PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Mientras avanzaba por calles que mostraban indicios de violencia, me consulte al mismo tiempo a donde iría, no tenía pista alguna de Livia, mi idea para llegar a esa era encontrar al verdadero causante de esto, a quien le dio los medios y razones a Ermando para manipular a las masas, a la mayoría de los sangre de bruja de esta ciudad.
Se me ocurría un punto por dónde empezar, me palpitaba que quizás fuera allí, pero nada era seguro, tome el riesgo y me dirijo hacia allí, me sumergí aún más adentro de esta ahora problemática ciudad y su conflicto civil, el sitio al que tenía pensado ir era el cuartel general de la Wixau, la razón, si los sangre de bruja usan mínimo la cabeza, saben que la mejor idea es eliminar el punto en donde yacen concentrado la mayor parte de la fuerzas de esta ciudad, ahora que no estaban con todo su poderío militar al completo.
Me pregunto que estará haciendo Liha, de seguro debe pensar que me encuentro en la misma mala situación que Livia, aunque tampoco puedo decir que me hayo en una segura situación, solo me resta confiar en mi suerte y dirigirme al punto designado.
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PERSPECTIVA: Tercera Persona
El conflicto se extendida en otras arenas de la ciudad, incluso lejos de la zona eje en donde todo comenzó, influyendo en las brujas civiles dispuestas a luchar y desatando una inevitable caza de sangre de bruja, involucrando hasta aquellos “parias” que nada tenían que ver con el estallar de este asunto violento.
—No tienes a donde escapar –Dijo una de las brujas.
Dentro de la biblioteca “Del Saber”, un grupo de 9 brujas habían desordenado el lugar luego de haber rodeado a Hanna Sabil y su hijo Marcos, la madre bibliotecaria era sostenida por una de las hostiles mujeres mientras otra se acercaba al pequeño de 12 años.
— ¡Por favor no le hagan daño!, les daré lo que quieran pero por favor no lastimen a mi hijo… -Suplica entre lágrimas la bibliotecaria por su niño.
—Me repugna tu “afecto” hacia esa “cosa” –Opina la bruja que le sostenía a la fuerza.
—Él es mi preciado niño… mi único y querido hijo… ¡déjenlo en paz!.
Una alterada Hanna intenta liberarse forcejeando, pero la bruja que intentaba mantenerla a raya se cansa de ella y le da un fuerte puñetazo en la nuca con una fuerza fortalecido por su mana, la noble madre cae inconsciente al suelo ante el golpe.
— ¡MAMA! –Exclama Marcos preocupada corriendo hacia ella.
— ¿¡A donde crees que vas!? –Le dice y a la vez detiene una bruja con una patada en el estómago.
El fuerte golpe hace retroceder a poca distancia al sangre de bruja cayendo boca arriba en el suelo, tose sintiendo el dolor de tal patada, al intentar ponerse de pie este es detenido por la misma agresora quien coloca su pies sobre el pecho del joven.
—Me encanta esa patética expresión tuya –Dice la bruja con satisfacción.
— ¿Por qué nos hacen esto?, ¡no tenemos nada que ver con los disturbios que ocurren allí afuera! –Comenta Marcos esforzándose en vano para levantarse.
—Si lo tienes, los sangre de bruja han revelado su auténtica cara, es el deber de todas las hijas de Astado restablecer el orden y acabar finalmente con la abominable existencia de la plaga que intenta asolar esta humilde ciudad para las brujas, debes morir sangre de bruja, sufre y muere como debe ser, como el resto de los tuyos.
Tras declarar sus palabras, la bruja se prepara para asestar el golpe que culminaría con la vida de Marcos, sin embargo, dos fuertes gritos que duran con brevedad, se oyen en todo el salón, era de las dos brujas hostiles que hacían guardia en la puerta, al voltear todos en dirección procedente a esas ruidosas vociferaciones y corroborar visualmente que ocurría, se dieron con una situación inesperada.
Las dos brujas que habían gritado al mismo tiempo ya se hallaban muertas, la primera mostraba signo de haber sido atravesada desde su retaguardia en el corazón por algo bastante fuerte como una lanza, la segunda en su lugar tenía el cuello roto, las dos mujeres habían sido asesinadas por una larga y sobrenatural cinta blanca, atravesando a una y enredándose en el cuello de la otra para rompérselo.
Ante ellas se encontraba la usuaria de aquella cinta, una niña de larga cabellera negra con mechones platinos, cuyos ojos tenía heterocromía, era Fary Sontheil, quien observaba a las problemáticas mujeres con una indignante mirada de desprecio absoluto.
—Ella es… -Dice una de las brujas entre nervios.
—E-es… l-la niña S-Sontheil… ¿qué hace aquí? –Pregunta una segunda sin poder quitarse el miedo de por medio que afectaba su habla.