Pareciera ser imposible encontrar la verdad, ésta muchas veces nos es esquiva porque nos ocurren infinidad de situaciones que hacen tener que ocuparnos antes de las que están agobiándonos, dejando de lado el camino de Dios.
Perdemos la esperanza si todo sigue igual o no se ve un cambio.
Buscamos la verdad en la biblia, pero es demasiado difícil perseverar en sus mandatos. No es sencillo ver algo reflejado en nosotros. Al resolver una situación se siguen presentando otras más difíciles.
Perseveramos, pero pareciera perder sentido al no encontrar resultados en quienes no creen. También en nosotros porque suele ser desgastante sin tener algo alentador en lo que ellos hacen.
No obstante, allí estamos tratando sin deponer nuestras fuerzas, creyendo en las promesas de Dios que se develan en testimonio vivificador de nosotros y en otros hombres.
El cambio se suele dar en la medida que tengamos fe y verán que eso tampoco viene a ser alentador, muchos tenemos varios aspectos en la vida nada resueltos y no tiene caso querer resolverlos ya.
En una prédica que escuché encontré que quien la daba mencionó, unos conseguirán caminar con Cristo teniendo cosas materiales y otros sin cosas materiales. Unos tienen casa y consiguen acercarse a Dios así, pero otros se acercan a Dios y están en la verdad sin una casa consigo, teniendo que arrendar y qué importa si así consigue tener a Cristo con él.
Así que, si Dios considera que lo tengas o que no, nosotros tenemos que entender que era necesario ser así para seguir acercándonos a Dios todos los días de nuestra vida.
Si uno tiene mujer y está casado y así ambos caminan con Cristo, pues bien; otros no tienen una mujer o la tienen, pero no logran casarse o no quieren hacerlo y aunque están en pecado, se les ve cerca de Dios.
En realidad, Dios sabe la condición en la que te encuentras y te busca así para que te acerques a Él cada día de tu vida. No debe importarnos la situación en que nos encontremos porque esta condición de pecado es la que te hace aferrarte o colocar tu fe en Dios.
Querer tener a Dios cerca con todas sus bondades pese a que se piensa no tener mayor sentido, es notar que postrado en el pecado se puede seguir cayendo a lo más hondo y creyendo permaneces con la cabeza levantada para no deponer tus esfuerzos.
La gracia de Dios está por encima del pecado, Dios puede sacarnos de la situación en que se halla cada hombre aún parecer imposible.
Recuerdan al hijo pródigo que tuvo que encontrarse en la situación de no poder alimentarse de las algarrobas de los cerdos para que alzase la vista y entendiera y se dijera así mismo “papá, he pecado contra el cielo y contra ti; no merezco ser llamado tu hijo” y así supo armarse con valor para volver al lado de su padre.
Es sentir vergüenza, es sentir estar muriéndonos lo que normalmente nos hace reflexionar y hacernos volver nuevamente la mirada a Dios o es que es la única forma en ocasiones para encontrar un corazón dispuesto.
Pues bien, entonces ahora es necesario decir que el pecado nos trajo la muerte y es la muerte la que doblega a todos los hombres. Aún sepamos desde que tenemos uso de razón que irremediablemente vayamos a morir nos aferramos por un día más de vida. O nos aferramos a vivir un momento más para que Dios no nos vaya a enviar al lugar del lloro y crujir de dientes, el infierno.
«¡Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti! ¡Pídele al Señor que aleje de nosotros las serpientes! Moisés pidió al Señor que perdonara a los israelitas, y el Señor le dijo: Hazte una serpiente como ésas, y ponla en el asta de una bandera. Cuando alguien sea mordido por una serpiente, que mire hacia la serpiente del asta, y se salvará.»
Miles de años antes de que Jesucristo viniese ya se hablaba de Él en el madero, pues esa serpiente de bronce levantada en el desierto se refería al Cristo. Hay que recordar que Jesús también hizo mención que es necesario que el hijo del hombre muera para que sea levantado y aquél que en Él crea no muera y tenga vida eterna.
Entonces, aun el más sensato y el que ha caído mil veces y las mil veces se ha levantado gracias a Dios, aquél siempre esperará seguir con vida un día más y poder levantarse por última vez.
Tras la resurrección de Jesús ya en el nuevo testamento encontramos esta frase “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” el vivir por Cristo nos hace entender que hasta la muerte que tengamos va a ser en servicio de Él.
Nuestro cuerpo es lo que nos aleja de Dios y el espíritu nos acerca a Cristo mismo. Si morimos dejamos el cuerpo y somos espíritu. Sin el cuerpo que nos alejaba de Dios; ahora sin él, es el espíritu que nos llevará a Jesús.
Otra frase que encontramos es “el espíritu es el que da la vida, el cuerpo para nada aprovecha” y verán que guarda una estrecha relación con lo mencionado arriba. Porque el cuerpo que nos echaba a perder el espíritu el día de nuestra muerte no podrá seguir echárnoslo a perder.
Y verán también que Jesús dijo si un hombre lo ha ganado todo en la vida, pero pierde su alma qué hará para volverla a recuperar. Ahora nosotros podemos decir, aquel hombre que todo lo que vivió fue de desperdicio, lo único que lo hará encontrar la salvación es Jesús. Encontrará que Jesús va a ser que recupere la vida, devolviendo todo lo que lo hizo perder su espíritu, sus posesiones materiales.