PERSPECTIVA: Tercera Persona
—No solo tienen monturas de metal capaces de desplegarse por los cielos, ¿sino también por tierra? -El dragón oscuro pregunto con inquietud.
Soldados se introducían dentro de vehículos acorazados de tierra, quienes al arrancar un ruido producían como comparable al rugido de una bestia, pero aún no habían mostrado todas sus garras. De largos cañón exhalaban un fuego, el dragón oscuro relaciono tal armamento con los cañones mágicos, pero los cañones de aquellas bestias de metal, podían disparar con más continuidad, sus proyectiles eran más rápidos, más alcance y su potencia de impacto aun mayor.
—Como las espadas gigantes voladoras les sirven para conquistar los aires, esas bestias metálicas lo hacen por tierra… -Pensó Myldark en voz alta.
Pero las sorpresas no hicieron sino apenas empezar, más “bestias metálicas” surgieron, diferentes a los demás, pues no tenían ese largo cañón característico, sino dos grandes y robustos con varios agujeros separados entre sí. De dichos agujeros salen disparados numerosos proyectiles que, desde su perspectiva, eran varas metálicas que se desplazaban a grandes velocidades, impulsados por un fuego que se manifestaba en su parte inferior, podían atacar tanto por tierra y aire, lidiar con enemigos terrestres e incluso aéreos, propinando una lluvia de explosiones letales.
Incluso otras bestias de acero hicieron acto de presencia, eran diferentes a los anteriores, era más robusto, y no tenia un cañón, en su espalda, cargaba una enorme vara de metal, un potente fuego surge bajo de este, impulsando a tal objeto a elevarse y ascender al cielo, a una velocidad que al dragón le costaría seguir o evitar, si tal cosa se le acercara. Aquella vara estalla a una considerable distancia, produciendo lo que era, la explosión más intensa y poderosa que haya visto, con tal poder, incluso una ciudad humana quedaría devastada ante tal magnitud de fuego.
—Todas estas armas…
Desde su desconocimiento, Myldark no tenia idea del concepto armamentístico de los carros de combate o tanques de guerra, o incluso misiles balísticos, con cada nueva arma de tal tipo que observaba, su interés como temor ante tales creaciones aumentaba. Bestia de aceros de cañones que apuntaban al cielo, capaces de disparar continuamente proyectiles que superaban varios kilómetros, la distancia como velocidad a la que recorrían, haría temblar a toda clase de criatura alada acorazada, ya fuera terrestre o aérea, incluso un dragón.
—Si varios dragones adultos lucharan contra esas bestias de acero, que consigan vencer a uno no es el problema… el problema real, es si llegase alguno a sobrevivir a tal lluvia de destrucción -Dedujo Myldark ante lo observado.
Los dragones eran de entre las bestias mágicas, la que tenían el mayor escalón en Avalía en cuanto a poder, eran reverenciados como temidos en cada rincón del mundo, incluso su imagen era utilizada en emblemas e insignias, como también su nombre a modo de una referencia de la fuerza y grandeza de tal raza. La humanidad de Avalía, envidiaba y tenia temor de ellos, porque los consideraba casi invencibles, pues se necesitarían numerosos escuadrones para lidiar contra un dragón adulto.
Los dragones pasan por cuatro fases en su crecimiento, iniciando su desarrollo como un dragón infante (primeros años de vida), dragón joven (10 años cumplidos), dragón adulto (50 años cumplidos) y finalmente, alcanzar su mayor madurez a los cien años, como dragones ancestrales. A media que se desarrollaban, su poder mágico lo hacia magistralmente, sus escamas eran más fuertes, resistentes y sus sentidos rozaban a la perfección, podían ver, escuchar u percibir sensorialmente a niveles superiores que otros seres envidiarían poseer.
Dicho de una forma más simple, los dragones eran un símbolo de autoridad como poder, sinónimo de dominio, muchos hombres intentan derrotar a uno por el prestigio, la recompensa de su carne y escamas como poderosos ingredientes mágicos, pero pocos consiguen siquiera derrotar a un dragón de edad adulta. Con todo el pasar de los siglos, en Avalía los dragones seguían invicto en su reputación de poderío sobre cada raza existente, humana o semihumana.
Al menos, esa es la mentalidad que casi todos se tendría sobre los dragones, Myldark, atestiguando el poder de tales maquinaciones de metal, que servían como montura para aquellas razas que bajo su perspectiva eran “seres inferiores”, llego a una conclusión.
—Si hubiera una guerra entre dragones y estos humanos, ya no seria una batalla unilateral, sería una guerra encarnizada con ambos bandos parejos en fuerzas… no… al principio ese sería el pensamiento trivial de cada dragón joven o adulto, entonces lo más perspicaces de mi raza se darían cuenta al final, que dicha guerra conduciría a la…
Sus pensamientos son interrumpidos por el sonar de numerosos cañones de artillería, el rugir de aviones cazas sobrevolando el cielo y el disparar de ametralladoras pesadas, tales inventos bélicos, por mucho, superaban en todos los aspectos a las tradicionales armas utilizadas en Avalía. Da igual cuanto esfuerzo y sudor esmere un caballero con su espada, o un arquero, un lancero, un maestro ingeniero especializado en maquinarias de asedios como catapultas y arietes, el resultado era evidente. ¿Y qué hay de un escuadrón de soldados montados en grifos o wyvern domésticos?, da igual, nada se compararía siquiera a un arma de fuego ordinaria como una ametralladora o rifle, poner entonces a blindados o vehículos aéreos en la balanza para comparar fuerzas, ya era una discusión inútil, el ganador era obvio.