Metalord Revolution

CAPITULO 276 EL ULTIMO ALIENTO DE UN TIRANO

 

 

PERSPECTIVA: Tercera Persona

 

—«Solo una oportunidad…»

 

Rozuel se había liberado de una muerte por estrangulamiento, con su brazo de metal le propino un puñetazo en el ojo derecho de Muer reventándoselo, mientras el Azim Alnabil padecía aquel dolor para cubrir con sus manos su ojo perdido y el sangrado de este, el esper llevaba a cabo su última oportunidad.

 

—«Solo… UNA… oportunidad…»

 

Cuando sus pies tocaron el suelo, inmediatamente con sus manos tomo el largo de 90 centímetros de cadenas que estaban adheridas a la “lanza de la justicia divina” de Muer Afigad desde donde comenzaba, acto seguido salto y empezó a enredar aquellas cadenas alrededor del cuello del propio hombre.

 

—¿¡Intentas estrangularme con las cadenas de mi propia arma!?, ¡insolente ghrayb!.

 

El enfurecido Muer propina un derechazo con su fuerza fortalecida con magia, el propio Rozuel se cubre con su brazo de metal quien recibe de lleno el puñetazo, es mandado a retroceder varios metros, cuando el Azim Alnabil intenta quitarse las cadenas en su cuello, se da cuenta que era imposible.

 

—¿¡Que!?.

 

De alguna forma la cadena había sido acortada y “pegada” sobre su cuello, sin que lo notara el propio Roz utilizo su poder ESP para manipular el metal de las cadenas y al enrollarla sobre el cuello de Muer, las fusiono hasta el punto de hacerle imposible al propio Alnabil el retirarlas de su cuello, estas no le presionaban lo suficiente su cuello para impedirle respirar, pero para quitárselas debía arrancarlas por la fuerza.

 

—¡Tú le hiciste algo a mis propias cadenas!, ¡pero eso no me detendrá!, ¡NO LO HARA!.

 

Muer Afigad manifestó el fortalecimiento mágico con toda su capacidad para luego usar sus manos sobre las cadenas que tenía adherida a su cuello e intentar quitárselas, Rozuel sabía que en cualquier momento su rival se las quitaría, y antes de que sucediera tomo distancia unos cuantos metros y empezó a correr directo hacia su objetivo principal.

 

—«Un… puñetazo… una… oportunidad…»

 

Levanto su brazo izquierdo, se preparaba para dar otro puñetazo, pero este concentraba más fuerza que el anterior, de repente venas grises salen de su collar negro y se extienden hacia la parte orgánica del brazo izquierdo y eventualmente llegan hasta la parte artificial.

 

—«Puedo sentir… su fuerza… emanación… furia…»

 

—“Acaba con esto de una vez, mocoso” -Una voz familiar resonó en la mente del esper.

 

Cuando estaba a solo un escaso metro de Muer, este de inmediato noto su aproximación, su intensa hostilidad, su mirada cargada de odio y su puñetazo imbuido con una fuerza misteriosa que aun incapaz de ser percibido sensorialmente, podía sentir la presión que ejercía a esa corta distancia. Pero lo más llamativo, eran los pequeños colmillos sobresalir en la boca del esper y las pupilas de sus ojos que se tornaban de una hendidura vertical.

 

—«Monstruo… demonio… ¡abominación!» -Fueron los pensamientos del Azim Alnabil al ver el rostro del Trotamundos y más en especial aquellos rasgos físicos anormales.

 

Era imposible para Muer esquivarlo a tiempo, sumado al impacto emocional, recibió aquel puñetazo de considerable fuerza en el estómago, el propio Muer sentía como si todo el aire saliera de sus pulmones en ese preciso instante, la fuerza del golpe fue de tal magnitud que le hizo retroceder varios metros hacia atrás.

 

Y sin darse cuenta, termino por caer en el enorme agujero del techo causado por el grifo derribado, Muer miro las cadenas nuevamente y reaccionando, intenta quitárselas en vano. La lanza yacía fuertemente clavada en el techo, los 90 centímetros de las cadenas se acaban y resisten a pesar de ello el peso de Muer Afigad, quien queda suspendido en el aire con las cadenas presionando su cuello, ahora él era quien estaba perdiendo cada aliento a cada microsegundo.

 

Rozuel se acercó al borde para observar cómo Muer Afigad iba muriendo lentamente por estrangulamiento, misma causada por las cadenas de su “lanza de la justicia divina”, quien en el pasado había cegado muchísimas vidas de la misma manera, por sus propias manos, su arma predilecta y favorito de antaño, tomo una más y la última, la de su propio dueño.

 

En sus últimos momentos de vida, Muer Afigad observo en esos escasos segundos que le quedaba de consciencia al propio Rozuel Drayt quien le miraba desde lo alto en el techo. Vio a ese ghrayb con la imagen distorsiona de un ser de aspecto demoniaco, de gruesas alas y torso de escamas oscuras, con un par de cuernos y una mirada de rojo fuego. Observo como sus inhumanas manos de largas garras hechas de acero se extendían con una elasticidad sobrenatural y alcanzaron su cuello para estrangularle.

 

Aquello fue el delirio que la percepción de Muer Afigad encontró a la hora de su muerte, cuando expiro su último aliento, solo quedo un cuerpo con un rostro teñido de horror, lágrimas y sangre que mostraban a un hombre gordo muerto tanto física como psicológicamente.

 

—Finalmente… -El esper suspira con el sentarse en el suelo.

 

Miraba aquel cuerpo carente de vida de aquel noble que había antagonizado buena parte de su inesperado trayecto en tierras extranjeras, de riquezas, influencias y un vasto ejercito a su mando, y sus únicos aliados eran un grupo de rebeldes con menor número, equipo y organización. Pese a todas las desventajas en su contra, el esper había conseguido derrocar al propio gobernante corrupto en sus propias tierras y vencerle.

 

—Si fuera un fumador y tuviera un paquete de cigarrillos a la mano… estaría fumando frente al cadáver de ese maldito gordo árabe… -Expreso el Trotamundos en voz alta.



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En el texto hay: reencarnaciones, armas de fuego, magia y aventura

Editado: 09.12.2023

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