PERSPECTIVA: Tercera Persona
La decisión fue tomada finalmente, Muer Afigad priorizo la captura o eliminación del ghrayb, Rozuel Drayt, con una recompensa de 400.000 por su cabeza, lo que lo convertiría en el más buscado por todo el reino de Quitar.
—Sabia elección, su excelencia -Le elogio Alnayits —Si me permite un momento, entre los dos Muhaqdad que quedamos actualmente, deje en mis manos la caza del ghrayb, que Hatim-Alev, “Flama del juez”, se encargue de proteger nuestras fronteras -Sugirió el investigador —Yo lidiare con los rebeldes, y principalmente, en la captura del ghrayb, vivo o muerto, traeré personalmente su cabeza si llega a morir.
—Preferiría que ambos colaborasen para atrapar a ese malnacido ghrayb, pero es cierto… la seguridad de la frontera es una prioridad vital -Expreso el gordo Azim Alnabil —Si desplazara a Hatim-Alev de su puesto, el “Consejo de la duna” no tardara en darse cuenta y eso me daría problemas con la realeza, a pesar de que Alistary Al-dub III Kalize es el nuevo sultán, tan solo tiene 17 años, en realidad, quien toma las riendas de la nación son los 10 sabios a su lado, al menos… hasta que él cumpla la edad mínima necesaria, para asumir todos los poderes de un monarca real.
—Oh, pero si nuestro querido sultán Alistary Al-dub III Kalize llegase a morir… bueno, toda la sangre real se perdería, necesitaríamos a un nuevo linaje -Declaro el investigador Muhaqdad tales palabras mirando a Muer.
El noble Afigad de robusta barriga, se hecha a reír, su preocupación en torno al ghrayb se disipa por un momento, tras oír las palabras de su fiel servidor Muhaqdad.
—Me halagas Alnayits, si de “alguna manera” llegara a convertirme en sultán, por supuesto, todos aquellos a los que me han servido con fidelidad, no se quedaran con las manos vacías, vastas recompensas les aguardaran.
La declaración de Muer, hace sacudir de la emoción a los Alnabil de a su alrededor, quienes deberían venerar o respetar a su nuevo sultán, no sienten reparos en tal pronunciación dicha por al Azim Alnabil, alentando aquel deseo de que ocupase el trono como el nuevo regente de toda la nación.
—D-disculpe, maestro Alnayits, yo… ¿puedo retirarme?.
La voz de uno de los sobrevivientes del derrotado ejercito de 3000 hombres de Yusuf Ahja Zad´tyk, hablo, quienes originalmente eran dos, uno yacía muerto por obra de la habilidad del investigador Alnayits. Quien, según sus propias palabras, “murió por tener una voluntad mediocre”.
—Vaya, por un momento me había olvidado completamente de ti -Dijo con sinceridad el investigador de cabellera gris y gafas de metal —Como te he dicho antes, no voy a hacerte daño, ya tomé de “ustedes” lo que me importaba, tú, ya no tienes interés alguno para mí.
—¿Entonces puedo irme?, ¡oh gracias mi…!
—Pero… ese es solo mi veredicto, la sentencia final la dicta su excelencia.
Muer nuevamente fijo sus ojos como toda atención en aquel plebeyo cuya presencia consideraba una alimaña ante su palacio.
—Miserable plebeyo… ¿tienes el atrevimiento de rogar marcharte como si nada… después de lo que has hecho? -Muer le pregunto con un tono desdeñoso.
—Su excelencia… no lo entiendo…
—Te lo diré con más claridad, servir bajo las ordenes de un Muhaqdad, para una alimaña como tú, es el mayor de los honores -Explico el Azim Alnabil —¡Pero tú…!, abandonaste a los hombres con los cuales debías luchar codo a codo a muerte, huiste del asesino de tu Muhaqdad y no regresaste para vengar su muerte, el que Yusuf haya muerto y tu sigas vivos después de haber huido de la batalla… ¡eres un desertor!, ¡un traidor!.
Fue la etiqueta final que sello en el sobreviviente, haber huido del campo de batalla, no vengar la muerte de su Muhaqdad, ante todos los Alnabil y quienes servían con fidelidad a la familia Afigad, aquel hombre era considerado oficialmente un traidor.
—¡Su sentencia es la muerte! -Decreto Muer entonces el veredicto final.
Aquel hombre temblando y sumido en el miedo, tan solo podía pensar que huir era la mejor opción para evitar la ira del Azim Alnabil, pero los dos fieles soldados del investigador presente en el palacio no se lo permitían, sometiendo al sobreviviente con el fuerte de agarrar de sus brazos. En vano eran sus forcejeos por huir, físicamente no estaba en las mejores condiciones para brindar una resistencia mínimamente decente.
—¡Y yo seré tu verdugo!.
Muer Afigad, tras manifestar dicha oración, se levantó de su cómodo cojín tamaño trono, mostrando que aquel obeso noble, tenia una altura casi de 2 metros de altura, sus brazos estaban tonificados. Flexiona sus piernas denotando una musculatura como tal en ambas extremidades inferiores, un aura de mana rodea su cuerpo, revelando su condición como mago.