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Mery se tiró en la cama, agotada. Walburga, se sentó al lado en su cama. Tras un suspiro, Merynna se levantó y se sentó al lado de su amiga. Habían pasado cuatro meses desde que había ingresado a Hogwarts y algo la estaba molestando durante estas dos últimas semanas. No sabía lo que era pero tenía un muy mal presentimiento. Y sus sentidos jamás la engañaban. Dispuesta a saber lo que tanto la estaba molestando como una mosca en el oído, Merynna se levantó de golpe. Su amiga la miró algo asustada por el brusco movimiento que acababa de hacer. Con un gesto de mano le quitó importancia. La chica se levantó y aliso un poco su túnica para después salir de su habitación. Walburga miró como la puerta se cerraba y se tiró en la cama de su amiga para después ponerse las manos en el rostro y suspirar. Sabía que Mery deseaba estar sola y lo respetaba. Pero el comportamiento que había tenido las últimas no era normal. Se le notaba cansada, cuando pasaban solas por los pasillos se paraba de golpe como si oyera cosas, estaba más distraída... Muchos eran los factores que Walburga había notado como para llegar a la conclusión de que a Merynna le ocurría algo muy grave.

La joven Blouer caminaba apresurada hacia un lugar no en concreto. Finalmente, tras diez minutos rondando por doquier, decidió ir hacia la Sala de los Menesteres. De camino, escuchó un siseo. Otra vez. Desde hacia justo tres meses desde que los oía. Y desde entonces, gente había aparecido petrificada. Mery había escrito a sus padres sobre aquel acontecimiento pero ellos le habían escrito de que no sabían nada. No obstante, Merynna tenía el presentimiento de que la estaban mintiendo. Bufó mentalmente al recordar el desafío de su hermano hace ya unos meses.

La chica se detuvo a unos pasillos de su destino. Había vuelto a escuchar aquellos silbidos. Dispuesta a no dejarlo pasar, Mery intentó descubrir el origen de los sonidos.

Estuvo media hora deambulando por los pasillos de Hogwarts. No encontró nada. Finalmente, derrotada, volvió a su habitación. Casualmente, justo cuando había una intersección de pasillos, escuchó a dos chicos susurrando. Como una sombra, la chica se deslizó hacia allí hasta quedar oculta en las sombras de una esquina y con una buena posición para poder escuchar los susurros. No tardó mucho en darse cuenta de que eran Lestrange y Avery. Los "mejores amigos" de Tom. Merynna se lo hubiese creído si no conociera tan bien a su hermano. Él no tenía amigos. Al chico ni le agradaba socializar. Y, por la relación que tenía con esos dos sangre pura, la joven pudo saber que más que amigos, los dos eran sus "súbditos" o sombras. Seguían a Tom a cualquier sitio, como si de perros falderos se tratasen. Este, ni les tomaba importancia. 

La chica agudizó su oído, tratando de escuchar la conversación. Al hacerlo pudo oír algo de esta.

-...ha sido liberado. Pronto, el mundo estará libre de ellos.

-Nuestros padres se sentirán orgullosos.-afirmó Avery. Mery pudo ver como sus ojos le brillaron levemente ante la afirmación. La joven estuvo a punto de chasquear la lengua ante semejante estupidez. Era cierto que a ella también le gustaba complacer a sus padres. Pero no al punto de hacer algo "malévolo" (ya que estaba segura de que estaban de algo oscuro). Finalmente, tras unos segundos de silencio, Lestrange tomó la palabra.

-Me gustaría ver la cara de Blouer al enterarse de lo que está ocurriendo. No me puedo creer que sea y tan tonta que no se haya enterado aún. Y se supone que es una de las mejores del curso. -se mofó. Merynna sintió el enojo rugir en su estómago. Tuvo que esforzarse para no salir de su escondite y maldecir al chico. La joven siguió allí escuchando. Recolectando la información que su hermano no deseaba que supiera.