PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
No se cómo llegue a parar a esto, ¿por descuido o prepotencia?, es cierto que las armas de fuego me confieren una cierta ventaja en un mundo tecnológicamente primitivo, pero aún estoy lidiando contra fuerzas sobrenaturales. La magia llega a circunstancias capaces de volverse un peligro que supere mis capacidades.
Es evidente darme cuenta de ello mientras me hallo sentado sobre una silla de madera con los brazos y piernas aprisionadas por grilletes de metal, me hallaba en sitio desconocido totalmente oscuro. ¿Qué era aquello en frente de mí?, ahora lo veo con más claridad, un cristal Navum pegado a una pared.
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UNAS CUANTAS HORAS ATRÁS…
Nos habíamos adentramos al bosque morado, el clima mostraba ser nublado hoy como la mayoría de los días en la zona prohibida. La vegetación alrededor abundaba desde arbustos y pasto seco, pero su caracterización principal eran los numerosos árboles de hojas moradas, producto de la absorción de fuertes concentraciones Navum en su corteza.
Los arboles no eran tóxicos al contacto, el Navum yacía en su interior, pero he aquí un dato interesante, no están podridos o muertos, al contrario se han fortalecido. Douglas las señalo como “unas plantas únicas de su tipo”, el Navum le había conferido algún tipo de fuerza natural con la cual adaptarse para sobrevivir con o sin luz solar, absorbiendo también la misma húmeda y sequedad del ambiente.
Seguíamos por un camino, pues atravesar esta área por los alrededores era exponerse a fuentes con altos niveles de Navum, todos habíamos tomado nuestras pociones de resistencia, pero no éramos invencibles. Todo la zona prohibida desde su creación, la misma naturaleza que la origino marco las rutas transitables.
¿Cómo explicarlo?, la única forma de entrar a la zona prohibida es a pie, los medios aéreos están descartados por la incontable cantidad FTN indetectables en el aire y la primera área a la que se puede acceder es a “Campo Malahierba”. Es decir, si alguien quisiera entrar a la zona prohibida comenzando por el área del bosque morado, no podría, simplemente ya que de hacerlo moriría.
Entrar a la zona prohibida desde el bosque morado es imposible porque las rutas para acceder a ellas están bloqueadas por altos niveles de Navum que actuaban de barrera, lo mismo para el área “pantano contaminado”. Todo estaba armado, si querías entrar al bosque morado, primero debías pasar por el pantano y para eso antes debías entrar al campo malahierba.
El campo malahierba era el principio para todo individuo que se adentrara a dichos dominios, existen muchas rutas para llegar allí y era obligatorio sí que querría acceder a este inhóspito sitio. No respetar las rutas de la zona prohibida y pasarse de listo era el equivalente a morir, los caminos inaccesibles están bloqueados por Navum y era razón suficiente para no hacer alguna estupidez.
Por esa razón nos movíamos por el bosque morado siguiendo la ruta correcta, por supuesto, eso no significa que los FTN y localizaciones fuertemente contaminadas no fueran un obstáculo, habíamos pasado recién por unos, con la justa advertencia de los medidores Navum.
—“El… cami…no… ayu…”
Nuevamente oigo esa voz en mi cabeza, y para peor, la alucinación empezó a tonarse visual, veía un fantasma sin rostro, uno incompleto, una entidad incorpórea de color morado como el Navum. Estaba a la mitad, tan solo su cabeza y parte del torso estaban formada, no sentí nervios o miedo, pero aquí lo más extraño, percibía a esa cosa con cierto “familiarísimo”, uno que denotaba de mi mundo natal, ¿pero que era?, lo desconocía.
—Amo, ¿está bien? –Me pregunto Allum caminando en su forma humana a mi lado.
Riha también estaba cerca, fingí para no llamar la atención al resto, lo que sea que estaba viendo, era preferible mantenerlo en secreto hasta estar seguro de lo que era. Llegar a esta área fue la parte sencilla, ahora venía la parte complicada, tratar de hallar el posible escondite del ejército rojo.
—Oigan, ¿hace más frio de lo normal o soy yo? –Pregunto Alan.
La temperatura empezó a disminuir, aun con el nublado era demasiado sospechoso, pero lo que lo hizo aún más fue la espesa niebla que empezó a formarse. Tayra se sintió inquieta, y llevo sus nervios hasta armarse con la alabarda y mirar a todos lados como si alguien la acosara.
— ¡Todos manténganse cerca! –Advertí al grupo.
No éramos lentos, la niebla era prueba de que habíamos hallado el sitio correcto, ellos finalmente han comenzado a actuar. Si es como Tayra nos contó, debíamos mantenernos cerca, atento a nuestro alrededor, la niebla era su medio para entorpecer a las amenazas en número y sabíamos cómo debíamos lidiar con ello.