Mestiza Village: Comienzos Bajo la Lluvia

Ecos del pasado

CAPÍTULO 6 – LA SOSPECHA INVISIBLE

La mañana siguiente fue tan gris como los pensamientos de Hermia Calder. El cielo, cubierto de una niebla espesa, parecía presagiar que aquel día no traería paz.

Darian Malverick estaba en la mesa de la cocina, hojeando antiguos registros del Consejo Mágico Unificado. Hermia se acercó con dos tazas de té, aunque ambos sabían que ninguno de los dos necesitaba cafeína... necesitaban respuestas.

—¿Encontraste algo? —preguntó ella.

—Pistas. O mejor dicho, nombres. —Darian señaló una hoja—. Aquí hay una lista de los recién llegados al Valle en los últimos seis meses. Hay al menos ocho cuyos nombres comienzan con P.

—¿Ocho?

—Prynn, Paloma, Petra, Piers, Pradhel, Pascal, Penumbra y... Panecillo.

Hermia lo miró.

—¿Panecillo es real?

—No. Al menos no como nombre oficial. Pero mira esto.

Darian le mostró una nota escrita a mano, que había sido encontrada pegada en la entrada de la oficina del consejo local meses atrás:

“La luz miente. La masa fermenta en la oscuridad. —P”

Hermia frunció el ceño.

—¿Una metáfora culinaria para el caos?

—O una firma poética. El punto es que alguien con acceso ha estado dejando mensajes desde hace tiempo. Pero nadie los tomaba en serio.

En ese momento, Lira Dawn apareció por la puerta lateral, envuelta en una capa azul pálido y con expresión preocupada.

—No quería interrumpir, pero... Ronan me envió esto —dijo, entregando otro comunicador—. Lo recibió hace una hora.

Hermia tomó el aparato. En la pantalla, una imagen.

Mayme Logan abrazando a Halden en el salón.

—No puede ser… —susurró Hermia.

Lira bajó la mirada.

—Y viene con una nota: “El zorro siempre vuelve al gallinero. —P”

Hermia se frotó las sienes. Sabía que no debía desconfiar de Mayme… pero los rumores, las fotos, las apariciones, todo apuntaba a que el Valle estaba siendo manipulado desde las sombras. Y todos comenzaban a desconfiar.

—Tenemos que hablar con ella —dijo Darian.

—No. Primero vamos a averiguar qué más sabe Galia. Ella tiene su propio archivo de cotilleos, aunque lo niegue —respondió Hermia.

—¿Crees que Galia podría estar detrás de esto? —preguntó Lira con sorpresa.

—No —dijo Hermia, segura—. Pero si hay alguien que ha estado escuchando a escondidas... es ella.

Esa noche, en casa de Halden, Mayme se encontraba recostada sobre el sofá, por primera vez desde que llegó sin sentir que tenía que defenderse.

Halden estaba en la cocina, sirviendo dos platos con estofado caliente. Ella lo observaba desde la puerta, en silencio, preguntándose cuándo fue la última vez que compartió una comida sin tener miedo de hablar.

—¿Piensas decirme lo que te ronda por la cabeza? —preguntó Halden, sin volverse.

—Creo que esta vez no tengo una respuesta sarcástica —respondió Mayme—. Solo tengo silencio... pero uno que no me pesa.

Halden le sonrió de lado y le pasó el plato.

—Tú y yo, Mayme, no somos monstruos. Solo nos hicieron pensar que lo éramos.

Ella lo miró. Y por primera vez desde que lo conoció... lo creyó.

CAPÍTULO 9 – TESTIMONIOS Y TRAICIONES

Ronan Wells no estaba seguro de en qué momento se había convertido en parte del problema. Tal vez fue cuando ocultó información sobre las fotos, o cuando decidió proteger a su hermana a toda costa. Pero esa noche, frente a Hermia, Darian y Lira, ya no podía seguir mintiendo.

—¿Quieres decirnos por qué estás entorpeciendo la investigación? —preguntó Darian, con los brazos cruzados.

—¿Por qué ocultaste lo de los archivos? —añadió Lira, mirándolo con decepción.

Hermia se mantuvo en silencio, pero sus ojos no parpadeaban.

Ronan respiró hondo. Se sentía atrapado.

—Porque pensé que... si todos creían que Mayme era culpable, Galia estaría a salvo. Pensé que si desviaba la atención, todo esto se acabaría.

—¿Y qué te hace pensar que acusar a una inocente traería paz? —preguntó Hermia, al fin hablando.

—No lo sé. No lo pensé. Solo quería proteger a mi familia. Pero ahora... todo está peor.

Darian dio un paso adelante.

—Tu mentira costó confianza. Y la confianza, aquí, es lo único que sostiene esta Villa.

Ronan bajó la mirada. Sabía que había cruzado una línea.

—Estoy dispuesto a reparar el daño. A colaborar.

—Entonces más vale que empieces por contarnos todo lo que sabes sobre Panecillo —dijo Lira.

Mientras tanto, en casa de Halden, Mayme no podía dormir. Había escuchado la discusión desde la distancia. No las palabras, pero sí el tono. Y en su pecho, esa antigua sensación de culpa comenzaba a crecer otra vez.

Se levantó, caminó hasta el umbral y se apoyó contra la puerta. No la abrió. Solo se quedó allí, escuchando su propia respiración, temiendo que la siguiente revelación la arrastrara al pasado que tanto quería enterrar.

Y en la oscuridad del jardín, alguien observaba.

Una figura encapuchada, con un comunicador en la mano y una sonrisa torcida bajo la sombra de su rostro.

Panecillo había estado allí todo el tiempo.

CAPÍTULO 10 – LO QUE NO SE DICE

La mañana amaneció pesada, como si el cielo mismo se negara a despejar las dudas que cubrían Villa Mestiza. Hermia caminaba con paso rápido por el sendero adoquinado que conectaba su casa con la de Galia. Cada paso retumbaba más por el peso de sus pensamientos que por el sonido de sus botas.

Lira ya la esperaba en la entrada. Sus ojos transmitían cansancio, pero también decisión.

—¿Estás lista para lo que sea que Galia tenga que decir? —preguntó.

—Nunca lo estoy, pero igual entro —respondió Hermia.

La casa de Galia olía a café especiado y a velas de sándalo. Nada en el ambiente sugería que allí se escondiera alguna verdad oscura, pero Hermia sabía que las fachadas engañaban más que las palabras.

—Pueden sentarse —dijo Galia, con la voz más neutral de lo normal—. Supongo que quieren respuestas.



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En el texto hay: cienciaficcion, ciencia y magia

Editado: 23.04.2025

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