PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Compartíamos una habitación pequeña con dos camas separadas, con un velador en el medio el cual se hallaba nuestra única fuente de luz, una lámpara alimentada con una piedra mágica de luz de baja calidad. Cuando la única puerta es abierta, ingresa un hombre de piel morena armado con una lanza y escudo para despertarnos a los dos.
— ¡YAZTAIQ!.
Era uno de los guardias de la tal Amira, haciendo de despertador humano, uno el cual no dudaría en usar la fuerza para hacernos levantar de la cama si no obedecíamos al primer minuto transcurrido. Nuestras prendas fueron cambiadas, ya no vestíamos unos harapos ensangrentado, en su lugar nos hicieron vestir unas camisas y pantalones, está de más de decir que la calidad de la tela era de lo más económica posible, demasiado económica.
Al salir de la habitación, el guardia nos escolta con suma vigilancia por un pasillo iluminado por numerosas antorchas colocado sobre soportes en las paredes, varias puertas se hallaban a los alrededores, cada una con una habitación que albergaba a un “trabajador” en una situación semejante a la nuestra. Al llegar a la puerta (de diferente color al resto) que se hallaba en el fondo, esta da con unas escaleras hacia arriba solo para llevar a otra puerta que finalmente nos conducía (obligatoriamente) a nuestro sitio destinado.
Un extenso salón decorado con la elocuente elegancia de nobleza, desde costosas piezas de artes como jarrones, estatuas y pinturas, finas telas de seda y un ambiente aromatizado con un incienso relajante. Cojines del tamaño de una silla se enumeraban en el lugar, siendo usado por hombres de color (bronceado) de diferentes aspectos, algunos delgados, otros robustos y no podían faltar los gordos (y eran lo más numerosos).
Pero todos tenían en común una cosa, su manera de vestir en sus túnicas, turbantes y mantos, la joyería que portaban en sus dedos e incluso dentaduras, y los escoltas que llevaban consigo, eran hombres de altos estatus social. Los denominados “Alnabil”, la nobleza de estas tierras, quienes ocupan los puestos sociales de mayor prestigio y poseen abundante riqueza como posesiones materiales.
Acostados en sus cojines, fumando en pipas de metal una famosa sustancia llamada opio (el cual conoció bastante bien), con bellezas de tez morenas haciendo danzas exóticas a la vista y acompañado además de alcohol. Esto era el “Corazón del Oasis”, un sitio dedicado exclusivamente a brindar confort, alivio y placer a cualquier cliente que tuviera el dinero para pagarlo.
Da igual el estatus que se posea, mientras tengas dinero contigo, tendrás el servicio de este sitio, desde un lugar para beber, comer, deleitarse con la vista de doncellas bailando en vestimentas atractivas y por supuesto no podía faltar lo más esencial, la asistencia carnal que puede o no venir acompañado de un relajante masaje. Básicamente este sitio combinaba un negocio de burdel y posada, con la posibilidad de alquilar una habitación bastante lujosa con todos los servicios mencionados anteriormente.
¿Qué trabajo teníamos Riha y yo?, como otros esclavos cumplíamos labores menores, desde la limpieza, llevar las bebidas e incluso la comida a la clientela y todo labor que involucrara usar fuerza como el transporte de objetos pesados en cajas. Todo aquel que llevara un collar en el cuello se le reconocía de inmediato como un “esclavo”, y dichos instrumentos no son puramente cosmético.
No solo anulaban todo intento de poder mágico (los magos son incapaces de ejercer magia), sino que además te imposibilitaba la capacidad de utilizar objetos mágicos, pero la cosa no termina allí. Amira nos explicó que este collar de esclavitud está ligado a la vida de quien lo lleva puesto, ¿qué quieres decir con eso?, que con ciertas condiciones que el esclavo viole o rompa, el objeto lo matara en el acto.
El corazón del oasis en una edificación situada dentro de la selva a la cual los dos terminamos en nuestra huida de los esclavistas, los clientes habituales que la frecuentan pueden hallar el camino a este establecimiento fácilmente gracias a ciertos medios de naturaleza mágica. Los esclavos tienen prohibido pisar los límites fuera del establecimiento o de lo contrario morirán, incitar violencia contra el personal del local o los clientes, conllevara a activar un hechizo de dolor sobre el perpetrador que lo someterá en un estado de parálisis sumamente doloroso al instante.
En simples palabras, un esclavo era incapaz de huir, era incapaz de levantarle la mano a su ama o personal/clientes del establecimiento e incluso se le bloqueaba el uso de todo elemento mágico. Una herramienta digna para un prisionero, quitarle todo medio posible que pudiera usar para planear su huida o rebelión y hacerlo trabajar bajo la condición de una comida prometida.
Sí, dependiendo de la calidad laboral de cada uno de los esclavos, su paga no era dinero, era únicamente comida, el techo y la cama eran cosas aparte, el que no aportaba suficiente trabajo, se le era privado de la comida e incluso agua. La nutrición y la hidratación son una vital importancia en la vida de todo ser viviente, los apresados en este lugar lo saben muy bien, no pueden quejarse del trato que reciben o mejor dicho, no se le da el derecho mínimo de hacerlo.