PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Selix, a quien creí conocer como un niño huérfano de Corbelt, se ha revelado como un ser inhumano autollamado “Zozo”.
— ¿”Zozo”? –Replique inquieto.
—Finalmente me he adaptado por completo a este cuerpo, aunque solo pueda usar la mitad de mi poder ahora, me basta para encargarme de ustedes –Comenta el dichoso ente diabólico.
Dispare tres balas directo hacia su cabeza, pero inesperadamente él logra interceptar con facilidad cada disparo en la palma de su mano izquierda sacrificando por completo dicha parte de su cuerpo en el proceso.
—Que conste que deje que me atacaras a propósito, para que comprendieras, que no eres una amenaza para mí aun con ese extraño artefacto mágico –Dice Zozo calmado como seguro —Pero si insistes en luchar contra mí, iré en serio tanto contigo como con todo el pueblo.
Un aura mágica fluía en su cuerpo viéndose aún más tétrico, sentí un profundo y lacerante pavor con solo pensar en darle pelea, como si todas las alertas rojas de mi cerebro me advirtieran de no hacerlo, que no era rival para esta cosa o lo que fuese Selix.
— ¿Qué eres? –Pregunte entre dudas.
—Como me has sido de mucha utilidad es justo que lo sepas –Contesta él —Antes de llegar a esta forma, en el pasado solía tener mi propio cuerpo, pero desgraciadamente lo “perdí”, unos aventureros… me mataron, pero antes del último golpe logre enviar mi alma al plano espiritual, vague por mucho tiempo buscando la forma de volver al mundo de los vivos con un cuerpo nuevo, ¡y mi larga búsqueda finalmente tuvo éxito, todo gracias a esta cosa!.
Ante la vista Zozo mostraba un objeto que era desconocido para todos los ojos de Corbelt, pero yo reconocía lo que era, un tablero de madera dotado de todas las palabras del alfabeto y números con una sola finalidad, contactar a los muertos, era una tabla Ouija, ¿tales artefactos existen en este mundo?.
— ¿Eres un demonio espíritu? –Pregunte.
Los demonios existen en Avalia como una raza más, al igual que los hombres bestias, elfos, orcos y otros, pero jamás había oído de demonio espíritus.
—Jeje… ¿qué si soy un demonio?, quien sabe, quizás lo haya sido, quizás no –Me contesta él evadiendo mi pregunta.
— ¿Quién uso esa tabla?, ¿acaso fue…? –Pregunte a medias suponiendo con certeza la respuesta.
—El niño que ves ante tus ojos fue quien me invoco.
—Selix… ¿por qué lo hiciste?.
—¡Jajaja!, ¿¡que porque lo hizo!?, creo que conoces muy bien esta respuesta, si… en tus ojos veo con claridad que lo sabes.
Sin amigos y siendo blanco de los acoso físicos, cuando Selix se encontró con esa tabla, debió de haber tenido curiosidad de lo que era, de algún modo termino usándolo y eventualmente contacto con esa cosa.
—Entonces, el espíritu de la biblioteca… –Agregue yo.
—Una intromisión, no me percaté hasta después de lograr poseer al muchacho, que otra alma logro traspasar a este mundo por la misma tabla que yo, eso me traería problemas, debía eliminarlo, pero desgraciadamente no podía usar mis poderes hasta haberme adaptado a este cuerpo, tuve que ser paciente y soportar vivir como un debilucho niño humano, esperaba que con el tiempo alguien lograse eliminar al espíritu intruso –Explico Zozo.
—Pero nadie lo hizo…
—Todos resultaron unos inútiles, sabía que si quería asegurarme de que fuese eliminado, debía interferir de algún modo, con algo de tiempo trascurrido mi nuevo recipiente era capaz de manifestar una pequeña porción de mis poderes, lo suficiente para moldear parte de mi energía mágica en algún objeto, para vencer un espíritu que mejor forma que con la esencia mágica de otro espíritu.
—Por eso me diste la daga…
Sin embargo no podía detectar poder alguno fluir del arma que me entrego, como si hubiera ocultado lo bastante bien su magia imbuida en el objeto.
—Intente ese método con otros que vinieron por el espíritu, pero cada uno termino ignorándome, rechazando la daga imbuida con mi poder, fue entonces que tu apareciste, alguien que finalmente tuvo algo de percepción y la acepto, te doy las gracias, Rozuel, ¡jajajajajajaja!.
—Entonces la charla de ayer que tuve contigo…
—Oh eso, siento decirte que Selix dejo de existir en esta cabeza hace muuuuucho tiempo, jejejeje…
Me sentía furioso, enfadado con este miserable espíritu que me utilizo y engaño, sujetaba firme el rifle, con mi dedo cerca del gatillo, aunque el ente parecía darse cuenta de mis intenciones hostiles, solo se quedaba allí quieto, sonriendo confiadamente con malevolencia a la expectativa de mí.