PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Habíamos entrado al interior del edificio en donde se llevaría a cabo la reunión de todos los aventureros de este encargo, el lugar se asemejaba bastante al salón del gremio de aventureros de Argoh, espaciosa y lleno de numerosas mesas con sillas a su alrededor, la mayoría ocupada por los solicitantes de este trabajo.
Nuestro ingreso llamo su atención, conté un total 20 aventureros reunidos (22 si tomamos en cuenta a Riha y yo), de la cual 4 mesas llamaron mi atención con sus respetivos ocupantes, en la primera la ocupaban tres individuos, un hombre adulto de fino mostacho y cabello arreglado negro con algo de canas, vestía un traje rojo que se asemejaba a un frac, en su cintura portaba un estoque y se encontraba sentado con los brazos cruzados y ojos cerrados.
A su lado estaba un muchacho rubio adolecente de presuntamente 15 o 16 años de mirada nerviosa, vistiendo un atuendo blanco y azul muy de clérigo con hombrearas de hierro, sus armas principales costaban de una maza con púas que llevaba en la cintura y un escudo rodela de metal que lo traía en su espalda.
El tercer miembro del grupo era el más llamativo, se trataba de un Sargario masculino, un semihumano animalesco cuyo cuerpo lo recubre un pelaje blanco, su hocico se asemejaba al de un felino, con orejas largas como las de un conejo, sobre una cabellera albina con grisáceo, bajo de sus ojos resaltaba una corta línea negra, tenía una altura aproximada de casi 2 metros y notable musculatura, la criatura vestía una armadura pesada ausente de casco y protecciones en los brazos, sus armas eran una nada liviana alabarda y un escudo pesado muy ancho como largo, el semihumano tenía la mala reputación de su raza, pero a pesar de ello se encontraba sentado tranquilo y en silencio.
La segunda mesa la ocupaban dos personas, un individuo joven de unos 180 de altura, con una camisa equipada con protecciones metálicas ligeras en los brazos, piernas y ambos lados de las costillas, su principal arma era un mandoble que llevaba sobre la espalda, su rasgo más curioso es que cubría toda su cabeza con un yelmo.
A su lado se encontraba una mujer que podría doblarle en edad, con una altura 10 centímetros mayor al del joven, de piel bronceada y cabello castaño, vestía una gruesa tela que envolvía sus voluminosos pechos, en su cintura llevaba un extenso taparrabo envuelto con varios cintos, sus extremidades superiores (incluido hombros) e inferiores lo cubrían una armadura, solo su vientre estaba expuesto, su arma predilecta era una pesada hacha doble de combate.
La tercera mesa la ocupaba un solo individuo, un chico pelinegro con 170 de altura y edad adolecente, calculaba que podría tener 3 o hasta 4 años más que yo, vestía un chaleco marrón sin mangas forrados con varios bolsillos en sentido oblicua los cuales ocupaba con cuchillas arrojadizas y un pantalón largo con otro número de varios bolsillos con más utensilios arrojadizos, sus otras armas predilecta eran un par de dagas de empuñadura negra y hojas verdes que llevaba en la cintura, se encontraba dormido denotando un rostro sin preocupaciones.
La cuarta y última mesa que llamaba mi atención, la ocupaba un hombre joven rubio en sus 20 y pico, de caballera picuda, vestía una elegante camisa azulado con una capa encima que le daba la imagen de un noble, portaba joyería de oro en su cuello con algunos anillos (dos en su mano derecha y dos en la izquierda), enfundaba en su cintura una vara adornada con una piedra roja en la punta.
El hombre en cuestión estaba acompañado de tres jóvenes mujeres semejantes a su edad, dos de ellas aferradas a él como si fueran sus amantes, la tercera parecía esperar su turno, las tres en cuestión vestían atuendos ligeros de cuero y otros de tela, poseían sus propias armas, lo que denotaba su identidad como aventureras y compañeras de dicho sujeto.
Había otras mesas con otros aventureros, pero aquellos eran quienes llamaron mi atención, nos hicimos con uno de las pocas mesas vacías y ocupamos tres sillas del lugar.
— ¡Oye!, ¿¡quién dejo entrar a los niños!? –Pregunto de forma molesta el aventurero rubio de cabello picudo acompañada de mujeres a su lado — ¡Aquí solo entran los aventureros!.
Nos estaba provocando quizás, pero preferí no dejarme tentar por ello, por fortuna Allum y Riha no decían nada, elegí ser yo el portavoz del grupo.
— ¡Fuera de nuestra aspecto o edad, somos aventureros registrados también! –Le notifique.
—Mocoso, al menos ten la cortesía de presentarte tanto tu como tu grupo con su rango respetivo, ¡vienes cerca de la hora límite de la reunión y llegas sin anunciarte!, ¿¡quienes se han creído!? –Pregunta con discrepancia el aventurero rubio de cabello picudo.
En verdad me quería provocar, era un completo idiota, pero no forzare a situaciones extremas al menos que haya una razón justificada para ello, decidí en calma seguir su juego.
—Rozuel Drayt, rango 2 –Mostré mi marca de aventurero a su vista.