PERSPECTIVA: Rahul
Nace y crecí en el Reino de Wilstone como un campesino, fue bautizado con el nombre de Luhra Sedroc. Mis padres eran humildes granjeros, y fui el único hijo que tuvieron dado a ciertos problemas que madre tenía para concebir más niños, incluso mi nacimiento fue considerado una gran suerte.
A los 10 años descubrí que tenía un talento para la magia, aunque ya había visto esos índices a los 6, no fue sino a esa edad que mi energía mágica pudo manifestarse con clara visibilidad ante mí. Vivía en la zona rural de la ciudad de Rotdell, donde los campesinos residentes de dicha área tenían el vital trabajo de mantener y cuidar los campos de cultivos. Una costumbre obligatoria que nuestro hogar poseía a modo de ley, era el reclutamiento obligatorio a niños que poseían talento con la magia para convertirlos en soldados al servicio de su gente y su ciudad.
Quería ser granjero como mi padre, así como lo fue el suyo y el anterior a él, pero rechazar esta costumbre se considera un crimen contra la patria que se paga con el encierro y la tortura, incluido para los padres del hijo, solo los niños de familias nobles eran la excepción a esa regla. De esta manera fui instruido con un arduo entrenamiento que más de una vez me había dejado sin aliento y adolorido en casi todo el cuerpo, para finalmente convertirme en un mago entrenado para la lucha y mi arma por defecto ante mi poder de manipulación del viento, fue un estoque.
Generalmente mi trabajo asignado fue la de un guardia, patrullar y vigilar las áreas que me designaban de la ciudad, al culminar el día debía volver a las barracas para descansar. Mayormente me pasaba haciendo rondas vigilando las casas de los nobles de mayor influencia de Rotdell, ¿se supone que ellos se consideran “toda la gente y la ciudad” para lo que nos fueron inculcado a proteger?, si dijera algo así delante de un noble o el capitán de la guardia, me colgarían por insolencia.
Apenas podía ver a mis padres, pues la zona rural solamente era patrullada por guardias no-magos, pues lo más privilegiados de la ciudad recibían la seguridad de guardias magos. Una injusticia que nadie podía reclamar sin recibir un severo castigo, por fortuna, nada fuertemente peligroso azota estas tierras, la mayoría de las amenazas eran solo bestias salvajes ordinarias y criaturas mágicas de bajo nivel.
Mis padres murieron de vejez y enfermos, los dos al mismo día, me entere de la noticia días después de que fueron enterrados. Su tumba elegida fue bajo la tierra cerca de la casa al cual había nacido, me criaron y fui separado de ellos a los diez años.
No pude evitar llorar al arrodillarme ante la tumba de mis fallecidos padres, como su hijo, no estuve para ellos, quien con su humildad me cuidaron sin pedir nada a cambio. Apenas siquiera pude visitarlos en cortos plazos de descansos donde requería el permiso de mi superior y pocas veces me lo concedía, y ahora en sus últimos momentos de vida, partieron sin que pudiera despedirme de ellos, me despreciaba tanto.
Pase varios días deprimido, frecuentaba la taberna de siempre para comer algo, fui a beber para olvidar el dolor. La camarera que me atendía, insistía en que me detuviera pues solo empeoraría mi condición a largo plazo, cuando mire sus ojos detenidamente, sentí un calor repercutir en el pecho, uno lo suficiente para reconsiderar su petición de no rendirme a la bebida.
Con el tiempo frecuente más la taberna para encontrarme con ellas, las visitas casuales se convirtieron en citas y fue una noche en las cercanías del bosque de la ciudad, con la luna como nuestro testigo, nuestro amor floreció. Como un guardia emparejado y con los años de servicio que he prestado, pude conseguir una casa propia para los dos, donde nos establecimos como nuestro hogar.
Los meses transcurrieron, mi querida esposa dio a luz a nuestro hijo, no pude evitar contener las lágrimas al sostenerlo en mis brazos, jure por mi vida que los protegería a ambos. Años posteriores, mi pequeño a sus seis años parecía mostrar indicios de poder usar magia, aunque sus podres aún estaban dormidos, a este punto me planteaba la idea de ocultar su talento, no quería que él fuera separado de sus padres como me sucedió a mí, quiero que viva una vida feliz junto a su madre y su padre.
A medida que crecía y llegado a sus diez años, se hacía más notable sus poderes mágicos, le enseñe a que nunca debía mostrar su magia a nadie y ocultarlo siempre por su bien. Como gesto me deje el bigote, a él le encantaba tanto que le causaba gracias, ver su sonrisa valía cada segundo esta decisión. Era la vida perfecta, si todo salía bien, nuestro hijo podría crecer sano y fuerte, elegir su propio camino, escoger su propia felicidad.
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Un día volviendo a casa tras concluir mi guardia, descubro a tres soldados y un noble de la ciudad frente a mi hogar, rodeando a mi hijo y mi esposa. Habían descubierto que mi niño podía usar magia, no por descuido del chico, sino que sospechaban tras varios testimonios de algunos aldeanos haberlo visto manifestar de manera involuntaria poder mágico años atrás, eso llevo a que mi familia fuera investigada en secreto y con todo sigilo por un grupo pequeño de magos.