PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
La escopeta TAVOR AS12 estaba vacía de munición, un moribundo Muhaqdad deposito todas sus fuerzas restantes en un último ataque, con mis piernas sujetadas por la tenaz fuerza de una arena sobrenatural, mi movilidad estaba estancada. Yusuf se acercaba a mí con el filo de una punzante lanza hecho de una medida desproporcional, apuntando a mi cabeza, fortaleciendo su arremetida con fortalecimiento mágico.
—“No hay manera de que sobreviva a eso” –Pensé entonces entre nervios e incertidumbre.
La distancia entre su punzante arma y mi cabeza era cada vez más reducido.
—“15 centímetros”…
No había formar de que pudiera recargar a tiempo.
—“12 centímetros”…
Tampoco tenía tiempo para crear un escudo con “Materialización”, por no mencionar que con tal lanza apuntándome y la fuerza de su embestida, fácilmente la atravesaría.
—“7 Centímetros”…
La posibilidad de “Materializar” un arma pequeña como una pistola, también estaba fuera de discusión por el tiempo.
—“2 centímetros”…
Todo acabo aquí…
¡BANG¡
El ruido de un disparo de pistola, pero no cargo con ninguna en mis manos, todo lo percibo como si se moviera a cámara lenta, al mirar fijamente a la frente de Yusuf, un agujero se produce en esta. Todo su cuerpo comienza a retroceder hacia atrás lentamente, la velocidad del propio tiempo comienza a acelerarse hasta retornar a su ritmo original, o quizás aquello que note era solo una mera alucinación.
Pero el disparo, eso no lo fue, aquello que impacto en la frente del Muhaqdad, detuvo su ataque, lo forzó a retrocedió a solo 2 centímetros de alcanzarme y lo abatió en el acto. El elemental humanoide de arena de Yusuf comienza a temblar incontrolablemente como si padeciera convulsiones, aquel cordón de aspecto espiritual de su vientre que le unía a Yusuf desde su espalda, había desaparecido. Emite un rugido antinatural, su energía mágica le abandonaba y eventualmente desapareció como polvo siendo llevado en el viento.
—“Diría que eso fue extraño, pero desde que llegue a este mundo, ¿qué cosa seria lo normal?” –Me pregunte con hilarante detalle.
Pero ahora mis dudas estaban centrados en el tirador de aquel disparo, no tarde en darme cuenta de donde procedía, voltee a la dirección del cual deduje de donde vino aquel tiro, encontrándome con alguien que cargaba a una débil Riha en sus espaldas. Quien llevaba a mi compañera, era un joven alto, de tez blanca, cabellera negra y vestía únicamente un pantalón, en sus manos portaba la pistola Beretta 92 9mm.
—“¿Por qué lleva una de mis armas ese extraño hombre?, un momento, ya lo he visto antes…”
Era aquel chico de la celda, el que tenía la boca cubierta por un trapo y reaccionaba extraño al verme a mí, como si con sus ojos señalara el arma que llevaba en aquel entonces cuando me le encontré (que era el AK-47). Pero noto también algo que llamo mi atención, la manera en que sostenía la pistola e incluso la postura de sus piernas, una estaba un poco más delante de la otra, con ambas extremidades inferiores semi-flexionadas. Uno de sus brazos se extiende y el codo del brazo restante se dobla como para ser el soporte.
—“Aquello es una postura para empuñar y disparar una pistola de la manera más eficiente, la forma en que está posicionado, no hay error…” –Analice en mis pensamientos.
—¡Roz!, ¡Roz!, ¿¡estás bien!?.
Las palabras de Riha me sacan de mi subconsciente, aquel joven que le carga, camina hacia donde me encontraba deteniéndose al estar a la suficiente distancia para interactuar conmigo, la loba le pide que le bajase, a lo que él con diligencia lo hace de manera cuidadosa. Riha apenas era capaz de mantenerse de pie, no tarde en percatarme que quizás esto era obra de los cristales de mana que le di (“sobredosificación mágica”), por lo que opto por sentarse en el suelo.
—Me alegra saber que te encuentras bien Roz… -Dijo la Lupian agitando su cola animal que delataba sus sentimientos —Me agrada la armadura que llevas puesta, el detalle de los cuernos es increíble.
—Si, como sea, con solo mirarte me doy cuenta de que abusaste de los cristales de mana, te advertí que algo así iba a sucederte –Le deje en claro —Ahora quisiera que me respondas, ¿por qué él tiene una de mis armas en sus manos?.
Cuando toque el tema en torno a aquel enigmático joven, este le regresa la Beretta 92 a la Lupian y se dirige a mí, parándose firme, pero sin mostrar señal alguna de hostilidad en sus expresiones o movimientos.