Metamorfos

Capítulo 20

Demian

-Corre más rápido por favor –le pidió a Dorian mientras atravesaban un amplio pastizal. Si no se equivocaba, esos tallos gruesos y secos que trataba de esquivar eran hortalizas. El sembradío de algún campesino. En su desesperación por huir, habían perdido el rumbo y entraron, quizá, en alguna granja apartada de un pueblo. Porque sí, estaba seguro que siempre había tenido el cuidado suficiente para alejarse lo más posible de los asentamientos humanos.

La única respuesta que obtuvo de Dorian fueron esos sonoros jadeos de agotamiento.

Ahora que, nuevamente corrían por su vida, aquella noche perfecta parecía tan lejana. Recordaba el cuerpo de Dorian contra el suyo, separados únicamente por la tela de sus prendas. Le había preguntado por los planes que tenía al llegar a su destino, y Demian, sin pensarlo, le respondió que no le importaba con tal  de que siguiera a su lado. Recordaba sus risitas insulsas, tan carentes de malicia. Su rostro oculto entre su cuello, cada palabra que Dorian pronunciaba cosquilleaba en la zona donde el cuello y el hombro se unían. Si le fuera posible, habría ofrecido a todos los dioses, tanto humanos como Metamorfos lo que fuera para esa noche hubiera sido eterna. Se esforzó por dejar de pensar en eso y concentrarse en correr y seguir viviendo. Observó como Dorian preparaba el arco y flechas que hace unos días había encontrado olvidado en un árbol; para su sorpresa, su puntería era casi perfecta.

-No es por desanimarte, pero sería mejor que siguieras corriendo –sugirió. Dorian hizo una mueca que sólo denotaba desesperación.

Siguieron corriendo.

Se maldijo a sí mismo al notar una vez más la lentitud con la que avanzaba en su forma humana; sería imposible escapar de un Metamorfo de esa manera. Si el olor ya había llegado a él, serían necesarios apenas unos minutos para toparse con ellos. Si es que tenían suerte. Detectó dos aromas distintos, no podría decir que tipo de metamorfos eran pero podía asegurar que dos bestias muy distintas a un lobo estaban detrás de ellos.

Pronto abandonaron ese sembradío para internarse nuevamente en el bosque. El sol que, empezaba a ocultarse detrás de las montañas proyectaba las largas sombras de los árboles sobre ellos, como garras de una bestia antigua que se desplegaban para recibirlos. Esquivaban rápidamente los troncos y ramas que se atravesaban en su camino; probablemente era un error internarse en el bosque cuando el sol abandonaba el cielo pero no tenían opción. Lo único que les quedaba era correr por sus vidas.

Pareciera que el oxígeno iba desgarrando su garganta y todo a su paso hasta llegar a los pulmones, su cuerpo humano estaba a minutos de colapsar ante el agotamiento. Se preguntó por cuánto tiempo más resistiría Dorian. Apenas podía verlo de reojo, con el rostro de un tono rojizo y con el sudor perlándole la frente y las mejillas, al parecer, tenía mejor condición de lo que esperaba; tenía el arco entre las manos, con la cuerda tensa y listo para disparar a cualquiera que se pusiera en su camino. De pronto, sintió el mundo sacudirse, una sensación aplastante subió por su estómago y se quedó en su pecho impidiéndole respirar. Cayó al suelo de rodillas tratando de no gritar de dolor. Conocía esa sensación, la había sentido días atrás, sólo que esta vez era mucho más intensa.

Estaban cerca del Bosque del norte.



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En el texto hay: bestias, gay, sobrenatural

Editado: 02.01.2023

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