El portal se abre con un leve zumbido mágico. No es tan ruidoso como los de Hogwarts, ni tan frío como los del Ministerio. Es suave, casi cálido... como la promesa de un nuevo comienzo.
Mayme Logan da un paso fuera del círculo rúnico y alza la vista. La ciudad mestiza de Hermione Granger se extiende ante ella: calles adoquinadas con faroles flotantes, casas mágicas con arquitectura muggle, pequeños comercios donde brujas venden pociones junto a panaderos sin una gota de magia. La mezcla es tan extraña como fascinante.
-Nunca pensé que volvería a ver algo así –Murmura.
Delante suyo, esperándola con los brazos cruzados, está Harry Potter.
Mayme frunce el ceño. —Así que era cierto. Fuiste vos el que ofreció...
¿esto?
Harry asiente, serio. -Draco cree en vos. Y Hermione también. Así que... me pareció justo darte una oportunidad.
Ella levanta una ceja. -No temés que envenene tu sopa o algo así?
-Ya no estamos en Hogwarts, Mayme.
Silencio. Sólo se escucha el murmullo de la ciudad nueva, aún joven, aún
construyéndose, como ellos mismos.
-Bueno, Potter -dice al fin, con una media sonrisa-. No prometo no discutir con vos... pero sí prometo no
envenenar tu sopa.
Harry sonríe, por primera vez. — Entonces estamos bien.
Y juntos, comienzan a caminar hacia la
casa.