—Necesito que me envíes un correo con el diseño final para antes de las tres—grita Liz, mi jefa, como si no la tuviera enfrente.
—No lo voy a tener a tiempo.
—¿Por?, se supone que solo ibas a agregar detalles de sombras y puntos de luz. Sabes que es algo importante.
—Exactamente, pero el trabajo tenía muchísimos errores, ni siquiera agregaste texturas. Lo tendré a las cuatro, creo que lo termino en una hora luego de ir a comer.
—No te vas a morir por un día comer tarde, termínalo antes de que regrese para poder enviarlo.
No respondo. Solo me limito a suspirar pesadamente observando la pantalla de mi monitor.
Liz se levanta de su asiento.
—Ya pueden ir a comer todos, hoy hay filetes— todos a los pocos segundos se levantan estirándose y comenzando a murmurar entre ellos. Creo que hubiera estado bien si no hubiera mencionado la palabra filetes, todos los días hay solo sopa pastosa y ensalada con lechuga negra, ¿Por qué justo hoy?
Ya que la mayoría salió, Liz se postra a mi lado mirándome con superioridad.
—Pediré que te guarden algo para cuando termines.
No me molesto en mirarla, le doy un sorbo a mi botella con agua y asiento sin dejar de teclear.
Suelto un suspiro (casi grito) de estrés en cuanto se retira a la par de todos con sus tacones filosos chocando contra el piso.
Saco mi celular de uno de los cajones junto con un sándwich que me sobró del almuerzo para ir matando el hambre.
Cesar, mi actual comprometido, me ha dejado la bandeja llena de mensajes. Al abrirlos, casi al instante comienzo a sentir como el estrés se desvanece y mis pulmones sienten entrar el aire más fresco. Ya ha comprado el transporte, un auto, ropa y ya se ha conseguido la aprobación de seguir laborando de forma virtual. Lo amo.
Tal vez por no obtener respuesta inmediata luego de leer los mensajes, me llama.
Miro a mi alrededor asustada para confirmar que ya todos se hayan ido para poder contestar y hablar sin miedo.
—Hola—digo mordiendo mi labio inferior de emoción.
—¿Estás ocupada? —cuestiona.
—No, me he quedado sola en la oficina, estoy por terminar un trabajo.
—Ah bueno... te tengo buenas noticias.
—¿Más?, si con las fotos y todo lo de estos días ya estoy más que feliz.
—Pues ahora vas a estarlo más, he estado revisando opciones de casas...
—¿Y? —muevo mis pies debajo del escritorio.
—No hay muchas opciones... pero, una en específico me pareció perfecta. Es de dos pisos, tres habitaciones, tres baños, doble sala y cocina de buen tamaño, tiene un jardín trasero para que puedas sembrar tus plantas y cochera para dos autos.
Abro los ojos con sorpresa.
—Se escucha bien, pero, ¿No es muy grande? Solo seremos tú y yo.
—La verdad es que el precio de la renta que piden los dueños es muy barato a comparación de otras con mitad de tamaño y que están en las afueras del pueblo.
—Igual, si es muy grande de nada valdrá la pena que sea barata, nos sobrará mucho espacio, a menos que aparte rentemos alguna habitación a algún estudiante, así como lo hacían tus padres.
—Lo pensé, pero el pueblo es muy pequeño, apenas y cuentan con secundarias, la mayoría de los estudiantes se mudan a otros lugares para poder seguir con sus estudios—suspira— Lo hizo pensando en que tal vez visitas de tú familia, tú hermana o incluso mis padres.
—¿Cuánto es la renta mensual?
—3,000 pesos y...
—Ay, de verdad es barata.
—Igual corren por nuestra cuenta los servicios de agua, luz, gas y demás.
—Aun así, sigue siendo un muy buen precio por una casa de ese tamaño.
—Si adelantamos el depósito inicial de dos meses y la renta asegurada de un año nos deja los muebles de la casa.
Pienso mientras con la lengua intento despegar el pedazo de pan pegado a mis muelas.
—Creo que... no estaría tan mal entonces.
—¿Entonces?, ¿Qué opinas?
—Tiene todo y más de lo que buscamos, está por debajo de nuestro presupuesto...
—Yyyy, aunque el pueblo es pequeño, está a pocos minutos caminando del centro—añade.
—Si, está bien, me parece bien, rentala.
—Muy bien, sabía que te iba a convencer, te voy a enviar las fotografías que me enviaron.
—Pero antes investiga bien.
—¿Ah?
—Que no hayan matado a alguien, hayan hecho un exorcismo o cosas así, que con mudanzas a casas extrañamente baratas siempre comienzan las peores películas de terror.
Cesar comienza a reírse.
—Va, me encargo de investigar, también te envío foto del exterior para que la cheques.
—Bien—me limito a responder—¿Hoy llegas a cenar?
—Si, no hagas nada, yo llevo algo de pasada, presenta tú la carta de renuncia lo más pronto posible, nos vamos en 2 semanas si todo sale bien.
—Todo va a salir bien.
—Claro, nos vemos en un rato, te amo.
—Yo igual.
Cuelgo y echo la cabeza para atrás regresando a mi realidad.
Algunos compañeros regresan de comer así que me apuro a terminar mi trabajo, mirando de vez en cuando la carpeta amarilla dentro del cajón abierto que tengo junto a mí, ahí está, mi carta de renuncia, por alguna razón no tardé más de 10 minutos en redactarla.
¿Por qué?, Tengo muchas razones, el trabajo está bien, bien pagado, si no fuera por eso ya habría huido hace mucho tiempo. Soy la empleada más nueva de todos, dos años trabajado y logré juntar suficiente dinero para mudarme con mi futuro esposo a un lugar lejos de aquí, bueno, fue más que nada porque Cesar y yo vivimos juntos, él es 7 años mayor que yo con mucha más experiencia y un trabajo con más libertades y muy bien remunerado; él cubre casi en su totalidad los gastos de vivienda desde que vivimos juntos, (yo pago el internet), aparte gano dinero extra haciendo trabajos particulares, como portadas para libros, logos para negocios o simplemente plantillas para presentaciones.
Por andar de argüendera con Cesar viendo las fotos de la casa, apenas y termino el diseño a tiempo, se lo envío por correo a Liz y en cuanto marca entregado, tomo la carpeta y salgo en dirección a la oficina del director.