Mestiza Village

La confrontación

La mañana en el Valle Mestizo amaneció gris, como si el clima presintiera que algo iba a romperse.

Hermione caminaba de un lado a otro en la casa que compartía con Draco. Tenía el pergamino de Ron en la mano. Lo había leído al menos diez veces. Era corto. Confuso. Lleno de miedo y contradicción.

“Yo sé cosas. Pero no puedo hablar. No todavía.”

Draco se inclinó sobre el respaldo del sofá, observándola.

—¿Estás segura de que fue él?

—Lo sé. Tiene su forma de usar las “z”... como si fueran s. Es Ron.

—Entonces hay que confrontarlo —dijo Draco sin rodeos—. No podemos dejar que esto se alargue más.

Hermione asintió, con el corazón en la garganta.

Minutos después, estaban todos reunidos en la antigua sala de reuniones del Centro del Valle, una especie de biblioteca con ventanas grandes y un piano empolvado en la esquina. Harry llegó primero, con el ceño fruncido. Luna entró poco después, cruzando miradas con Hermione. Draco cerró la puerta tras de sí, justo cuando Ron apareció. Tenía la cara pálida.

—¿Qué es esto? —dijo Ron, fingiendo sorpresa.

Hermione no respondió. Caminó hasta la mesa y colocó el pergamino encima. Ron lo reconoció al instante. Bajó la mirada.

—Lo escribiste tú —dijo Luna, suave pero firme—. Lo sé porque vi tu caligrafía en tu diario, ese que escondes detrás del retrato de Charlie.

Ron se giró hacia ella, furioso.

—¿Estás revisando mis cosas?

—Estoy cuidando el Valle. A alguien tiene que importarle.

El silencio fue duro. Harry se adelantó.

—Ron… dinos la verdad.

—¿Qué verdad? —gruñó Ron, retrocediendo un paso—. ¡Que mi hermana está un poco paranoica? ¡Eso no es nuevo!

—¿Y las fotos? ¿Las marcas en los lugares donde espió a Mayme y Harry? ¿El nombre “Panecillo”? —interrumpió Hermione—. ¡Tú sabías que Ginny estaba detrás!

Ron se quedó sin palabras.

—Es mi hermana... ¡Mi hermana menor! —gritó, con el rostro enrojecido—. ¿Qué querían que hiciera? ¿Que la entregara como si fuera una criminal?

Draco se adelantó, con su tono siempre frío:

—No queríamos que la entregaras. Queríamos que no mintieras. Porque ahora hay más gente en peligro.

—¡Yo no quería que nadie saliera lastimado! —replicó Ron, dando un golpe en la mesa—. ¡Solo... solo quería protegerla!

Hermione cerró los ojos. Le dolía. Porque entendía a Ron. Y a la vez, sabía que había cometido un error grave.

—La estás protegiendo de algo que ya no puedes controlar —dijo Luna, en voz baja—. Ginny está obsesionada. Y no solo con Mayme… sino con destruirla.

El nombre de Mayme se deslizó como un cuchillo por la sala. Harry miró al suelo. Draco frunció el ceño.

Y sin que nadie lo supiera… Mayme escuchaba todo desde el pasillo.

No tenía intención de participar. Pero tampoco pudo evitar quedarse pegada a la pared, los brazos cruzados, conteniendo la respiración.

"Destruirla."

La palabra retumbó en su mente.

Adentro, la conversación seguía.

—Ron… Ginny está fuera de control —dijo Harry finalmente—. No contestó mis lechuzas, no deja de espiarnos, está usando a alguien más para sacar información. Y tú… tú la estás cubriendo.

—¡Porque es mi familia!

—¿Y nosotros no? —disparó Hermione.

Ron se quedó callado.

La sala se llenó de un silencio incómodo.

Desde el pasillo, Mayme sintió una punzada de culpa. Ella no había pedido esto. No quería ser la causa de división. Y por primera vez, pensó en volver a Hogwarts. O marcharse del Valle.

Pero justo cuando pensaba alejarse, escuchó la voz de Luna:

—Ron… tienes que elegir. No entre Ginny y nosotros. Sino entre la mentira y la verdad.

Y eso lo cambió todo.

Ron se sentó en la silla más cercana. Derrotado. Las manos en el cabello. Respiraba con dificultad.

—Está recibiendo ayuda… alguien le manda las fotos. Ella no se mete directamente. Le llegan mensajes. No sé quién es “Panecillo”. Pero sí sé que planea hacerlas públicas. Quiere destruir a Mayme… y arrastrar a Harry con ella.

Todos intercambiaron miradas. Draco se tensó. Harry cerró los puños.

Hermione se acercó a Ron.

—Gracias por decirlo. Pero… ya no hay vuelta atrás.

Mientras la reunión se disolvía y todos salían con el peso de lo que acababan de escuchar, Mayme se quedó sola en el pasillo. Los ojos húmedos. El corazón latiendo con fuerza.

Ella nunca pidió amor. Nunca pidió segundas oportunidades.

Pero ahí estaba. Siendo el centro de una tormenta. Otra vez.

Y por primera vez… no tenía fuerzas para pelear.

Solo se dejó caer contra la pared, cerró los ojos, y susurró:

—No sé si valgo esta guerra...

Pero alguien lo creía. Harry.

Y esa verdad sería lo único que la mantendría en pie.



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En el texto hay: fantasia urbana, romance dramatico

Editado: 22.04.2025

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