo piso. Eileen miró a su compañera extrañada. Allí tan solo había un pasillo con un tapiz. Merynna se paseó tres veces con una clara idea en mente delante de pared enfrente del tapiz. Prince la miró como si le hubiesen salido cuernos y, de pronto, una puerta apareció delante de sus narices. Mery se giró sonriendole ante la mirada asombrada de Eileen.
-¿Cómo?
-En un libro leí sobre la sala de los Menesteres ubicada en el séptimo piso. Es una sala que atiende las necesidades del usuario de la misma, transformándose y abasteciéndose según sus necesidades. -la chica arqueó una ceja ante la explicación de su amiga. Con una sonrisa, Merynna abrió la puerta entrando animando a la joven a que hiciese lo mismo. Entró y cunado Merynna cerró la puerta, su sonrisa desapareció para dar paso a una mirada precavida. Sin cortarse un pelo, preguntó:
-¿Qué es lo que está sucediendo en Hogwarts? -Eieen también borró la sonrisa de su rostro.
-No lo sé.
-No mientas, Eileen. Se te nota demasiado en la cara. Y no me mires así, te rascas suavemente el dedo índice con el pulgar cuando lo haces. -la chica, con un sonrisa, apartó la mirada al sentirse descubierta. Con un suspiro, negó con la cabeza.
-Enserio, me gustaría decirte pero nos han prohibido decirte algo.
-¿Quién? -siseó con un brillo peligroso en sus ojos. Eileen tragó saliva ante el peligro que relucía en los ojos azules de Merynna. Resignándose, tan solo dio un apellido. Un apellido que hizo que Mery se estremeciese de pies a cabeza.
-Ryddle. - la joven Blouer se tensó de inmediato al escuchar el apellido de su hermano. Siseando por lo bajo, soltó el brazo de Eileen que había tomado cuando la chica se negaba a responder. Se dio media vuelta rápidamente y salió de allí dando un portazo en busca de Tom Ryddle. Eileen la siguió con la mirada y segundos después, también salió de la sala a paso apresurado hacia un lugar en concreto.
Editado: 14.06.2021